-Me despejaré un poco fuera y veré si está María en las pistas.-
Deja el pabellón alfa y suspira al cerrar la puerta. Pone rumbo a las pistas. Al pasar por el gimnasio ve a María con la ropa deportiva.
-Eh… Es María, está jugando con Saburo. No ha ido a clase, pero si al club.- Piensa mientras le mira como sonríe.
Al mirar alrededor observa a los demás moviéndose pero ella es la única de todos los estudiantes que está quieta. –Hoy debe haber una excursión…- Piensa.
Mira la venda que tiene en el tobillo y piensa. –Sí, se ha torcido el tobillo… Parece que está mejorando. Me alegra ver que hasta puede andar. Qué chica más disciplinada, es capaz de mantener la calma del incidente de esta mañana. De todas formas, parece que su herida que tanto me preocupaba no es para tanto. Eso me tranquiliza… ¿Y ahora, adónde? Veré sigue durmiendo Leticia.-
De camino a la azotea del pabellón alfa escucha una voz detrás del muchacho cerca del club de la ceremonia del té. -¿También quieres unirte al club?-
-¿Qué?- Se gira para ver quien es y reconoce a Tommy.
-En este piso están todos los clubs no atléticos. ¿Has encontrado alguno de tu interés?-
-¿Qué club acabas de visitar?- Pregunta Lavith.
-Ah, el de la ceremonia del té.-
-Eso quiere decir…-
-No, no estoy apuntado. He ido en calidad de presidente del Consejo Estudiantil.-
-Entonces, ¿en qué club estás?-
-Ah, ¿no lo sabías? No voy nunca, así que es comprensible.-
-¿Y bien?- Pregunta Lavith un poco molesto.
-Estoy en le club de arte.-
-¿En el de arte? ¿Con Laura?- Pregunta sorprendido.
-Sí. Posiblemente ella sea la única activa del club. Por cierto, sobre lo de hace un momento…-
-¿Hace un momento?- Pregunta Lavith pensativo.
-Pensaba que había herido tus sentimientos.-
-¿Qué?-
-Al entrometerme mientras hablabas con Laura.-
-Ah. No, no me ha importado en absoluto.-
-Lo siento mucho. Sé que he sobrerreaccionado.- Dice Tommy.
-… ¿”Sobrerreaccionado”?-
-No puedo evitar perder los estribos cuando se trata de Laura.-
Tommy mira Lavith y continúa.-Lo siento. No sé ni lo que estoy diciendo… Olvídalo. Gracias de todas formas. Has hecho que me decidiera.-
-¿Perdón?- Pregunta Lavith algo confuso.
-Gracias. Tengo que irme.-
Tommy abandona el piso dejando al chaval solo. -¿Decidirse? ¿A qué se refiere con eso? No puedo creer que Tommy esté en el club de arte. Y Roberto debe ser el orientador del club, no me molaría nada entrar ahí dentro.- Piensa.
Se dirige a la azotea. No hace viento… Está nublado, pero no hace frío. Nota el calorcito del Sol filtrándose a través de las blancas nubes. Leticia ya no está en el banco.
Llega a la planta baja y se acerca a la enfermería. Toc, toc. Tras una pausa vuelve a tocar pero sigue sin respuesta. Así que sale afuera.
De camino a las pistas, para a descansar en la planta baja del edificio principal. Cierra los ojos para suspirar y al abrirlos ve a Lucía en el primer piso. -¿Todavía no ha ido al club de la ceremonia del té?- Piensa mientras sube al primer piso.
Pero al llegar, escucha en el ala oeste. -¡Eh, Vega!-
Se gira para ver quien es; Miguel Ángel. –Ese es… el chico de la oficina.- Piensa Lavith.
-¿Qué pasa? No se te ve muy alegre.- Dice Miguel Ángel.
Lucía tan solo cierra los ojos y pregunta Miguel Ángel. -¿Tienes algo en mente? Podría aconsejarte, si no te importa.-
-Ahora lo recuerdo… Se llama Miguel Ángel.- Piensa.
-No, gracias.- Dice Lucía.
-A veces, Vega, en momento de dificultad es de gran ayuda hablar con alguien.-
-Desde luego da una impresión distinta a lo de ayer. Cuando lo vi ayer, y hace un rato en la cafetería, parecía un tanto perdido.- Piensa Lavith.
Lucía sigue sin hablar y sigue con los ojos cerrados. –Vamos, podrías aprender algo. Dime qué te preocupa.-
-Ya te lo he dicho… No es nada.- Dice Lucía.
-Está bien. No te voy a obligar a ello.-
Estando Miguel Ángel en el pasillo, Lucía se aleja rápidamente pasando junto a Lavith, pero sin darse cuenta de su presencia. -… ¿Fue así de sincera antes? Mmm…-
Baja a la planta baja al no tener nada que hacer ahí, así que prosigue su camino a las pistas. Al llegar no encuentra a María. -¿Habrán terminado?-
Al darse media vuelta piensa en la biblioteca, sería una buena forma de averiguar algo. Cuando llega a la rotonda de enfrente escucha. -¡Eh, Lavith!- Se gira para ver quien es y ve a Yuta acercarse.
