-Necesito un poco de aire fresco...- Sube para la azotea. Al llegar arriba mira un poco para el cielo. Al sol le falta poco para ponerse, está empezando a hacer frío. Comienza a mirar un poco al fondo mientras respira hondo. Hay un chico sentado en un banco de la azotea, es el mismo que salió de la residencia femenina.
Un cascabel tintinea. -¿Qué?- Otra vez tintinea el cascabel. -¿La gata? ¿Dónde estás? Mmm…- Piensa.
…
Una imagen borrosa y fugaz le viene a la cabeza…
…
Otra vez le ocurre lo mismo y vuelve a escuchar el cascabel. –Me estoy mareando. Debo estar cansado….- Piensa.
El chico que estaba sentado en el banco se acerca repentinamente. Agacha la cabeza Lavith y ve a la gata jugar con uno de sus zapatos, es la gata negra que vio esta mañana. El cascabel tintinea. Alza la vista y ve al chico irse sin decir nada, y la gata le sigue.
-Supongo que le caerá bien.- Piensa mientras abandonan la azotea.
Baja las escaleras dejando el edificio y se dirige a la biblioteca. Hay montones de hojas caídas por todas partes delante de la puerta. Entra dentro y se acerca a la recepción.
-¡Oh, vaya! ¿Has venido a buscar algún libro?- Dice Sonia con una sonrisa.
-No. Tan solo pasaba por aquí.-
-Bueno. Si necesitas algo, por favor, no dudes en preguntarme.- Tras decirlo se mete en el almacén.
No hay mucha gente en la recepción, así que se dirige a las escaleras para ir a la sala de lectura.
… -Debería echar un vistazo.- Dice en tono bajo.
Sube al primer piso. El techo está bajo y siente algo de claustrofobia. Hay montañas de estanterías lo suficiente altas como para alcanzar el techo. –Si hubiese un terremoto, la palmaría aquí mismo.- Piensa viendo todos los libros.
La presión de la sala hace que deje de pensar. Recorre un camino estrecho hasta unas escaleras. El edificio tiene en realidad tres plantas, y todas ellas están saturadas de libros. –Demasiados para una biblioteca que nadie usa… Es comprensible que la señorita Sonia haya dicho que no tiene suficientes ayudantes.-
El edificio se construyó antes de que se fundase la escuela, hace dieciocho años. Después lo reformaron y ampliaron varias veces, pero nunca derruyeron los cimientos originales. –Investigué un poco sobre la escuela antes de venir aquí.- Piensa mientras va agarrando algunos libros al alzar.
En un principio se usaba también como biblioteca. Pero era de uso privado, y tiene ya un centenar de años. Pertenece a la familia Anekohji. Y el último descendiente resulta que es el fundador de esta escuela.
Lavith se da cuenta de que ha estado aguantando la respiración por culpa del olor tan cargado a libro viejo que flota en el aire… A más de uno le pasaría lo mismo. Las estanterías forman un intrincado laberinto. Se puede ver a algunos estudiantes vestidos de blanco entre ellas. Están todos enfrascados en su mundo; permanecen en silencio y quietos como una estatua. La única cosa que conecta la realidad con este mundo es… el rítmico sonido del ventilador gigante que hay en el techo.
Suspira el muchacho mientras se dirige a la habitación más recóndita de la habitación, la sala de lectura. En el interior de la habitación hay varios escritorios alineados de forma que concuerden con la apariencia externa del edificio. Unas luces iluminan tenuemente la sala.
-Aquí solo hay una persona, una niña rubia con coletas que va y viene cargada con unos libros enormes.- Piensa.
La niña se acerca diciendo. –Disculpa. ¿Estás buscando algo?-
… -Es muy pequeña, unos diez años tendrá. Debe ser una novata.- Piensa viéndola dejar unos libros en la mesa.
