Capítulo 25


            Se dirige al primer piso y llega al ala este. Las clases vacías están invadidas por el silencio. Encuentra a Laura en el pasillo, sola. Se acerca a ella lentamente. –Creía que estaba ahí esperando, sin más, pero no parece ser el caso.- Piensa.

            Temblorosa y con la cabeza agachada, se cubre la cara con las manos. -¿Está llorando?- Piensa mientras se acerca.

            Se escucha un sollozo. -¿Laura?-

            Da ella un suspiro. –Parece que no…- Piensa.

            Pero un hilillo de sudor le resbala por un lado de la cara, y le cuesta respirar. –Hola, ¿estás bien?-

            Cierra los ojos diciendo. –Yo…-

            -Definitivamente le pasa algo.- Piensa él.

            -Nada…-

            -¿Qué ocurre?-

            -Nada. De verdad…-

            -¿Laura?- Pregunta Lavith.

            Se arrodilla tapándose la cara y él trata de ayudarla a ponerse en pie. Y sus brazos rodean el cuello del muchacho.

            -No… aguanto más.- Dice ella temblorosa.

            Laura le abraza cada vez con más fuerzas. -¿Pero qué…?-

           

            -Tengo que…-

            -¡¿En qué coño está pensando?!- Piensa Lavith.

            -Sí… Sí…-

            Laura le acaricia suavemente los labios con la punta de los dedos. Y mientras jadea, entrelaza su lengua con la suya.

            -Mierda, mierda.- Piensa mientras aparta a Laura. -¡Espera un momento!-

            -¡No, espera tú!- Dice ella.

            Por mucho que intenta alejarla, ella tira de su cuerpo con una fuerza inusitada.

            -¡Me cago en la puta!- Piensa e instintivamente, enrolla su lengua con la de Laura.

            El culo de Laura es pequeño pero muy firme; lo abarca con todo con sus manos. Sus cuerpos están más juntos que nunca, y puede oír el latido de su corazón.

            -Esto no…-

            -Sí… Más.- Dice ella.

            -No deberíamos estar haciendo esto.-

            -Por favor…-

            -¿Qué?-

            -Dame más…-

            -¡¿Pero qué puñetas le pasa a esta tía?!- Piensa Lavith.

            -Por favor, ayúdame… Deprisa, dame más caña…-

            Agarra su culo con más fuerza.

            -¡Sí!- Dice ella.

            -¿Así?-

            -Oh, sí…- El cuerpo de Laura se estremece. Parece que le cuesta trabajo respirar.

            -¿Qué se supone que voy a decir si alguien nos ve así?- Piensa Lavith.

            No hay nadie mirando, pero se está corriendo con la novia de su amigo. –Me gustaría quitarle las manos de encima, pero no es tan sencillo. No puedo resistir sus besos ni su mirada. Algo va a pasar.- Piensa él.

            Mientras sigue ahí, besándose, le abraza con más fuerza. Al abalanzarse sobre él, pierde el equilibrio; tiene que agarrarse a la barandilla con la mano derecha. Y en ese momento, la mano que tenía ocupada en su culo se desliza hacia delante, hasta su entrepierna.

            Pulsa un botón. -¿Qué es esto?- Los dedos de él palpan algo duro… y pulsan un interruptor. Escucha un ruido de un vibrador.

            -Ahhh… sí…- El cuerpo de Laura se sacudo con fuerza en cuanto el vibrador se supone en marcha.

            -Guau… ¡Joder!- Piensa él.

            -Qué bien… Oh, sí…-

            -Emmm… ¿Podrías bajar la voz, Laura?-

            -Ah, basta… por favor… Oh, sí…-

            -Esto no está nada bien.- Piensa mientras la besa para hacer que se calle.

            Laura gime. –Anda, por favor, mantente calladita.-

            Gime de nuevo y su cuerpo se convulsiona un buen rato. Mantiene sus brazos rodeando su cuello.

            -Ah, me corro… ¡¡Me corro!!- Grita ella.

            Le abraza con tanta fuerza que le cuesta respirar. -¡Ay!-

            Mientras Laura se corre en sus brazos, siente un dolor agudo que recorre sus labios.

