Caminando
llega a la puerta de entrada del edificio principal. Junto a la carretera está
la biblioteca y el campo principal.
-¿Quién
es esa?- Pregunta Lavith al ver a alguien a lo lejos.
Además, cerca de la carretera hay un arroyo
situado al sur del pabellón alfa. Sara está de pie, en la orilla.
-¿Qué
estará haciendo?- Se acerca un poco. –Parece que está mirando algo fijamente…
Estoy seguro de que es Sara. Aunque desde aquí no lo parece. Noto algo
diferente en ella.-
Se
detiene a pensarlo un momento, pero sigue sin poder decir qué es lo diferente…
Sara se gira y mira al joven. En cuanto comprueba que se dirige hacia él,
empieza a ponerse nervioso.
-Hola,
Lavith.- Saluda Sara.
-Hola.-
-¿Qué
tal estás?-
Lavith
no dice nada, se queda contemplando el rostro sonriente de ella.
-¿Lavith?-
Pregunta ella.
-Tirando.-
Responde el joven.
-Quería
hacerte una pregunta.-
-¿Qué?-
-Es
sobre “La tierra del más allá”. Me dijiste que su autor escribió otras cosas,
¿no?-
Afirma
con la cabeza Lavith. –Sí.-
-¿De
qué conocías ese libro?-
-Lo
encontré en la casa donde solía vivir, nada más. No es que los coleccione.-
Dice Lavith.
-Ah…
Por eso sabes tanto.-
-Sí…-
Se
produce un silencio y piensa de forma dubitativa. –Esta es Sara, ¿no?-
-Tengo
que irme…- Dice Sara.
Se
gira ella pero la detiene Lavith diciendo. –Por cierto, te dejaste la novela en
la sala de lectura.-
-Oh,
es verdad. Luego iré a por ella.-
-Es
importante, ¿no?- Pregunta él.
Sara
no responde a la pregunta pero dice. –Tengo que irme.-
-¡Ya
lo sé!- Piensa Lavith.
Tras
marcharse, se da cuenta de qué era lo que veía extraño.
-Hoy
está demasiado tranquila. Parecía como si estuviese hablando con otra persona…
Igual está practicando para alguna clase de interpretación. Pero he notado otra
cosa diferente… no sabría decir qué ahora mismo… Pero ya caeré luego.-
Caminando
sin rumbo intentando averiguar lo diferente de Sara. Llega al gimnasio, se
acerca a la puerta y escucha una voz.
Una
mujer riéndose un poco dice. -¡Ah! Detente.-
-¿Qué?-
Piensa Lavith.
-Quieta.
Me tengo que ir.-
Entra
el muchacho y no ve a nadie. Da unos pasos preguntando. -¿Hay alguien ahí?-
-Ups.-
Dice la voz de mujer.
Se
produce un silencio y piensa Lavith. -¿Quién es?-
Un
cascabel tintinea. Una gata negra aparece detrás de las escaleras.
-¿Qué
estás haciendo?- Pregunta él.
-Ah,
eres tú.- Dice Ágata al salir de detrás de las escaleras.
-¡Eh,
tú!- “Saluda” Lavith.
-Tengo
un nombre, ¿lo sabías? Me llamo Ágata Anekohji.-
-Ugh.
En cuanto escucho su voz, un escalofrío recorre toda mi espalda. No sé por qué,
pero me resulta difícil respirar. Es algo extraño.- Piensa él.
-Ya
nos habíamos presentado antes, ¿no?- Dice ella.
-Sí,
Ágata.-
-Que
grosero por tu parte llamarme así.-
-¡Pero
si has sido tú la que ha dicho que lo hiciera!-
Ella
no dice nada y el cuerpo de Lavith se estremece.
-Por
algún motivo, esta chica me da miedo.- Piensa él.
-Bueno,
supongo que es mejor que “tú”.-
De
repente, los temores de él desaparecen y suspira.
El
rostro de Ágata vuelve a ser serio. –No le digas a nadie que me has visto por
aquí, ¿vale?- Vuelve a esbozar la sonrisa y se acerca mucho al muchacho y le
susurra. –Me enteraré enseguida si lo haces.- Abandona el gimnasio.
