Capítulo 29


            Camina al campo principal y al llegar su cuerpo tiembla. De repente sopla una ráfaga de viento. –Parece que estamos en invierno. Hace tanto frío que estoy temblando… Y Sara no está por aquí, ni siquiera puedo ver a los bedeles. Debería buscar en otro sitio.-

            Deja el campo principal y vuelve al edificio principal. Se sienta cerca del estanque y alza su mirada. Da un suspiro y escucha como algo romperse.

            -¡Ahhh!-

            Sube corriendo hasta el segundo piso y se queda asustado al ver a una pequeña criatura oscura mirándole, inmóvil. –Ah, tan solo es la gata.- Dice dando un suspiro de alivio.

            Al mirarla con más calma piensa. –También te paseas por aquí a una hora extraña, ¿eh?- La gata desaparece en las sombras.

            Con la respiración aún agitada baja las escaleras y pone rumbo a la cafetería. Al llegar abre las puertas y observa que no está cerrada, pero no se ve nada.

            -Hace tiempo que pasó la hora de la cena. Aquí no hay nadie.- Dice en tono bajo y mirando al fondo. Tras mirar un poco se escucha pasos.

            Miguel Ángel aparece al lado del muchacho sin decir nada. Asustado piensa. -¡El tío este sabe cómo asustar a la gente!- Se calma un poco y le saluda. –Hola, Miguel Ángel.-

            El “alto oficinista” sale sin ni siquiera dirigirle la palabra, está caminando dando tumbos. -¿Podría ser que haya dormido aquí? Tengo la sensación de que ha salido de la cocina. De todas formas tampoco está aquí Sara.-

            Entra al pabellón alfa y no hay ninguna iluminación, todo está muy oscuro. Las luces del pasillo están apagadas y no encuentra el interruptor por ningún lado. Está rodeado de oscuridad. –Es imposible que pueda encontrar a Sara en estas condiciones.-

            Con cuidado sube al primer piso. Al entrar ve que las luces del pasillo están encendidas. Alguien choca con él. Es Laura con la mirada perdida. –Hola Laura.-

            -Ah, hola…-

            … Una ligera sonrisa se esboza en el rostro de ella. –No pensé que me fueras a hablar.- Dice ella dulcemente.

            -Pues claro que sí.-

            -Gracias. Me alegra que me digas eso.-

            -¿Eh?-

            -Laura se ríe.

            -¿Y qué estabas haciendo? Es bastante tarde.- Pregunta él.

            El rostro serio vuelve en Laura y con un tono más serio contesta. –Cosas…-

            -Así que “cosas”, ¿eh?-

            … Aparta ella la mirada y piensa Lavith. –Quizá no debería haber preguntado.-

            -Por cierto, ¿has visto a Sara?-

            -¿A quién?- Pregunta ella.

            -Ah, que no la conoces. Lo siento. Sara Abad. Una novata. Con dos coletas y lazos, parece una estudiante de primaria.-

            -Ah, esa chica…-

            -¿La conoces?- Pregunta él.

            -La conozco, pero no sé…-

            -¿Perdón?-

           

            -Ah, quieres decir que la conoces pero qué no sabes dónde está.-

            Cierra los ojos diciendo. –Lo siento.-

            -No tienes por qué sentirlo.- Mira al fondo del pasillo pensando. –Me pregunto dónde estará.-

            -Quizá esté en la biblioteca.-

            -Ya está cerrada.- Dice él.

            -Pero la he visto salir bastante tarde, por la noche.-

            -Ah, ¿en serio? Gracias.-

            Se da la vuelta Laura y a los varios pasos se detiene. –Mmm…-

            -¿Sí?- Pregunta Lavith.

            -Sí…- Dice ella con tono muy bajo.

            -¿Sí?-

            … No dice nada ella.

            -¿Laura?-

            -No, nada. Olvídalo.- Dice ella con la mirada en otro lado.