           

            El pasillo regresa a la tranquilidad al irse Laura al cuarto de baño. –Joder- ¿Por qué me ha mordido?- Se toca el labio. –Au… Me ha hecho daño.-

            La puerta se abre… Y Laura sale del cuarto de baño.

           

            -¿Te encuentras bien?- Pregunta Lavith.

            Ella asiente. –Mmm… Vaya…- Da un pequeño vistazo al pasillo pensando. -¿Qué coño dice uno en estas situaciones?-

            Cierra ella los ojos diciendo. –Mmmm…-

            -¿Sí?-

            -Tommy…-

            -¿Qué pasa con él?-

            -Tommy me lo metió ahí.- Dice ella con timidez.

            … -Jodido pervertido.- Piensa él bastante enfadado.

            -¿Estás enfadado conmigo?-

            -¿Por qué debería estarlo?- Pregunta él.

            -Por que…- Dice ella apartando la mirada.

            -No sé si debería preguntar esto, pero… ¿lo hace a menudo?-

            -No… Normalmente se comporta mejor.- Dice ella cerrando los ojos. –Y esto ha sido en parte por mi culpa.-

            -¿Por su culpa?- Piensa él.

            … No dice nada.

            -Está bien… Creo que me voy a limitar a olvidar lo que ha pasado aquí.-

            … Sigue sin decir nada.

            -¿Qué ocurre?- Pregunta Lavith.

            -Gracias.-

            -Pero si no estás de acuerdo con esto, deberías decírselo… Quiero decir… Tommy no es un sádico hardcore, ¿sabes? No debería… Joder, pero que estoy diciendo.-

            Cierra los ojos Laura.

            -Lo siento.-

            -Puedes odiarme si quieres…- Dice Laura con el rostro y mirada triste.

            -No.- Niega con la cabeza.

            -Entonces, ¿me seguirás viendo como una amiga?-

            -No voy a odiarte. Quiero decir, si no tuvieras novio… Yo sería el primero encantado con todo esto.-

            Cierra los ojos de nuevo.

            -Lo siento… No debería haber dicho eso.-

            -Tengo que irme.- Dice ella.

            -¿Y qué pasa con Tommy?-

            -Oh, no te preocupes. Ahora estoy bien.-

            -Ah, entonces supongo que no estabas aquí esperándole.-

            -Nos vemos luego, ¿vale?- Se despide Laura.

            -Vale.-

            -Lo siento.-

            … Se va del pasillo dejando al muchacho sólo. -¡Mierda! Laura debe haberse sentido muy avergonzada por semejante situación. Y creo que yo la he empeorado con mis estupideces. Lavith, eres un gilipollas. ¿Pero qué mierda es eso de estar “encantado con todo esto”? Creo que sería mejor olvidar todo esto…-

            Se acerca a la barandilla y ve a Lucía y Miguel hablando en un banco del jardín. Parece muy feliz por su sonrisa.

            -Seguiré mi camino…-

Capítulo 24


            -Debería informar a mi tío.- Se dirige al pabellón alfa. Abre la puerta y entra en la planta baja. –No hay nadie… ¿Pero qué..?- La puerta del despacho del decano se abre. –Está saliendo alguien. ¿Quién podría ser?... ¿Qué? Esa es…- Piensa mientras sale una persona.

            -¡Eh, María!-

            -¡Oh, Dios mío!- Se sorprende y se cae del susto.

            -¿Por qué te sorprendes tanto?-

            -¿Qu…? ¿Pero qué…?- Pregunta ella sorprendida e incorporándose.

            -¿Qué, qué, qué?-

            -¡No me pegues esos sustos! ¡Creía que me iba a dar un infarto!-

            -María, escúchame.-

            -¡¿Qué?!- Pregunta con tono alto y molesta.

            -¡No me chilles al oído!- Dice alejándose un poco.

            -Uy, lo siento.- Se calma y aparta la mirada.

            … -Tienes cara de haber hecho algo malo.-

            -¿Q… Qué? ¿Por qué dices eso?-

            -¿Hay alguien en el despacho del decano?-

            -Bueno… esto…- Dice bastante tímida.

