Toc, Toc.
-¿Pero qué…?- Abre los ojos y enciende la luz. –Debo haberme quedado dormido.-
Toc, Toc.
-¿Quién será?- Se levanta de la cama bostezando. –Sí, ¿quién es?-
Abre la puerta y escucha. –Hola…-
Mira quien le ha saludado. –Pero qué coño, Yuta. ¿Qué quieres a estas horas?-
-Hay alguien afuera que pregunta por ti.-
-¿Quién?- Pregunta Lavith.
-Es María.-
-Te está esperando abajo.-
-Gracias.-
-Sin problemas.- Se despide Yuta.
Entra a su dormitorio para cambiarse de ropa. –Me pregunto qué querrá.- Piensa mientras baja las escaleras.
Llega abajo donde el aseo masculino. –Joder, que frío.-
-Eh, Lavith.- Aparece María.
-Sí, ¿qué?-
-¿Sabes dónde está Sara?-
-Ajá.-
…
-Espera, espera. ¿Por qué me lo preguntas a mí?- Pregunta Lavith un tanto confuso.
-Si no lo sabes, no pasa nada.-
María comienza a andar dejándolo sólo, pero la detiene el muchacho. –Un momento, espera…-
Se gira ella. -¿Qué? Tengo un poco de prisa.-
-Te ayudo a buscarla, pero no me dejes así. Explícame qué pasa.-
-Bueno, vale.-
…
-Sara vino al gimnasio para verme entrenar. Pensaba que iba a quedarse ahí hasta que terminase, pero la perdí de vista un momento, y en cuanto me volví ya no estaba.-
-Posiblemente esté en su habitación.- Dice él para tranquilizarla.
-Ya he mirado. Y no está ahí.-
-Oh…-
-Me habó de ti durante la cena, así que por eso he venido a preguntarte.-
-¿Sara también está en el equipo de baloncesto?- Pregunta Lavith.
-Bueno, han pasado un montón de cosas y nos hemos hecho bastante buenas amigas. ¿Recuerdas que te comenté que tenía una amiga con un problema y tal? Pues era ella.-
-¿Y qué problema tiene?-
-Que siempre llega tarde. Creo que se queda despierta hasta las mil de la noche.-
-Ah… Bueno, deberíamos separarnos e intentar encontrarla.-
-Vale. Gracias por ayudarme.-
-Si la encuentro la llevaré al gimnasio, ¿de acuerdo?-
-Vale.-
-Deberías ponerte el uniforme del colegio; te costiparás si vas así con el uniforme deportivo.-
Sonríe ella diciendo. –Eso haré.-
-¿Sabes por dónde puede estar?-
-Me temo que no.-
-Vaya.-
-Bueno, espero que la encontremos pronto. Quedamos en el gimnasio, ¿vale?-
María se aleja. -¿Por dónde debería buscar? Posiblemente esté en la biblioteca, es el único sitio al que va.-
Por el camino ve a los bedeles embutidos en sus uniformes grises deambulando por la zona. –Me pregunto cuántos de ellos trabajarán por la noche. Esos encargados… parece como si hicieran algo más que limpiar el campus. ¿Quizá lo hagan TODO?- Piensa de camino a la biblioteca.
-Bueno, es bastante posible que Sara olvidase algo en la biblioteca.- Al llegar a la biblioteca, las luces están apagadas.
…
-Mierda.- Se acerca a las puertas e intenta abrirlas, pero están cerradas. –Joder, ¿dónde más podría estar?-
Caminando recuerda lo que le ha dicho María. “Sara vino al gimnasio para verme entrenar…” Así que decide ir al gimnasio.
Por el camino pasa por el edificio principal. –Desde luego que el jardín Luna es precioso por la noche… Tengo que encontrar a Sara.-
-Lavith.-
Se gira para ver quien le llama. Es Lucía. –Buenas noches.- Dice ella con su tono suave.
-Buenas noches. ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas?-
-He salido a que me dé la brisa nocturna.-
-Que… elegante. –Dice Lavith un poco asombrado.
-Dentro de pocas semanas hará demasiado frío para hacerlo.-
… Se produce un ligero silencio. Pero dice ella. –Lavith…-
-¿Sí?-
-¿Ya te has acostumbrado al “aroma”?-
-Ahh… Bastante.- Dice con una sonrisa.
Lucía se queda callada, tan solo cierra los ojos.