-Estaré encantada de ayudarte a encontrar cualquier libro.-
-No, gracias. Tan solo estaba dando una vuelta.- Entrecierra los ojos y piensa. –Espera un momento… Esto es un instituto…-
-Así que dando una vuelta, ¿eh?- Dice la niña con una sonrisa.
-Sí.- Afirma Lavith.
-Suena divertido.- Dice ella con tono alto y alegre.
-Deberías hablar más bajo.-
-No te preocupes, nadie se pasa por aquí.-
-Pero sigue siendo una biblioteca.-
-Vale.- Dice ella con el rostro un poco serio.
-Muy obediente. Pero, ¿cómo te la has arreglado para entrar?-
-Sara.-
-¿Eh?- Ah, que te llamas así.-
-Sí, me llamo Sara Abad. Pero puedes llamarme Sara, a secas.-
…
-¿Y cómo te llamas tú?- Pregunta ella.
-Yo me llamo Lavith, soy de primero. Hoy acaban de trasladarme aquí.-
-Entonces debes ser mayor que yo.- Dice ella con la sonrisa en su rostro.
-Y tú más joven que yo.- Sonríe él.
-Jeje, eres muy divertido.-
… -Vaya, no para de reírse. Debe estar en esa edad.- Piensa.
Sara se queda sonriendo y pregunta Lavith. -¿Trabajas aquí a media jornada?-
Deja de sonreír y no responde. -¿Hola?- Pregunta Lavith.
-Sara.- Dice ella con el rostro serio.
-¿Qué?-
-Es Sara.-
-Ah, sí. ¿Así que trabajas aquí?-
Sonríe un poco respondiendo. –Sí.-
-¿Por qué te gustan los libros?-
-Posiblemente.-
-¿Posiblemente?- Pregunta él un poco sorprendido.
-Mi hermana me dijo que encajaba en el trabajo, así que ese es el motivo principal por el que estoy así.-
…
-Pero también me gusta leer libros.-
-¿Tu hermana estudia en esta escuela?- Pregunta él.
Vuelve a ponerse triste y pregunta Lavith. -¿La hermana de Sara estudia aquí?-
Sonríe un poco diciendo. –No deberías hablar tan alto.-
-Ups. Lo siento.-
-¡Sí! Aunque ya ha terminado. Va a empezar a dar clases este verano.-
-Ah, así que ya se ha graduado.-
-Me escribe y me llama a menudo.-
-¿De verdad?- Pregunta Lavith, la mira y piensa. –Debe ser bastante guapa si es la hermana de esta pequeña.-
-Lavith. ¿No hay ningún libro que quieras leer?-
-Lo siento, pero no.-
-Pues vaya. Sé donde encontrarlos todos.- Dice con el rostro un poco triste.
-Pero eso no quiere decir que los odie. Ya vendré en otra ocasión a por alguno.-
-¿En serio? Entonces, pregúntame a mí la próxima vez que vengas, porfi. ¿Vale?-
-Claro, no te preocupes.-
-¡Yupi!- Dice ella bastante alegre.
-¡Shhh! No chilles tanto.-
-Te estaré esperando con todo mi corazón.- Se despide de Lavith dando un beso en la mejilla. Agarra los libros y se va de la sala.
…
-Sara Abad. Menuda niña más vivaz.- Piensa mientras se dirige fuera de la biblioteca.
Capítulo 18
De vuelta en el segundo piso del Pabellón Alfa, estornuda al oler el perfume. -¿Tengo que esperar a toda esta gente? Parece muy popular. No debe ser un club cualquiera.- Piensa mientras observa a los estudiantes haciendo fila. Se tapa la nariz para evitar estornudar. –Aquí se puede oler el “perfume” más que en ningún otro sitio.- Piensa caminando un poco hasta el club.
-Disculpa.-
Lavith se da media vuelta para ver quien le ha llamado.
-Hola.- Saluda ella con una voz suave.