            -No hay nadie, ¿verdad?-

            -Bueno, sí. Pero…-

            -¿Así que estabas espiando?- Pregunta él con tono burlón.

            -Bueeeno…- Sigue apartando la mirada y tímida.

            -Una estudiante tan ejemplar como tú haciendo esas cosas tan feas…-

            … No dice nada ella. –No puedes negarlo, ¿eh?-

            … Sigue callada, pero solo emite unos ruidos con la boca como intentando decir algo.

            -¿Qué? ¿Qué quieres decir?- Pregunta él.

            -No lo debería haber hecho.- Dice con tono bajo.

            -¿Puedes repetirlo?-

            -¡Ya te he dicho que no debería haberlo hecho! Pero la puerta estaba abierta, y la tentación de entrar era demasiado fuerte.-

            -Mmm…-

            -Una vez dentro, me he dado cuenta de que la gente podría pensar que estaba espiando si me veían salir tal cual.-

           

            -Así que no podía salir.- Dice ella.

            -Mmm…-

            -Y justo cuando me he decidido a hacerlo, tú has aparecido de la nada.-

            … -Desde luego, suena algo estúpido. Pero no te preocupes.-

            -¡Cállate!-

            -Entonces, ¿quién ha abierto la puerta?-

            -Eso, ¿quién?- Pregunta ella con la mirada apartada.

            -¿Se les olvidó cerrarla?-

            Una voz detrás de ellos pregunta. -¿Quién está chillando en el pasillo?-

            -¡Ups!-

            Tommy… No, él no…- Piensa al verlo.

            Se acerca a ellos y pregunta. -¿Eres María?-

            -Sí. Siento haber gritado.-

            -Joder, menuda tía. Está gritando como una loca y en un instante se comporta más fina que la seda.- Piensa mirándola.

            -No, está bien. Me han asustado, nada más. ¿Ha pasado algo?- Dice Tommy.

            -Bueno… Ella estaba…- Antes de que pueda terminar la frase. María se acerca a Lavith y le pellizca con fuerza. -¡Au!-

            -Nos hemos dado cuenta de que la puerta del despacho del decano estaba abierta, y… Y Lavith estaba a punto de entrar, así que estábamos discutiendo sobre si debíamos hacerlo o no.- Dice María.

            -Ah, vale.-

            … Lavith no dice nada y pregunta Tommy. -¿Qué le pasa?-

            María mira a Lavith y dice. –Se ha pillado los dedos con la puerta.- Y le vuelve a pellizcar.

            -¿Por qué me sigue pellizcando? –Piensa al sentir el pellizco.

            -No está bien eso de entrar en el despacho del decano sin permiso. ¿No lo sabías?-

            -Creo que realmente lo decía en broma.- Dice ella.

            -Bueno, entonces no hay que darle más vueltas. Confío en tu criterio.- Dice Tommy con tono serio.

            -Muchas gracias.-

            -Supongo que se les olvidó cerrar. Esperad aquí, iré a por las llaves.- Se va Tommy.

            -¡María!-

            Se aparta ella diciendo. –Sabía que ibas a intentar alguna jugarreta.-

            -¿Y quién ha sido el que ha acabado quedando mal?-

            -No seas tonto. Gracias a mí, ninguno de los dos nos hemos metido en problemas.-

            -Ya, claro.- Dice Lavith apartando la mirada.

            -Espera, que vuelve.-

            Vuelve Tommy. –Gracias por esperar. Voy a cerrarla.-

            Se dirige a la puerta y la cierra con la llave.

            -Gracias.- Dice María.

            -De nada. Bueno, supongo que nos veremos luego.-

            -Espero que no…- Piensa Lavith mientras ve alejarse a Tommy.

            -Me había olvidado de que tenía que hacer una cosa.- Dice ella viendo la puerta por donde se ha ido Tommy.

            -Espera un momento. Quiero saber qué hacías ahí dentro.-

            -Ya hablaremos, Lavith.- Se va detrás de Tommy.

            -Serás perra.- Piensa al irse ella sin contestarle.

            Al no tener nada más que hacer, sale del edificio y comienza a caminar sin rumbo hasta la planta baja del edificio principal; el jardín Luna.