-Ahh…
Uhh…- Jadea y piensa. -¿Qué me está pasando?- Vuelve a jadear y pensar. –Son sus
ojos, debe ser algo instintivo.-
Un
cascabel tintinea. La gata maúlla.
-Sé
que me estás diciendo que parezco un tonto…- Dice mirando a la gata y piensa.
–Ágata… Anekohji…-
Deja
el gimnasio y vuelve a la enfermería para ver si ha llegado la señorita
Leticia.
Toc,
toc.
-No,
la señorita Leticia no está aquí. Ya volveré luego.-
Se
dirige a las escaleras para llegar a la azotea a ver si la encuentra. Al llegar
al segundo piso se encuentra con un montón de gente haciendo cola delante del
club de la ceremonia del té.
Llega
a la puerta pensando. –Ya es casi hora de limpiar, echare un vistazo dentro.-
Abre la puerta y se encuentra con Lucía.
-¡Hola!-
Saluda Lavith.
-Oh,
Lavith.- Saluda ella.
-¿He
llegado demasiado tarde? Supongo que sigues con tus cosas.-
Cierra
los ojos y con su tono suave responde. –No quería dar a entender eso. Pero me
sabe mal que cada vez que vengas esté demasiado ocupada para hablar contigo.-
-No
te preocupes. He venido porque quería. No me gustaría molestarte.-
-Nunca
molestas.- Esboza ella una sonrisa.
Algo
sorprendido dice Lavith. -¿En serio? Por cierto…-
-¿Sí?-
-¿Vienes
de una familia adinerada?-
Sorprendida
por la pregunta de él, pregunta. -¿Cómo?-
-Desde
que te conocí, tu forma de actuar y de hablar me ha dado a entender eso.-
-¿Crees
que soy rica?-
-¿No
es así?-
-Nunca
me lo había planteado, pero igual tienes razón.-
-Pues
la verdad es que sí parece que nunca lo ha pensado.- Piensa Lavith.
-¿Y
qué me dices de ti, Lavith?-
-Bueno…
Yo solía vivir en una mansión…-
-¿Solías?-
Interrumpe Lucía preguntando.
-Fui
adoptado, por decirlo de alguna manera, así que…-
El
rostro de Lucía se pone triste.
-¡Eh!
¿Por qué pones esa cara tan triste?- Pregunta el muchacho.
-Lo
siento.-
-En
vez de hacer eso, ¿por qué no me animas con tu gran sonrisa? Me pone muy
contento verte sonreír.-
Asombrada
ella pregunta. -¿Qué?-
-Sobre
todo cuando pareces indiferente y, de pronto, sonríes.-
-No
soy indiferente.-
-Lo
siento, no quería que lo vieses así.- Se disculpa Lavith.
Lucía
no dice nada, tan solo mira el suelo.
-¿He
herido tus sentimientos?- Pregunta él.
-No,
para nada…-
-Entonces,
¿qué ocurre?-
Vuelve
a quedarse en silencio.
-¿Lucía?-
Casi
sollozando, Lucía dice. –No estoy acostumbrada a este tipo de cosas.-
-Je,
se ha puesto roja.- Piensa al ver el rostro ruborizado de ella.
-Tengo
que seguir trabajando.- Dice ella.
-Adelante.
Me iré ahora.- Se gira para abrir la puerta y se escucha.
-Qué
vergüenza…-
Vuelve
a mirarla preguntando. -¿Vergüenza por qué?-
-Ah,
de nada…-
-Vale.-
-Adiós…-
Se despide ella.
Al
salir y caminar a las escaleras, piensa. –Lucía… Vega… Hace mucho tiempo
conocía una chica como ella. Quizá en sueños. Después de todo, cuando era
pequeño, estaba siempre en cama.-
Llega
a la azotea y no encuentra a nadie. Solo se escucha al viento soplar. Así que
baja las escaleras hasta la planta baja y abandona el pabellón alfa.
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