            -Vale.-

            -Por favor, ve a buscarla.-

            -Sí, eso haré.-

            Laura se dirige a las escaleras. Así que el muchacho se dirige también a las escaleras al segundo piso. –Me pregunto que estaría haciendo aquí Laura. Sé que es un año mayor que yo, pero parece tan inocente y mona… No puedo dejarla sola. Quizá esté… Olvídalo. Debería ir a buscar a Sara.-

            Llega al segundo piso y está todo a oscuras. –No está aquí… ¿Estaré buscando donde toca? Sería prejuzgar demasiado imaginar que Sara debería estar en la biblioteca. Pero si la he conocido hoy… Es imposible predecir todas sus acciones. ¿Dónde podría haberse metido a estas horas? Seguro que no en un oscuro y desierto pasillo.-

            Sube a la azotea y las luces están apagadas. Lo único que le permite ver algo es el pálido fulgor de la luna. La oscuridad engulle toda la escuela. Las montañas parecen estar tintadas de negro.

            Detrás del muchacho se escucha a alguien acercándose. -¿Quién es?- Piensa.

            Se gira y mientras lo ve un poco lejos piensa. –Es David, ese chico que provenía de una familia muy rica. ¿Qué coño está haciendo en la azotea en mitad de la noche? Igual está dando una vuelta. No, no parece propio de él.-

            Se acerca a la valla y ve la entrada del edificio principal, está iluminada pero parece que no haya nadie por ahí.

            -Ya investigaré a David más adelante… Me pasaré por el gimnasio.-

            Llega al gimnasio, entra y enciende la luz. Todavía no ha encontrado a Sara. -Me pregunto qué tal le irá a María, se supone que tiene que venir aquí.-

            -¡Eh, Lavith!-

            Aparece María de las escaleras. –Y aquí está… otra vez.- Piensa él.

            -¿La has encontrado?-

            Niega con la cabeza. –No, todavía no.-

            -Pues vaya…-

            -Supongo que ella tampoco ha podido.- Piensa.

            Mira alrededor preguntando. -¿Estás segura?-

            -Sí. Además, la biblioteca está cerrada y…-

            -¿Y qué? ¿Has pensado en algún otro sitio?-

            -Umm… sí. Igual ha vuelto a la residencia.- Dice ella con duda.

            -Quizá tengas razón. ¿Por qué no vas y lo compruebas? Yo seguiré buscando por aquí.-

            -Entendido.-

            -Por cierto, tenéis teléfono en la residencia femenina, ¿no?- Pregunta Lavith.

            -Sí.-

            -Quizá esté llamando a sus padres.-

            -No lo creo.- Cierra ella los ojos y deja el gimnasio.

            -¿Está segura? Recuerdo que Sara apreciaba mucho a su hermana. Así que aunque no llame a sus padres, hay muchas posibilidades de que llame a su hermana. O igual le escribe. De todas formas, ¿dónde leches está Sara? Mmm… espera un momento. Recuerdo que Laura me dijo que había visto a Sara salir de la biblioteca en mitad de la noche. Sara va a menudo allí. Es posible que tenga su propia llave para poder entrar y salir cuando quiera. Debería buscar en la biblioteca.-

            Abandona el gimnasio y camina a la biblioteca. Al llevar a la rotonda a la entrada, percibe la silueta del edificio gracias a las luces parpadeantes del camino que lleva hasta la entrada.

            Coloca su mano en el pomo y lo gira abriendo la puerta. –Que raro, la puerta está abierta. Estoy seguro de que estaba cerrada hace un momento.-

            La biblioteca está completamente a oscuras. Pero alguien debe haber entrado. –Quizá Sara, o la señorita Sonia esté aquí. Echaré un vistazo.-

            Está todo muy silencioso, también está oscuro y hace frío. –No creo que una chica se acercase a este lugar sola. Pero no veo a la señorita Sonia. ¿Quién puede haber abierto la puerta?-

            Camina un poco y escucha un ruido extraño. -¿Qué ha sido eso? ¿La voz de alguien? ¿De dónde viene? De allí.-

            La luz del almacén está encendida. Sin duda, hay alguien dentro.

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