            La sala del Consejo Estudiantil está en la planta baja.

            -Si me encuentro con Tommy en la residencia, ¿Significará que Laura está sola?-

            No hay nadie en el jardín Luna. Se puede escuchar el borboteo de la fuente. Los pisos superiores están vacíos; el eco del bullicio de la tarde ha cesado por completo. –Mmm… Recuerdo al tipo que vi en el primer piso, mirando de reojo. Es algo en lo que reflexionar.-

            Gira la cabeza Lavith viendo una sombra de alguien en el primer piso.

Capítulo 23


            -Tengo que recoger mi pañuelo.- Sube las escaleras y entra en la habitación, pero solo quedan unas pocas chicas limpiando. –Deben ser miembros del club. Pero tampoco hay muchos. Supongo que todos irán detrás del “aroma”.- Piensa mirando alrededor.

            -Lo siento. Ya hemos terminado por hoy.- Dice una de las chicas.

            -¿Qué?- Dice mirándola y ve que es la chica de esta mañana, de pelo negro con mechas azules.

            -¡Otra vez no!- La chica le agarra de la oreja estirándola.

            -¡Ay! ¿Pero qué estás haciendo? Deja de tirarme de las orejas.-

            -Estás molestando.- Abre la puerta arrastrando a Lavith.

            -¡Ay! ¡Para!-

            -¿Por qué?-

            -Porque duele.- Contesta él.

            -Tu peinado, y esas gafas…-

           

            -Muy típico…- Dice ella.

            -¿Qué?-

            -Está bien. Puedes irte.- Le suela la oreja.

            -¡Eh! Espera un momento.-

            -¿Qué?- El enfado se muestra en su rostro.

            -Exijo una explicación. ¿De qué estás hablando?-

           

            Da un suspiro ella. –En fin…-

            -¿En fin qué?- Pregunta un poco enfadado.

            -¿Crees que le debo una explicación a un pervertido que acaba de entrar en una habitación llena de chicas?-

            -¿Pervertido?- Los ojos del muchacho un poco más al escucharla.

            -O un agresor.- Se le abren más los ojos y continúa ella diciendo. –He oído que te paseas muy a menudo por este piso.-

            -¡¿Qué?!-

            -¿O es que lo que quieres es el “aroma” sin hacer cola? En cualquier caso, eres un gilipollas. Un completo gilipollas.-

            -Pero… serás…-

            -No vas a conseguir cabrearme. Sé que tengo razón. Te dejaré marchar si te vas sin más.-

            … -¡Pero será puta la muy zorra!- Piensa bastante enfadado.

            -¿Qué ocurre, Miriam?- Se escucha una voz de la sala del té.

            -No, no salgas.-

            -Demasiado tarde.- Se abre la puerta. –Ya lo he hecho.- Dice Lucía poniéndose al lado de Miriam.

            … Lavith la mira y dice ella. –Ah, hola. Te he estado esperando, Lavith.-

            -Hola…- Saluda él.

            Miriam mira al muchacho y a Lucía preguntando. -¿Qué?-

            -Ah, todavía no te he presentado a mi hermana pequeña. Lavith, esta es Miriam. Miriam, este es Lavith, el chico del que te hablé hace un rato.-

            Sorprendida Miriam pregunta. -¡¿Qué?!-

            … No dice nada él.

            -¿Ocurre algo, Miriam?-

            -Pero, Lavith es… es…-

            -Sí, es Lavith. ¿Ocurre algo?-

            Vuelve a mirar  Miriam a él. –Pero no encaja con la descripción que me diste.-

            -Ya te lo he dicho.- Dice Lucía con una ligera sonrisa.

            -Pero… pero…-

            -Te lo dije, Miriam.-

            Miriam empieza a llorar. -¿Miriam?- Pregunta su hermana.

            Llora con fuerza y se va corriendo.

            -Mmm…-

            -Discúlpala. No sé qué le pasa.- Dice Lucia.