-Mmm…-
-¿Sí?- Pregunta ella.
-Oh… Así que, ¿te has dado cuenta de que no me gusta ese olor?-
Abre los ojos y con una sonrisa afirma. –Sí.-
El muchacho la mira pensando. –Se está riendo.-
-Este lugar debe resultar espléndido envuelto en la luz de la luna llena.-
Se queda extrañado al escuchar eso de ella.
-La estatua y el estanque a sus pies… Seguro que sería una hermosa vista.- Sigue hablando ella con la sonrisa en su rostro.
-Sí, debe serlo.-
Cierra los ojos de nuevo. –“La luna llena y sus pálidos rayos de luz harán pedazos la sombra de la oscuridad. Sois diestro en redención y en cólera. Podréis ser aplastado, a través de vuestra furia, obtendréis…”- Abre los ojos y ve a Lavith anonadado y pregunta. -¿Lavith?-
-¿Eh? Oh, estaba tan ensimismado que no he podido evitar quedarme mirándote fijamente.-
Unos colores rojos aparecen en sus mejillas resaltando en su piel blanca. –Vamos… Esas palabras estaban grabadas en la estatua. Me he limitado a leerlas.-
-Vaya, pues ha sido impresionante. Parecías un ángel.-
Lucía esboza una sonrisa y se escucha detrás de ellos. –Lucía, ¿dónde estás?-
-Oh, oh…- Se asombra ella.
Lavith reconoce al instante esa voz. –Esa es la voz de su hermana.- Piensa.
-Bueno, Lavith, será mejor que me vaya.-
-Sí… Sé que no está lejos, pero ten cuidado al volver, ¿vale?-
-Vale. Que pases una buena noche, Lavith.-
Se va ella a la puerta sur. Él se queda mirándola hasta que la pierde de vista. -¿Qué pase una buena noche? En fin, Sara no parece estar por aquí.-
Prosigue su camino hasta el gimnasio y detiene en las pistas que están al lado. –Aquí no hay nadie. ¿Dónde se habrá metido Sara?- Dice mientras echa un rápido vistazo.
-Espera… Tengo la sensación de que hay alguien cerca… ¿Por qué parece que estoy en un campo desierto? ¿Qué? Ah, es un bedel trabajando.- Piensa mientras ve al bedel limpiar un poco.
Se tranquiliza un poco mirando alrededor y se da cuenta de que hay unos cuantos más al otro lado de las pistas, no está sólo.
El bedel mira al muchacho y le saluda. –Ah, se ha dado cuenta de que estoy aquí. Me está saludando con la mano. Supongo que yo también debería hacerlo.- Devuelve el saludo. –Qué duro debe ser trabajar tan tarde y en estas condiciones.- Los bedeles se reúnen y salen de las pistas. –Parece que han terminado. Ahora se dirigen al edificio principal. Hay lo menos diez de ellos… me pregunto qué es lo que estarán haciendo.-
… Se escucha a alguien acercándose. -¿Qué? Eh, por detrás…-
Alguien estrangula a Lavith. -¡Agh!-
-¡Cállate!-
-No puedo respirar.- Piensa resistiéndose.
-Si te mueves, te mataré.-
-No puedo…- Piensa Lavith. -¡Ahh!- Grita como puede.
-¡Ahh!- La otra persona da un pequeño grito del susto.
La presión sobre el cuello de él aumenta y emite un quejido.
-He dicho que te calles.-
-No puedo, no puedo…- Dice con dificultad. –El cuello no… No puedo respirar.- Piensa mientras intenta salir del peligro.
-¿Quién es? ¿Lucía?-
-Ah, es… No importa quién sea. Ayúdame. ¡Ahh!- Piensa.
-¿Qué ocurre?-
-¿Una chica?- Piensa mientras intenta respirar.
-¡Ahh! Ha sido todo por su culpa. Se ha metido en mi camino.-
Sin apenas fuerzas piensa. –Si tienes tanto tiempo para parlotear, ya podrías fijarte en mí.-
-Olvídalo, no vale la pena. Debería volver a casa con Lucía.-
-No puedo aguantar más…- Piensa apartando las manos rindiéndose.
-Maldito hijo de puta.- Le quita las manos del cuello y se va para la residencia femenina.
El muchacho intenta respirar con todas sus fuerzas. –Aire… Aire… Aire… Dios, casi me mata. ¿Quién coño era esa?-
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.