-Ah, tú eres la de esta mañana.- Se queda mirándola: su piel es más blanca que de los demás estudiantes. Su pelo de color rojo y ondulado llega hasta sus pechos. Es totalmente diferente a todos los demás…
-Sí. Hola. Me llamo Lucía Vega.-
-¿Qué tal estás? Yo me llamo…-
-Lavith, ¿no?-
Los dos se quedan en silencio pero lo interrumpe Lucía. –Muchas gracias por lo de esta mañana.-
Un pequeño flashback le viene al muchacho al recordar como la “salvo” de Roberto. Pero apenas la miró, estaba pendiente en no morir. –Si no he hecho nada.- Dice con una sonrisa.
-Sí que lo has hecho, y te lo agradezco.-
-¿En serio?- Un poco sorprendido pregunta y con la mirada apartándola de ella piensa. –Deberías agradecérselo a la señorita Leticia…-
-Por cierto, ¿por qué viniste aquí esta mañana?- Pregunta ella con las mejillas rojas.
-¿Estás en el club de la ceremonia del té?-
-Sí.-
-Ah… Quizá debería preguntarle a ella.- Piensa Lavith.
-Por favor, pasa.- Dice ella amablemente y abriendo la puerta del club.
-¿Eh?-
-Si quieres preguntar algo. Por favor, pasa.-
Mirando a los demás haciendo fila. -¿No tengo que hacer cola?-
Con los ojos cerrados, niega con la cabeza. –No. Por aquí.-
-Gracias.-
-Sígueme.-
Se sientan los dos cerca de la mesilla.
…
-Ya te he explicado todo sobre el club. ¿Lo has comprendido?-
-Sí.-
Se puede oler ese “aroma” por todo el club de la ceremonia del té. Los del club remodelaron una de las clases especiales y la convirtieron en una habitación muy grande de corte japonés. Y está llena de gente, excepto el área donde están los dos.
-Posiblemente no sea una persona cualquiera.- Piensa al ver que están “solos”.
-Esto…-
-No sabía que también hubiese una ceremonia de incienso.- Dice Lavith al ver en la mesa varias cajas con palos de incienso.
-Sí, la hay.-
-¿Y… profundizáis en ella?-
-No. Solo hacemos una introducción.-
-Parece muy popular.- Dice mirando un poco a los demás.
-Lo que es popular es el olor en si. A nadie le preocupa los procedimientos ni los modales que conlleva.-
-Ya veo.-
-¿Alguna otra pregunta?- Pregunta Lucía.
-Parece que eres la que más sabe sobre el tema.-
-No sé…-
-Mmm. ¿Quién trajo el “aroma” al club de la ceremonia del té? ¿Su orientador?-
-No. Fui yo.-
-Ajá…-
-Eres nuevo, ¿no, Lavith?-
-Me transfirieron a esta escuela hoy mismo.-
-Entonces no me extraña.- Dice Lucía con un tono muy suave.
-¿Sí?-
… Se produce un ligero silencio, pero pregunta Lavith. -¿Cómo sabías que quería hacerte unas preguntas?-
-Por mi sexto sentido.-
-¿Sexto sentido?-
-Sí. Te vi en el pasillo, y noté algo diferente en ti en comparación con los demás.-
Sorprendido el chaval pregunta. -¿Cómo qué?-
-No parecía que necesitases todavía el “aroma”.-
-¿Todavía?-
-Sí.- Dice ella afirmando con la cabeza.
-¿Qué quieres decir con eso?-
-Nada en particular…-
…
-Verás, he oído que este “aroma” tiene efectos relajantes. Pero en tu caso, posiblemente tendría la habilidad de suprimir tus propias emociones. No lo necesitas.-
-¿Quieres decir que estoy tranquilo?-
… Lucía no dice nada, tan solo sigue sentada pero con los ojos cerrados.
-¿Me equivoco?- Pregunta Lavith.