            -Yo tampoco.- La mira y está con los ojos cerrados y piensa. –Debe sentirse muy avergonzada.-

            Ella entra y sale con un pañuelo. –Aquí  está el pañuelo.-

            -Gracias.-

            Lo huele un poco y pregunta ella. -¿Qué tal huele?-

            Muy bien. Gracias.-

            … Se produce un pequeño silencio. -¿Estáis limpiando?- Pregunta él.

            -Afirma con la cabeza ella.

            -No quiero molestar. Me iré ahora mismo.-

            -Vale, pues. Nos vemos mañana.-

            Se vuelve a meter en la sala, y escucha una voz. -Miriam dijo que no iba a ayudar…-

            -¿Pero de qué coño va todo esto?- Piensa. –Saldré fuera.-

            Caminando sin rumbo llega a la entrada de la biblioteca. Entra y se acerca a la recepción. La señorita Sonia está en el mostrador, sentada en su silla.

            -Hola.- Dice Lavith.

            -¡Ah, Lavith!-

            -¡Pero qué escritorio más desordenado!- Piensa mirando los libros. -¿Estás ocupada?-

            -No. Solo estoy haciendo algunas cosas.-

            -¿En serio? ¿El qué?-

            -Ah… Estoy escribiendo un ensayo.-

            Se acerca a ella y lee. –Veamos. Mmm…:”Mount Hunt (Montaña del Cazador). La creencia de la familia Anekohji”.-

            -Eh, se supone que no deberías mirar.-

            -Lo estás poniendo mal.-

            -¿Cómo?- Pregunta ella.

            -Querrías poner “Hunting” en vez de “Hunt”.-

            -Ah, eso. Las dos están bien escritas.-

            -¿En serio? ¿Es posible llamar a la montaña de diferentes formas?- Pregunta Lavith un poco extrañado.

            -Sí.- Afirma ella.

           

            -Hubo una vez que solo era “La Montaña” pero después comenzó a llamarse el “Monte del Cazador”.- Dice ella.

            -¿Y qué pasa con el “Mount Hunt”?-

            -No se llama así… Resulta que hace siglos hubo un hombre pervertido al que le gustaba el nombre porque le sonaba a “Mount Cunt”. Poesía barata.-

            -Ya veo.-

            -Todo el lugar estaba bajo el control de la familia Anekohji. Cuando todos fueron exterminados por una enfermedad, el pervertido intervino y se hizo con el control de la isla.- Dice ella agarrando un libro de la estantería.

            -Vaya, ese tío otra vez.-

            -Pero ¿sabías que además no permitió que ningún ciudadano accediera a ella?-

            -Claro que no.-

            -Pues estoy investigando el “motivo”.-

            -¿Es por eso por lo que estás en esta escuela?-

            -Se podría decir que sí. Soy descendiente de la familia Anekohji.-

            -¿En serio?- El asombro se hace más intenso en él.

            -¿No te habías preguntado por qué era la directora de la escuela? Fueron mis antepasados quienes la fundaron.-

            -Comprendo…-

            -Y ahora que te lo he contado todo, ¿por qué no echas un vistazo a algún libro?-

            -Verás, no es que no me gusten, es que no tengo demasiado tiempo para leer.-

            -Te recomiendo los que hay en el mostrador.- Dice ella señalando con el boli.

            -Variedad de géneros, ¿eh?-

            -¿Eso crees? Podrían ayudarte a incrementar tus conocimientos en varios campos.-

            … No dice nada él.

            -¿Qué ocurre, Lavith?-

            -Tú lo que quieres es evitar tener que colocarlos otra vez en las estanterías, ¿verdad?-

            -¿De qué estás hablando?- Pregunta ella.

            Se acerca al mostrador y ojea los libros. –De todas formas, no veo ninguno que me interese.-

            -Lástima.-

            -Tengo que irme.- Deja los libros.

            -De acuerdo. Y por favor, vuelve en otra ocasión ¿vale?-

            -Vale.-

            Se va a la sala de lectura y se pone a ojear algún libro.- Ah, Lavith.- Dice una voz de una chica joven.

            -Eh, Sara. ¿Estás leyendo algo?-

            -Sí. La señorita Sonia me dijo que ya había terminado por ahoy.-

            -Ya veo…-

            -¿Estás buscando algún libro, Lavith?- Pregunta Sara con una sonrisa.

