-Tengo que recoger mi pañuelo.- Sube las escaleras y entra en la habitación, pero solo quedan unas pocas chicas limpiando. –Deben ser miembros del club. Pero tampoco hay muchos. Supongo que todos irán detrás del “aroma”.- Piensa mirando alrededor.
-Lo siento. Ya hemos terminado por hoy.- Dice una de las chicas.
-¿Qué?- Dice mirándola y ve que es la chica de esta mañana, de pelo negro con mechas azules.
-¡Otra vez no!- La chica le agarra de la oreja estirándola.
-¡Ay! ¿Pero qué estás haciendo? Deja de tirarme de las orejas.-
-Estás molestando.- Abre la puerta arrastrando a Lavith.
-¡Ay! ¡Para!-
-¿Por qué?-
-Porque duele.- Contesta él.
-Tu peinado, y esas gafas…-
…
-Muy típico…- Dice ella.
-¿Qué?-
-Está bien. Puedes irte.- Le suela la oreja.
-¡Eh! Espera un momento.-
-¿Qué?- El enfado se muestra en su rostro.
-Exijo una explicación. ¿De qué estás hablando?-
…
Da un suspiro ella. –En fin…-
-¿En fin qué?- Pregunta un poco enfadado.
-¿Crees que le debo una explicación a un pervertido que acaba de entrar en una habitación llena de chicas?-
-¿Pervertido?- Los ojos del muchacho un poco más al escucharla.
-O un agresor.- Se le abren más los ojos y continúa ella diciendo. –He oído que te paseas muy a menudo por este piso.-
-¡¿Qué?!-
-¿O es que lo que quieres es el “aroma” sin hacer cola? En cualquier caso, eres un gilipollas. Un completo gilipollas.-
-Pero… serás…-
-No vas a conseguir cabrearme. Sé que tengo razón. Te dejaré marchar si te vas sin más.-
… -¡Pero será puta la muy zorra!- Piensa bastante enfadado.
-¿Qué ocurre, Miriam?- Se escucha una voz de la sala del té.
-No, no salgas.-
-Demasiado tarde.- Se abre la puerta. –Ya lo he hecho.- Dice Lucía poniéndose al lado de Miriam.
… Lavith la mira y dice ella. –Ah, hola. Te he estado esperando, Lavith.-
-Hola…- Saluda él.
Miriam mira al muchacho y a Lucía preguntando. -¿Qué?-
-Ah, todavía no te he presentado a mi hermana pequeña. Lavith, esta es Miriam. Miriam, este es Lavith, el chico del que te hablé hace un rato.-
Sorprendida Miriam pregunta. -¡¿Qué?!-
… No dice nada él.
-¿Ocurre algo, Miriam?-
-Pero, Lavith es… es…-
-Sí, es Lavith. ¿Ocurre algo?-
Vuelve a mirar Miriam a él. –Pero no encaja con la descripción que me diste.-
-Ya te lo he dicho.- Dice Lucía con una ligera sonrisa.
-Pero… pero…-
-Te lo dije, Miriam.-
Miriam empieza a llorar. -¿Miriam?- Pregunta su hermana.
Llora con fuerza y se va corriendo.
-Mmm…-
-Discúlpala. No sé qué le pasa.- Dice Lucia.
-Yo tampoco.- La mira y está con los ojos cerrados y piensa. –Debe sentirse muy avergonzada.-
Ella entra y sale con un pañuelo. –Aquí está el pañuelo.-
-Gracias.-
Lo huele un poco y pregunta ella. -¿Qué tal huele?-
Muy bien. Gracias.-
… Se produce un pequeño silencio. -¿Estáis limpiando?- Pregunta él.
-Afirma con la cabeza ella.
-No quiero molestar. Me iré ahora mismo.-
-Vale, pues. Nos vemos mañana.-
Se vuelve a meter en la sala, y escucha una voz. -Miriam dijo que no iba a ayudar…-
-¿Pero de qué coño va todo esto?- Piensa. –Saldré fuera.-
Caminando sin rumbo llega a la entrada de la biblioteca. Entra y se acerca a la recepción. La señorita Sonia está en el mostrador, sentada en su silla.
-Hola.- Dice Lavith.
-¡Ah, Lavith!-
-¡Pero qué escritorio más desordenado!- Piensa mirando los libros. -¿Estás ocupada?-
-No. Solo estoy haciendo algunas cosas.-
-¿En serio? ¿El qué?-
-Ah… Estoy escribiendo un ensayo.-
Se acerca a ella y lee. –Veamos. Mmm…:”Mount Hunt (Montaña del Cazador). La creencia de la familia Anekohji”.-
-Eh, se supone que no deberías mirar.-
-Lo estás poniendo mal.-
-¿Cómo?- Pregunta ella.
-Querrías poner “Hunting” en vez de “Hunt”.-
-Ah, eso. Las dos están bien escritas.-
-¿En serio? ¿Es posible llamar a la montaña de diferentes formas?- Pregunta Lavith un poco extrañado.
-Sí.- Afirma ella.
…
-Hubo una vez que solo era “La Montaña” pero después comenzó a llamarse el “Monte del Cazador”.- Dice ella.