-No. Tal y como has dicho…-
-¿Vienen las mismas personas regularmente?-
-Sí.-
-Lo que significa que es adictivo.- Piensa mirando otra vez a los demás. -¿Puedo ver el incienso?- Pregunta.
-Claro.-
Lucía va a buscar el incienso. Los ojos de Lavith la mira en todo momento y piensa. –Tiene una gracia exquisita en cada movimiento que hace y en cada bocanada de aire que respira. Su voz y sus movimientos son suaves. Debe ser un don natural.-
La ceremonia del incienso es como un juego en el que la gente mezcla diferentes tipos de incienso, compitiendo en hacer la combinación que huela mejor.
-No sé mucho sobre el tema, pero hay un montón de procedimientos a seguir. Y el incienso es la parte más importante de todo eso. ¿Cuál es el ingrediente?-
-Siento haberte hecho esperar. Este es el incienso.- Le da un pequeño palo en un frasco pequeño de cristal.
-Es más pequeño de lo que pensaba. Es un simple trozo de madera.- Tras mirarlo piensa. –Pero con un olor muy fuerte.- Lo huele un poco y estornuda. –Dios, ¡demasiado fuerte! ¿Por qué es tan popular? Debe ser una…-
-¿Crees que el incienso es como una droga?-
-¿Qué?- Pregunta Lavith.
…
-Bueno…- Vuelve a mirar el incienso pensando. –La verdad es que sí que parece una droga. Y es bastante popular. Incluso adictivo. Pero no me importa…-
De repente le viene a la mente lo que dijo Roberto a Lucía esta mañana. –“Deberías tener cuidado, si no quieres que te expulsen. Haz lo que te diga y demostraré que eres inocente. Haz lo que te diga y no te haré daño.”-
-Para ser sinceros, era lo que había pensado.-
-¿En serio?- Pregunta Lucía.
-Ya sé que no era tu intención. Eres lo suficiente lista para no hacer algo así.-
Lucía cierra los ojos y al verla se da un golpe en la cabeza con su mano.
-¿Qué?- Pregunta ella al notar como Lavith se golpea en la cabeza.
-Quiero decir, que sé que no era tu intención repartir drogas por la escuela.-
… Sigue sin decir nada ella.
-Por cierto, ¿has preguntado alguien más por el incienso?- Pregunta él.
-Sí, un par de personas más.-
-¿Solo?-
-Sí, solo dos han venido directamente a mí: el decano y el presidente del Consejo Estudiantil. Pero vinieron por separado. Les preocupaba que fuera adictivo, así que les di una muestra.-
-De este incienso, ¿eh?-
-No he vuelto a saber nada desde entonces.-
-Ya veo…- Dice Lavith mirándola y piensa. –Supongo que mi tío ya lo habría examinado. Y probablemente también conozca su composición. Pero, ¿por qué no me lo dijo?-
…
-Siento haberte robado tu tiempo. Ahora tengo que irme.-
-Ha sido un placer.- Dice ella con una sonrisa.
Abandonan el club y vuelven al pasillo. Más estudiantes hacen fila para el club.
-Si tienes alguna pregunta más, por favor, no dudes en volver.-
-¿En serio? No me gustaría molestarte.-
-No te preocupes, es un placer para mí.-
-¿No estás enfadada porque haya pensado que estabas usando drogas?-
Niega ella con la cabeza. –No te puedo culpar por pensar así. Es inevitable que la gente sospeche.-
-Así que, ¿no vas a hacer nada al respecto?-
-Lucía no dice nada, tan solo cierra los ojos. –Yo lo haría si fuese tú.- Dice Lavith.
Sigue sin decir nada ella. -¿Qué ocurre?- Pregunta él.