            -Nah, solamente estoy dando una vuelta.-

            -¿En… la biblioteca?-

            -Sí.- Afirma él. –Es un lugar tranquilo, por supuesto. Aquí me puedo relajar.-

            Una gran sonrisa se esboza en Sara. –Sí, tienes razón.-

            -Por cierto, ¿qué estás leyendo?-

            -¿Yo?-

            Mira en la mesa y ve un libro de ilustraciones. Lo agarra y lo abre por la mitad. –A ver… ¿eh? ¿Y este adorno?-

            -¿Lavith?-

            -Sara, ¿has encontrado este libro en la biblioteca?-

            -Ummm…- Cierra los ojos ella. –No, es mío.-

            -Oh. ¡Increíble! Es un autor muy enrevesado. Desde luego lees libros complicados.- Dice asombrado.

            -¿Eso quiere decir que ya lo conocías?-

            -Sí, leí cosas suyas hace tiempo. Está enfocado para un tipo de personas muy concreto, pero me gustó.-

            Bastante animada dice. -¡¿De verdad lo crees?! Lo sabía, ¡lo sabía! ¡Yo también lo pienso!-

            -¿Eh? Ah…-

            -Me gustó “El amante de Lady Chatterley” y “Ulises” ¡pero “La tierra del más allá” es soberbio!-

            -Ah, así…- Dice Lavith.

            -¡Oh, estoy en el cielo!- Dice con la sonrisa en el rostro.

           

            -Me hace tan feliz hablar con alguien con quien tengo tanto en común.-

            -Me… alegro.-

            Sara se ríe tontamente. -¿Se encuentra bien?- Piensa Lavith.

            -“ejem”. ¿Puedo preguntarte algo?- Pregunta él.

            -¿Sí?- Deja de reírse.

            -Ese es un libro muy raro. ¿Cómo te hiciste con él?-

            -Me lo dio mi hermana.-

            -¿Tu hermana?-

            -Sí.- Afirma ella.

            -Ya veo.-

            Se produce un ligero silencio. -¿Te suele dar muchos libros?- Pregunta él.

            -Mmm… No, este es el único.-

            -Ajá, el autor es bastante extraño.- Piensa.

            -¿Lavith?-

            -Siento haber interrumpido tu lectura, Sara. Tengo que irme.-

            Se queda triste Sara y dice. -¿Qué? ¿Ya te vas?-

            -Acabo de acordarme de que tengo que ir a un sitio.-

            -Te aburro, ¿no?- Pregunta ella tristemente.

            -No digas eso… Adiós.-

            -Adiós…-

            Baja las escaleras pensando. –Leí “La tierra del más allá” solo una vez. Para ser una novela, es muy complicado. Pero, esos libros son tan…-

            Llega al mostrador. -¡Ey, Lavith!- Dice Sonia.

            -Ya estoy aquí otra vez.-

            -Te diré una cosa interesante si te llevas algún libro.-

            … No dice nada y pregunta ella. -¿A qué se debe ese silencio?-

            -No me refería a…- Piensa.

            -Olvídalo. Avísame cuando quieras algún libro.-

            -Sí…-

            Sale a la calle. El viento cada vez sopla más fuerte, y se está llenando las hojas caídas del suelo.-

Capítulo 22


            -No queda nadie, el sol se pone tan temprano por las montañas… Ey, perrito.-

            El perro ladra. -¿No te he visto esta mañana?-

            Se acerca el perro; un pastor alemán adulto. Se sienta delante del muchacho. –Lo siento, no tengo comida.- El perro le olisquea.

            -¡Te estoy diciendo la verdad! No tengo nada de comer.-

            Mira al muchacho y le ladra una vez. –Tranquilo, perrito… tranquilo.- El perro menea el rabo.

            Se arrodilla Lavith y el perro se acerca. -¡No me chupes! ¡Me haces cosquillas!-

            Da un pequeño salto el perro apoyando sus patas delanteras en él. –Espera, pesas mucho… Bájate… ¡Y no me chupes!-

            -¡Saburo, siéntate!- Se escucha una voz detrás de Lavith.

            El perro ladra, apartándose un poco se sienta.