-¿Qué? ¿Vas a volver a la biblioteca?- Pregunta Lavith.
Cruzan la carretera. –Sí. Todavía me quedan libros por devolver.- Responde Yuta.
-¿Qué clases de libros lees?-
-Mmm… Cualquiera que no sea demasiado complicado.-
-Entonces debes leer un montón.-
-En realidad no… He visto un par de libros en mi habitación que tengo que devolver.-
-¿Hace tiempo que tendrías que haberlo hecho?- Pregunta Lavith.
Ruborizado y con la mirada en el suelo, responde. –Sí…-
-¿Y la señorita Sonia no se enfada?-
… Se produce un ligero silencio. -¿La señorita Sonia?-
-Sí… ¿Qué pasa?-
-¿Qué?-
-Actúas de forma extraña cada vez que la menciono. ¿Te cae mal?-
Con una sonrisa, responde Yuta. –No, no es eso.-
-¿Seguro? Parece como si la odiases.-
… Yuta suspira.
-Lo has vuelto a hacer.- Dice Lavith.
-Ya sabes, la vida está llena de circunstancias extrañas…-
Al escucharle, Lavith esboza una sonrisa y comienza a reírse. Pero Yuta serio dice. –Eh, no es algo para cachondearse.-
-Me río por lo serio que te has puesto.-
-Olvídalo. Me ves solo como un crío.- Dice Yuta bastante molesto.
-Ups, no tendría que haberlo hecho.- Piensa y al mirarle lo molesto que está dice. –Lo siento. No te enfades.-
… Yuta no dice nada, tan solo lo mira.
-No quería decir eso. Vamos, que anoche te bebiste casi todo el alcohol que tenía.-
-Tienes razón. Aunque también estaba bastante bueno.-
-Entonces te toca perdonarme.-
-Mmm… Vale, pero tienes que enseñarme tu cara sin gafas.-
Los ojos del muchacho se abren un poco más. -¿Por qué?-
-Porque lo odio.- Contesta Yuta.
-… Qué chico más majo. Gilipollas.-
-Deprisa.-
Da un suspiro Lavith diciendo. –Está bien. Mira.-
Se quita las gafas y mira a Yuta que comienza a sonrojarse. –Mmm…- Gime mientras aparta la mirada Yuta.
-¡Eh!-
-¿Qué?-
-¿Por qué te has sonrojado?- Pregunta Lavith.
-Me recuerdas a alguien.-
El muchacho se vuelve a poner las gafas.
-Sí. Pero es normal.-
-¿A quién te he recordado?- Pregunta Lavith.
-Alguien que conocí hace mucho tiempo.-
Los dos se quedan en silencio. Yuta sonríe preguntando. –Me estaba preguntando… ¿por qué no quieres enseñar la cara y siempre llevas esas gafas?-
-Por muchas razones. Concretamente, anoche…- Responde Lavith.
-¿Cómo por ejemplo?-
-Es un secreto. De todas formas, ¿qué te ocurre con la señorita Sonia?-
-Ah, ¿con ella?-
-Sí, claro.-
-Nada.-
Entrecierra los ojos Lavith esperando que le diga la verdad.
-Tan solo que me siento algo tenso en su presencia. Y tampoco me gusta su perfume.-
-¿Es por eso por lo que has suspirado?-
-Eso es por otra cosa. Nunca recuerda mi nombre, aunque se lo haya dicho el día anterior.-
-Ajá. Así que te toca presentarte otra vez.-
-Eso mismo.- Dice Yuta desanimado.
-¿Y qué tiene que ver eso con las circunstancias extrañas de la vida?- Pregunta Lavith.
-¿Qué? Bueno, pasaron un montón de cosas, y empecé a sentirme un poco nervioso con la señorita Sonia. Es algo difícil de explicar.-
-Está bien. Creo que me hago una idea.-
… -¿Tú no lees ningún libro?- Pregunta Yuta cambiando de tema.
-¿Yo? Sí, claro. Es como una afición.-
-¿Tanto lees?- Pregunta Yuta sorprendido.
-Sólo últimamente.-
-¿Qué clase de libros te gustan más?-
-Ninguno en especial. Mi tío tenía montañas de ellos.-
-Por cierto, ¿Cuáles son tus pasatiempos?- Pregunta Lavith.
-Me gusta ver películas.-
-¿Películas? He oído que no hay canales de televisión en las cercanías.-
-Por eso tengo mi propio reproductor de video.-
-Oh. Ya me lo enseñarás algún día.-
-Claro. Mmm… Tengo que irme.-
-Nos vemos luego.-
Yuta entra a la biblioteca.