-Nada. Tengo que irme…-
Ella se va y entra en el club. –El “aroma”…- Piensa mientras la ve irse. Al cerrar la puerta recuerda parte de conversación entre los dos. –“Sí. Te vi en el pasillo, y noté algo diferente en ti en comparación con los demás.”-
-“¿Cómo qué?”-
-“No parecía que necesites todavía el aroma.”-
…
-Una persona que necesita el “aroma”… No pillo una mierda. Mmmm, debería cambiar el enfoque. “Una persona que lleva el perfume” y “una persona que no”. Supongo que, a no ser que lo use, no seré capaz de sentir sus efectos… Ya pensaré en algo mientras camino.- Piensa al terminar de recordar la conversación.
Comienza a caminar hasta las escaleras.
-Disculpa.-
Lavith se da media vuelta para ver quien le ha llamado.
-Hola.- Saluda ella con una voz suave.
-Ah, tú eres la de esta mañana.- Se queda mirándola: su piel es más blanca que de los demás estudiantes. Su pelo de color rojo y ondulado llega hasta sus pechos. Es totalmente diferente a todos los demás…
-Sí. Hola. Me llamo Lucía Vega.-
-¿Qué tal estás? Yo me llamo…-
-Lavith, ¿no?-
Los dos se quedan en silencio pero lo interrumpe Lucía. –Muchas gracias por lo de esta mañana.-
Un pequeño flashback le viene al muchacho al recordar como la “salvo” de Roberto. Pero apenas la miró, estaba pendiente en no morir. –Si no he hecho nada.- Dice con una sonrisa.
-Sí que lo has hecho, y te lo agradezco.-
-¿En serio?- Un poco sorprendido pregunta y con la mirada apartándola de ella piensa. –Deberías agradecérselo a la señorita Leticia…-
-Por cierto, ¿por qué viniste aquí esta mañana?- Pregunta ella con las mejillas rojas.
-¿Estás en el club de la ceremonia del té?-
-Sí.-
-Ah… Quizá debería preguntarle a ella.- Piensa Lavith.
-Por favor, pasa.- Dice ella amablemente y abriendo la puerta del club.
-¿Eh?-
-Si quieres preguntar algo. Por favor, pasa.-
Mirando a los demás haciendo fila. -¿No tengo que hacer cola?-
Con los ojos cerrados, niega con la cabeza. –No. Por aquí.-
-Gracias.-
-Sígueme.-
Se sientan los dos cerca de la mesilla.
…
-Ya te he explicado todo sobre el club. ¿Lo has comprendido?-
-Sí.-
Se puede oler ese “aroma” por todo el club de la ceremonia del té. Los del club remodelaron una de las clases especiales y la convirtieron en una habitación muy grande de corte japonés. Y está llena de gente, excepto el área donde están los dos.
-Posiblemente no sea una persona cualquiera.- Piensa al ver que están “solos”.
-Esto…-
-No sabía que también hubiese una ceremonia de incienso.- Dice Lavith al ver en la mesa varias cajas con palos de incienso.
-Sí, la hay.-
-¿Y… profundizáis en ella?-
-No. Solo hacemos una introducción.-
-Parece muy popular.- Dice mirando un poco a los demás.
-Lo que es popular es el olor en si. A nadie le preocupa los procedimientos ni los modales que conlleva.-
-Ya veo.-
-¿Alguna otra pregunta?- Pregunta Lucía.
-Parece que eres la que más sabe sobre el tema.-
-No sé…-
-Mmm. ¿Quién trajo el “aroma” al club de la ceremonia del té? ¿Su orientador?-
-No. Fui yo.-
-Ajá…-
-Eres nuevo, ¿no, Lavith?-
-Me transfirieron a esta escuela hoy mismo.-
-Entonces no me extraña.- Dice Lucía con un tono muy suave.
-¿Sí?-
… Se produce un ligero silencio, pero pregunta Lavith. -¿Cómo sabías que quería hacerte unas preguntas?-
-Por mi sexto sentido.-
-¿Sexto sentido?-
-Sí. Te vi en el pasillo, y noté algo diferente en ti en comparación con los demás.-
Sorprendido el chaval pregunta. -¿Cómo qué?-
-No parecía que necesitases todavía el “aroma”.-
-¿Todavía?-
-Sí.- Dice ella afirmando con la cabeza.