            -Eh, Yuta…-

            -¿No te dan miedo los perros?-

            -No.- Niega con la cabeza. –Pero este es enorme.-

            Ladra el perro y Yuta mirándolo dice. –No, no eres tan grande…-

            -¿Es tuyo?-

            -No, es amigo mío.- Responde Yuta.

            -¿Y se llama Saburo?-

            -Sí. Es un buen nombre, ¿eh? Hace mucho que nos conocimos.-

            La persona extraña que salió de la residencia femenina, aparece sin decir nada. -Ups. Tengo que irme. Todavía me queda trabajo por hacer.- Dice Yuta.

            … -Oh, y este es Miguel Ángel López, pero le llamamos Miguel. Trabaja en la oficina de la escuela.-

            -Hola, encantado de conocerte.- Dice Lavith.

            -Hola.-

            … No dice nada, tan solo se queda mirando el rostro serio y misterioso de Miguel. –Ya lo he visto antes.- Piensa Lavith.

            … -¿Y tú que haces, Yuta?-

            Bueno, mi trabajo es hacer de la escuela un lugar mejor. Y quizá incluso algún trabajito de reparación.- Dice Yuta.

            Saburo comienza a caminar hacia la valla. Va muy despacio. –Debe ser muy viejo… Y ahora….-

            Camina hasta la residencia masculina y entra en su cuarto. Cierra la puerta y se tumba en la cama. –A ver… Ahora sé que hay algo llamado el “aroma”. Ya no tengo que preocuparme por estar perdiendo el tiempo… Soy un completo extraño en lo que se refiere a Tommy y Laura… Pero pensándolo bien, tampoco es nada raro. ¿Qué hay de malo en haber tenido una cita secreta en la sala del Consejo Estudiantil? Bueno, es un problema si tenemos en cuenta que su propio presidente se salta las reglas de la escuela. Pero no creo que tenga nada que ver con mi “problema”… No… Cuando me encontré con Laura, tenía el presentimiento de que iba a pasar algo malo. En el pasillo, se quedó paralizada con cierto asunto… La conversación con ese estudiante, David, en la azotea… Por ahora, lo mejor será que me centre en el “aroma”.-

            Se incorpora, da un suspiro. –Tengo que ir a por la chaqueta.-

            Va a la planta baja del edificio alfa. Se está haciendo demasiado tarde, apenas hay gente por el pasillo. Llega a la puerta de la enfermería. –A por la chaqueta…-

            Toca en la puerta. -¿Eres tú, Lavith? Pasa.- Se escucha dentro.

            -¿Cómo sabía que era yo?- Piensa mientras abre la puerta.

            Entra y ve a la señorita Leticia sentada en su silla con las piernas en el escritorio. –Cuánto tiempo sin verte.- Dice ella con una sonrisa.

            -Pero si hemos hablado esta misma mañana.-

            -Por cierto, gracias por la chaqueta. Me hubiera gustado devolvértela antes, pero no te he visto por ninguna parte.-

            -Como pille un resfriado será culpa tuya.-

            -¿Eh?- Pregunta Leticia extrañada.

            -Nada…- Mira a una de las camas y ve su chaqueta. –Jo, si hasta la ha limpiado. Que maja.- Piensa.

            -Por cierto, en lo que respecta a lo de esta mañana, le he dicho a Roberto que no te vuelva a molestar.-

            -Gracias.-

            Se produce un silencio y pregunta él. -¿Pasa algo?-

            -¿Eres el guardaespaldas de Lucía Vega o algo así?-

            -Por supuesto. Es muy mona y tiene la mejor sonrisa del mundo.-

           

            -Es broma. Sólo pasaba por allí cuando Roberto la estaba molestando.-

            … Sigue sin decir nada ella. -¿Qué?- Pregunta Lavith.

            -Ha sido muy cortés por tu parte.-

            -¿Te estás quedando conmigo?-

            -No, para nada.-

           

            -Pareces algo receloso. ¿Por qué no confías en mí un poquito más?-

            -¿Debería?- Pregunta él.

            -¿Cómo te encuentras?- Pregunta levantándose de la silla.

