-Solo la señorita Sonia puede entrar en el almacén. Quizá esté trabajando.- Piensa.
-Oh, profesora…-
-Dime.-
Dos voces de mujer se escuchan en el almacén. –Eh. Espera un momento.- Piensa Lavith.
-Ah… Oh…-
Unos gemidos se escucha un poco bajo. -¿Está pasando lo que creo que está pasando?- Piensa mientras camina despacio para ver lo que pasa.
Entre dos estanterías repletas de libros ve a la señorita Sonia detrás de Sara. Una de sus manos está en uno de los pequeños pechos de Sara y la otra mano en su entrepierna.
El cuerpo pequeño de Sara está casi desnudo, lo único que lo cubre es su camisa. El sudor recorre el cuerpo, mientras disfruta de cada movimiento de Sonia.
-Oh señorita Sonia.-
-Eres una monada… ¿Te gusta esto?- Le dice lamiéndole el cuello con la punta de la lengua.
-Sí…-
-Me entristece que no vaya a poder “pasarlo bien” contigo durante un tiempo.-
-No pasa nada… Estaré… bien. Ah…- Dice Sara entre gemidos al tener dos dedos de Sonia dentro.
-¿Quieres besarme, preciosa?-
-Sí…, Sí… Quiero besarte… Por favor…-
Lavith escondido mientras observa la escena piensa. -¿Cómo puñetas voy a explicarle esto a María?-
-Oh, Dios… Sí… Me gusta mucho…- Dice Sara con la respiración agitada y con gemidos altos.
-Que mona…-
-¿Señorita Sonia?-
-Sí.-
-¿Quién era ese de ayer?-
… Sonia no contesta.
-Esa persona… va a interferir… Oh, sí…-
-No te preocupes por eso, ¿vale?-
-De acuerdo… Lo siento, perdóname…- Sus gemidos no cesan y siguen aumentando.
-No te preocupes, no estoy enfadada. Tú eres la única en la que puedo confiar.-
Sara gime de placer.
-Pobrecita… Intentando complacerme…-
-Ah, sí, señorita Sonia… Sí…-
-Ahora te llevaré al paraíso.-
Las manos de Sonia se mueven más rápido y su lengua recorre el cuello.
-¡Oh! ¡Ah! ¡Sí! ¡Sí!-
El muchacho se retira lentamente sin hacer ruido pensando. –No tiene sentido quedarme aquí mirando.-
Deja el almacén y mirando recepción piensa. –La señorita Sonia y Sara… ¿Quién lo hubiera dicho? Debería irme.-
Sale de la biblioteca. –Bueno, ya la he encontrado, pero… ¿Qué le voy a decir a María? No es que no me guste ver estas cosas, pero con esta ya van dos en un solo día… Mataré el tiempo en otro sitio y ya volveré más tarde.- Dice en tono bajo.
-¿Lavith?-
-Oh, joder.- Piensa mientras reconoce la voz de Sara.
-¡Hola, Lavith!-
Se gira para verla y la ve como si nada de lo anterior hubiera pasado. –Mierda.- Piensa.
-¿Qué estás haciendo aquí?-
-Ah, no mucho… ¿Qué estabais? Quiero decir, ¿qué haces tú por aquí?- Cierra los ojos pensando. –Tranquilízate, no sabe que las has visto.-
-He venido a por un libro.-
-Ah, vale. María te estaba buscando.-
-¿Ya ha terminado el entrenamiento? Y yo que quería leer un rato más.-
Mira su rostro un poco triste y le dice. –Hace tiempo que ha terminado.-
Cierra ella los ojos diciendo. -¡Argh, vaya!-
-En cualquier caso, te estaba esperando, ¿vienes?-
-Sí.- Dice con una sonrisa.
… -No puedo creer que sea la misma persona que acabo de ver en la biblioteca. Y hay algo diferente… Me pregunto…- Piensa mientras recuerda lo de antes.
El muchacho agarra la mano de ella y caminan hacia el gimnasio. Llegan a la planta baja del edificio principal, el jardín Luna.
-¿Ese es el libro que has ido a buscar?-
-Sí.- Responde Sara con una sonrisa.
Mira el título del libro. –“La tierra del más allá”. Te debe gustar mucho como para ir a por él a estas horas, ¿eh?-
Con la sonrisa aun en el rostro responde. –Sí. Es precioso.-
-Eso está bien.-
-Esto… ¿Lavith?- Pregunta ella.
-¿Sí?-
-A ti también te gusta, ¿no?-
-¿Me gusta el qué?-
-El libro, “La tierra del más allá”.
-Sí. Se me hizo un poco duro cuando lo leí de pequeño, pero me gustó mucho. No lograba entender las demás obras del autor, pero…-
-¿?- Sara se queda extrañada.
-¿Qué ocurre?-
-No sabía que hubiese escrito más cosas.-
-Oh.-
El rostro de Sara se vuelve triste. –No los he leído.-
-No te preocupes. No son más que libros… Tampoco pasa nada.-
-¿Los tienes?-
-No, pero no te preocupes. “La tierra del más allá” es la única novela que ha publicado.-
-¿A qué te refieres?-
-El autor en realidad era arquitecto… o, espera, ¿no era un filósofo? En cualquier caso, solía escribir en su tiempo libre.-
-Guau. No lo sabía.- Esboza ella una sonrisa.
-Sus otros trabajos son manuales técnicos y mucho más difíciles de leer.-
-¡Sabes muchas cosas!-
-He tenido mucho tiempo.-
-Vaya… Pero es un poco decepcionante.-
Extrañado pregunta. -¿Por qué lo dices?-
-Porque esperaba una secuela del libro.-
-Sí, termina muy repentinamente.-
…
-Le debe apasionar esta novela. Es rara de cojones.- Piensa él.
-¿No nos está esperando María?-
-Es cierto, deberíamos irnos.-
Prosiguen la marcha hasta el gimnasio.
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