-¿Qué quieres decir con eso?-
-Nada en particular…-
…
-Verás, he oído que este “aroma” tiene efectos relajantes. Pero en tu caso, posiblemente tendría la habilidad de suprimir tus propias emociones. No lo necesitas.-
-¿Quieres decir que estoy tranquilo?-
… Lucía no dice nada, tan solo sigue sentada pero con los ojos cerrados.
-¿Me equivoco?- Pregunta Lavith.
-No. Tal y como has dicho…-
-¿Vienen las mismas personas regularmente?-
-Sí.-
-Lo que significa que es adictivo.- Piensa mirando otra vez a los demás. -¿Puedo ver el incienso?- Pregunta.
-Claro.-
Lucía va a buscar el incienso. Los ojos de Lavith la mira en todo momento y piensa. –Tiene una gracia exquisita en cada movimiento que hace y en cada bocanada de aire que respira. Su voz y sus movimientos son suaves. Debe ser un don natural.-
La ceremonia del incienso es como un juego en el que la gente mezcla diferentes tipos de incienso, compitiendo en hacer la combinación que huela mejor.
-No sé mucho sobre el tema, pero hay un montón de procedimientos a seguir. Y el incienso es la parte más importante de todo eso. ¿Cuál es el ingrediente?-
-Siento haberte hecho esperar. Este es el incienso.- Le da un pequeño palo en un frasco pequeño de cristal.
-Es más pequeño de lo que pensaba. Es un simple trozo de madera.- Tras mirarlo piensa. –Pero con un olor muy fuerte.- Lo huele un poco y estornuda. –Dios, ¡demasiado fuerte! ¿Por qué es tan popular? Debe ser una…-
-¿Crees que el incienso es como una droga?-
-¿Qué?- Pregunta Lavith.
…
-Bueno…- Vuelve a mirar el incienso pensando. –La verdad es que sí que parece una droga. Y es bastante popular. Incluso adictivo. Pero no me importa…-
De repente le viene a la mente lo que dijo Roberto a Lucía esta mañana. –“Deberías tener cuidado, si no quieres que te expulsen. Haz lo que te diga y demostraré que eres inocente. Haz lo que te diga y no te haré daño.”-
-Para ser sinceros, era lo que había pensado.-
-¿En serio?- Pregunta Lucía.
-Ya sé que no era tu intención. Eres lo suficiente lista para no hacer algo así.-
Lucía cierra los ojos y al verla se da un golpe en la cabeza con su mano.
-¿Qué?- Pregunta ella al notar como Lavith se golpea en la cabeza.
-Quiero decir, que sé que no era tu intención repartir drogas por la escuela.-
… Sigue sin decir nada ella.
-Por cierto, ¿has preguntado alguien más por el incienso?- Pregunta él.
-Sí, un par de personas más.-
-¿Solo?-
-Sí, solo dos han venido directamente a mí: el decano y el presidente del Consejo Estudiantil. Pero vinieron por separado. Les preocupaba que fuera adictivo, así que les di una muestra.-
-De este incienso, ¿eh?-
-No he vuelto a saber nada desde entonces.-
-Ya veo…- Dice Lavith mirándola y piensa. –Supongo que mi tío ya lo habría examinado. Y probablemente también conozca su composición. Pero, ¿por qué no me lo dijo?-
…
-Siento haberte robado tu tiempo. Ahora tengo que irme.-
-Ha sido un placer.- Dice ella con una sonrisa.
Abandonan el club y vuelven al pasillo. Más estudiantes hacen fila para el club.