            -¿Por qué me preguntas eso?-

            -He oído que no estás del todo bien. ¿Cómo te encuentras últimamente?-

            -Estoy bien, pero ¿por qué tanto interés?-

            -Soy médico. Se supone que es mi trabajo preocuparme por los pacientes. Además, hay una epidemia. Todo el mundo está cogiendo un resfriado.-

            -¿Ah, sí?-

            -Debe ser cosa del cambio de estación. Ha hecho mucho frío estos dos o tres últimos días.-

            Afirma con la cabeza él.

            Leticia se acerca a él preguntando. -¿Te encuentras bien de verdad? Quizá no lo hayas notado porque siempre estás algo tenso.-

            -¿Estás sugiriendo que estoy enfermo? ¿Es normal que un resfriado se propague así, por toda la escuela?-

           

            -Oye… ¿Por qué me miras así?- Pregunta Lavith notando como la mirada de ella se clava fijamente en él.

            -¿Puedes concretar más tu pregunta?-

            -¿De qué me estás hablando?-

            -Si quieres respuestas claras, deberías hacer preguntas concretas.-

            -Concretas, ¿eh?-

            -Eso es.- Dice ella volviendo a sentarse en su silla.

            -Vale. Me gustaría preguntarte sobre ese perfume.-

            -Ah, ese que es tan popular últimamente.-

            Afirma Lavith. –Sí, ese “aroma” del que todos hablan. Lucía lo trajo a la escuela hace un tiempo.-

            -Ummm…- Cierra los ojos ella.

            -Me resultó muy extraño que todos oliesen igual. Y el motivo por el que te lo pregunto es porque a mí, personalmente, no me gusta ese olor.-

            … -¿Pero qué coño estoy diciendo?- Piensa Lavith.

            -¿Y?-

            -No tendría que haber preguntado.- Vuelve a pensar.

            … Los dos no dicen nada.

            -Así que eso, bueno, me preocupa el “aroma” ese…-

            -¿Qué te preocupa?- Pregunta ella.

            -Nada… ¡Olvídalo!-

            -Lo siento, pero es que nunca un estudiante me había hecho preguntas de este tipo.-

           

            -No sé que responderte.-

            -Ya te he dicho que da igual.- Dice Lavith.

            -¿Da igual? Algo así me dijeron cosa de un mes.-

            -¿Cómo?- Pregunta sorprendida.

            -Oí que el decano había ordenado analizar el perfume, y que conocía su composición, pero lo mantenía en secreto. Tommy me dijo no se lo comentase a nadie.-

            -¿Tommy?-

            -Se preguntaba si era alguna clase de droga. Eso ocurrió inmediatamente después de que el “aroma” se hiciese tan popular en la escuela.-

            -Así que es eso…- Dice él sentándose en una cama.

            -Por aquellos días, Tommy todavía era normal.-

            -¿A qué te refieres?-

            -¿A qué me refiero con qué?- Pregunta ella.

            -Has dado a entender que Tommy ha cambiado desde entonces.-

            -¿He dicho eso?- Pregunta ella sorprendida.

            -Sí, lo has dicho.- Afirma.

            -Quería decir que por aquel entonces se esforzaba mucho. Pero ahora, está siempre ocupado con su novia.-

            … -Sí, esos dos lo llevan bastante bien.- Piensa Lavith.

            -¿Algo más, Lavith?-

            -Bueno… Entonces el “aroma” es inofensivo, ¿no?-

            -Hasta donde yo sé, sí.-

            -Me alegra escuchar eso.-

            -¿He resuelto todas tus dudas?-

            -Sí. Me sorprendes que estés haciendo tu trabajo.-

            -¿Por qué dices eso?- Pregunta él.

            -Quiero decir, que siempre que te veo estás durmiendo. Pero hoy…-

            -¿Cómo sabes eso?-

            -Tú me lo dijiste. Bueno… tengo que irme.-

            -Eres un capullo.- Se despide ella.

            Agarra su chaqueta y se va. Al cerrar la puerta piensa. –No sé por qué, pero estar con Leticia me relaja. No importa cuánto tiempo hable con ella… Es bueno que todavía no le haya contando nada sobre mí y mi tío.-