-¿Y qué pasa con el “Mount Hunt”?-
-No se llama así… Resulta que hace siglos hubo un hombre pervertido al que le gustaba el nombre porque le sonaba a “Mount Cunt”. Poesía barata.-
-Ya veo.-
-Todo el lugar estaba bajo el control de la familia Anekohji. Cuando todos fueron exterminados por una enfermedad, el pervertido intervino y se hizo con el control de la isla.- Dice ella agarrando un libro de la estantería.
-Vaya, ese tío otra vez.-
-Pero ¿sabías que además no permitió que ningún ciudadano accediera a ella?-
-Claro que no.-
-Pues estoy investigando el “motivo”.-
-¿Es por eso por lo que estás en esta escuela?-
-Se podría decir que sí. Soy descendiente de la familia Anekohji.-
-¿En serio?- El asombro se hace más intenso en él.
-¿No te habías preguntado por qué era la directora de la escuela? Fueron mis antepasados quienes la fundaron.-
-Comprendo…-
-Y ahora que te lo he contado todo, ¿por qué no echas un vistazo a algún libro?-
-Verás, no es que no me gusten, es que no tengo demasiado tiempo para leer.-
-Te recomiendo los que hay en el mostrador.- Dice ella señalando con el boli.
-Variedad de géneros, ¿eh?-
-¿Eso crees? Podrían ayudarte a incrementar tus conocimientos en varios campos.-
… No dice nada él.
-¿Qué ocurre, Lavith?-
-Tú lo que quieres es evitar tener que colocarlos otra vez en las estanterías, ¿verdad?-
-¿De qué estás hablando?- Pregunta ella.
Se acerca al mostrador y ojea los libros. –De todas formas, no veo ninguno que me interese.-
-Lástima.-
-Tengo que irme.- Deja los libros.
-De acuerdo. Y por favor, vuelve en otra ocasión ¿vale?-
-Vale.-
Se va a la sala de lectura y se pone a ojear algún libro.- Ah, Lavith.- Dice una voz de una chica joven.
-Eh, Sara. ¿Estás leyendo algo?-
-Sí. La señorita Sonia me dijo que ya había terminado por ahoy.-
-Ya veo…-
-¿Estás buscando algún libro, Lavith?- Pregunta Sara con una sonrisa.
-Nah, solamente estoy dando una vuelta.-
-¿En… la biblioteca?-
-Sí.- Afirma él. –Es un lugar tranquilo, por supuesto. Aquí me puedo relajar.-
Una gran sonrisa se esboza en Sara. –Sí, tienes razón.-
-Por cierto, ¿qué estás leyendo?-
-¿Yo?-
Mira en la mesa y ve un libro de ilustraciones. Lo agarra y lo abre por la mitad. –A ver… ¿eh? ¿Y este adorno?-
-¿Lavith?-
-Sara, ¿has encontrado este libro en la biblioteca?-
-Ummm…- Cierra los ojos ella. –No, es mío.-
-Oh. ¡Increíble! Es un autor muy enrevesado. Desde luego lees libros complicados.- Dice asombrado.
-¿Eso quiere decir que ya lo conocías?-
-Sí, leí cosas suyas hace tiempo. Está enfocado para un tipo de personas muy concreto, pero me gustó.-
Bastante animada dice. -¡¿De verdad lo crees?! Lo sabía, ¡lo sabía! ¡Yo también lo pienso!-
-¿Eh? Ah…-
-Me gustó “El amante de Lady Chatterley” y “Ulises” ¡pero “La tierra del más allá” es soberbio!-
-Ah, así…- Dice Lavith.
-¡Oh, estoy en el cielo!- Dice con la sonrisa en el rostro.
…
-Me hace tan feliz hablar con alguien con quien tengo tanto en común.-
-Me… alegro.-
Sara se ríe tontamente. -¿Se encuentra bien?- Piensa Lavith.
-“ejem”. ¿Puedo preguntarte algo?- Pregunta él.
-¿Sí?- Deja de reírse.
-Ese es un libro muy raro. ¿Cómo te hiciste con él?-
-Me lo dio mi hermana.-
-¿Tu hermana?-
-Sí.- Afirma ella.
-Ya veo.-
Se produce un ligero silencio. -¿Te suele dar muchos libros?- Pregunta él.
-Mmm… No, este es el único.-
-Ajá, el autor es bastante extraño.- Piensa.
-¿Lavith?-
-Siento haber interrumpido tu lectura, Sara. Tengo que irme.-
Se queda triste Sara y dice. -¿Qué? ¿Ya te vas?-
-Acabo de acordarme de que tengo que ir a un sitio.-
-Te aburro, ¿no?- Pregunta ella tristemente.
-No digas eso… Adiós.-
-Adiós…-
Baja las escaleras pensando. –Leí “La tierra del más allá” solo una vez. Para ser una novela, es muy complicado. Pero, esos libros son tan…-
Llega al mostrador. -¡Ey, Lavith!- Dice Sonia.
-Ya estoy aquí otra vez.-
-Te diré una cosa interesante si te llevas algún libro.-
… No dice nada y pregunta ella. -¿A qué se debe ese silencio?-
-No me refería a…- Piensa.
-Olvídalo. Avísame cuando quieras algún libro.-
-Sí…-
Sale a la calle. El viento cada vez sopla más fuerte, y se está llenando las hojas caídas del suelo.-
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