Cuando llegan al gimnasio, ve todo a oscuras. –Supongo que alguien habrá apagado las luces.-
-¡Sara!- Dice María bajando de las escaleras.
-Hola, María.- Dice Sara con la sonrisa en su rostro.
-Estaba muy preocupada por ti.-
-Solo he ido a la biblioteca un ratillo.-
-No habrás…-
-¿No habrá, que?- Piensa el muchacho.
-¿No habré, qué?- Pregunta Sara.
-Oh, nada. Vámonos antes de que nos constipemos.-
-¿Qué ibas a decir?- Pregunta él.
Cierra los ojos María. –Nada, ¿vale? Venga, vámonos.-
-Vale, vale.-
-Espera un momento…-
... –Joder. Ya se han ido. María tiraba de Sara como una histérica. Debería ir con ellas; es tarde y no es seguro.-
Llegan al paseo para la residencia femenina. María se detiene y mirando a Lavith pregunta. -¿Hasta dónde piensas seguirnos.-
-Quería asegurarme de que llegabais a vuestras habitaciones de una pieza.- Responde él.
-Así que haciendo de guardaespaldas, ¿eh?-
… -Quizá no sea el mejor del mundo, pero es mejor que nada. Bah, olvídalo.-
… Mira hacia delante ella. -¿Qué?- Pregunta él.
-Nada…-
-¿Podéis dejar de hacer los tontos?- Pregunta Sara.
Da un suspiro María diciendo. –Vale, síguenos si quieres.-
Un poco molesto piensa. -¿Sabrá lo que significa la palabra “Gracias”?-
-Pero te puedes marchar. A estas horas no deberías estar por la calle.-
-No sé si os debería dejar solas.-
-Estaremos bien, ¿vale?- Dice María.
-Eh.- Se escucha una voz detrás de ellos.
-¿Quién anda por ahí?- Pregunta Lavith un poco nervioso.
Se acerca la otra persona y la reconoce. –Es Lucía.- Piensa él.
-Hola, chicos.-
-Hola.-
-Hola.-
-Eres Vega, ¿no?- Pregunta María.
-Sí, encantada.-
-¿Qué estás haciendo aquí?-
-Estoy dando una vuelta, como vosotros.-
-Sí pero nosotras estamos regresando a la residencia.- Dice María.
-Ah, perfecto.-
-Hay alguien detrás de ella.- Piensa él al ver a otra persona acercarse.
-Venga, Miriam. Lavith está aquí.-
-¿Miriam?- Piensa él.
Se coloca ella al lado de Lucía. –Ah, la hermana pequeña de Lucía. Es la chica que dejé llorando en el club de la ceremonia del té. Creo que me malinterpretó… Y parece que sigue enfadada conmigo.- Piensa el muchacho.
-¿Qué pasa?- Pregunta Lavith.
-Vamos, Miriam.-
Enfadada pregunta a Lavith. -¡¿Por qué iba a querer dirigirte la palabra?!-
Molesto piensa. –Pero si no te he hecho nada, tonta del culo.-
-Lo siento mucho. He oído que mi hermana te molestó esta tarde. Y Miriam quería pedir perdón.-
-¿Es una disculpa?- Pregunta Lavith confuso.
Afirma con la cabeza Lucía.
Sara señalando a la residencia dice. –Eh, esa chica se ha ido corriendo.-
-Debería ir tras ella. Hasta luego.-
-Espera, que ya han dado el toque de queda.- Dice María mirando su reloj.
-Lo sé, pero…-
-Oh, entiendo. Entonces yo también voy.- Dice María agarrando la mano de Sara.
-Quiero decir, que no es seguro para vosotras andar solas por ahí, ¿sabéis?-
-¡Yo también quiero ir!- Dice Sara sonriente.
Dando un tirón a la mano. -¡Tú no puedes! Vaya pero te quedarías sola…-
-Yo me encargaré de llevarla.- Dice Lavith.
-¡Ja! Eso es peor aún.-
-¿Qué pasa, es que no confías en mí?- Pregunta él bastante molesto.
-No, no me refería a eso. Ay, ¿qué debería hacer?-
Se produce un silencio largo.
-¿Estáis todos esperando a que decida?- Pregunta María.
-Pues sí.-
-¿Qué vas a hacer?- Pregunta Sara.
…
-Vale. Lavith, ¿puedes acompañarla hasta su habitación?-
-Por supuesto.-
-Venga, Vega. Vamos tras ella.- Dice María.
-Miriam sabe artes marciales, así que no me preocuparía demasiado.- Dice Lucía con el tono tranquilo.
-Es posible, pero estamos en mitad de la nada y quisieras o no, es peligroso.-
-Supongo.-
-Y Sara, no dudes en gritar si este tío intenta hacerte algo “raro”, ¿vale?- Dice María mirando al muchacho.
-¿A qué te refieres con “raro?- Pregunta Sara.
-No te preocupes. Lo sabrás si se da el caso… Vamos Vega.-
-Vale.-
Las dos se van dejándolos solos. –Tenían mucho interés en ir detrás de Miriam.- Piensa el muchacho. –Vale, Sara…-
Un pequeño brazo rodea el de Lavith. Sara le agarra. –Guau.- Piensa él.
-¿Sabes, Lavith? Es la primera vez que un chico me acompaña a casa.-
-También es la primera vez que yo acompaño a una chica a casa.-
-Es agradable caminar cogidos del brazo, ¿verdad?- Dice mientras caminan despacio.
-Sí.- Afirma Lavith.
-¿Podemos ir el resto del camino así?-
-Vale, pero si esto se alarga demasiado, puede que acabes viendo una auténtica bestia. Así que ten cuidado, ¿de acuerdo?-
-¿Una bestia? Vaya, no me importaría.-
… -¿Sara?-
-Espera… El libro va a estropearse.-
Sara le suelta el brazo. –Oh vaya.-
-¿Qué ocurre, Lavith?-
-¿Quieres qué te lleve los libros? Parece que pesan mucho.-
-No te preocupes, puedo con ellos.- Dice Sara con una sonrisa.
-De acuerdo.-
Siguen caminando en silencio. –Eh, Sara…-
-¿Sí?-
-¿No acaba de decir algo sobre ir cogidos del brazo el resto del camino?- Piensa él.
Se produce el silencio y con un suspiro dice el muchacho. –Nada.-
-Vaya.-
-Vamos.-
-De acuerdo.-
Los dos llegan a la residencia femenina. Sara entra y él se da la vuelta para la residencia masculina.