-Si tienes alguna pregunta más, por favor, no dudes en volver.-
-¿En serio? No me gustaría molestarte.-
-No te preocupes, es un placer para mí.-
-¿No estás enfadada porque haya pensado que estabas usando drogas?-
Niega ella con la cabeza. –No te puedo culpar por pensar así. Es inevitable que la gente sospeche.-
-Así que, ¿no vas a hacer nada al respecto?-
-Lucía no dice nada, tan solo cierra los ojos. –Yo lo haría si fuese tú.- Dice Lavith.
Sigue sin decir nada ella. -¿Qué ocurre?- Pregunta él.
-Nada. Tengo que irme…-
Ella se va y entra en el club. –El “aroma”…- Piensa mientras la ve irse. Al cerrar la puerta recuerda parte de conversación entre los dos. –“Sí. Te vi en el pasillo, y noté algo diferente en ti en comparación con los demás.”-
-“¿Cómo qué?”-
-“No parecía que necesites todavía el aroma.”-
…
-Una persona que necesita el “aroma”… No pillo una mierda. Mmmm, debería cambiar el enfoque. “Una persona que lleva el perfume” y “una persona que no”. Supongo que, a no ser que lo use, no seré capaz de sentir sus efectos… Ya pensaré en algo mientras camino.- Piensa al terminar de recordar la conversación.
Comienza a caminar hasta las escaleras.
Capítulo 17
Día 1. Mediodía.
-Estoy cansado, debería ir a mi cuarto un rato.-
Antes de llegar a la residencia masculina para al pie de unas escaleras. Los servicios que utilizan los estudiantes están justo delante. Al lado, hay varios chicos hablando en un banco. Las escaleras son muy antiguas y se supone que no deben usarse, eso se debe a que son muy empinadas y es fácil resbalar por culpa del musgo que se formó hace tiempo. Además, cerca de ellas hay unas que construyeron recientemente. Si llegas tarde, es más rápido usar las viejas. Sin embargo, son bastante peligrosas, así que conviene usar las nuevas.
-Se supone que había una hoja informativa al respecto, pero los estudiantes la quitaron nada más ponerse junto a las escaleras.- Piensa mientras sube las escaleras para ir a su dormitorio.
-Hogar, dulce hogar.- Dice Lavith a la habitación vacía sentado en la cama, mientras se quita las zapatillas.
Descalzo, camina por el frío suelo hacia la ventana. Chirría al abrirse, entra aire otoñal, su piel está fría. Estarías calentito si no le hubiera dejado su chaqueta a la señorita Leticia.
-Debería recuperarla cuanto antes… En cualquier caso, tendría que limpiar un poco. Mañana haré lo que debo hacer.- Se tumba en la cama y mirando al techo piensa. –Eso es lo que me pidió mi tío. Tengo que averiguar cualquier problema que pase en la escuela. La definición de “problema” es ambigua, pero mi tío tampoco parecía saber de qué se trataba. O igual no estaba hablando en serio… en cualquier caso, es obvio que quería saber todos los secretos, no tengo fecha límite. Lo que debería decir que debería darme prisa. Un empresario como él no tiempo para malgastar.-
Se incorpora. –Aun así es fácil fraternizar con mi tío cuando hay alcohol de por medio. Tengo que mantenerlo todo en secreto, si ocurre algo, iré directo a él… Por ahora echaré un vistazo en la escuela; luego ya decidiré qué hacer.-
Sale al balcón. –Es malo para mi cuerpo… pero es una droga legal. ¿Qué es eso? No, nada… Empecé este mal vicio cuando tenía catorce o quince años. Me decían que no iban a pasar de los veinte. Que era mi destino. Así que pensé: “Vale, pues. Haré lo que me dé la gana.” Por fortuna, el médico siguió regañándome… lo que hizo que sobreviviese. El encargado de la mansión que también tenía el apellido de la familia… nunca dijo nada. Supongo que mi tío le ordenó que no lo hiciera…-
Mira al cielo gris pensando. –No sé cuándo enfermé. Quizás ya nací así. Ni siquiera sé por qué mi tío me adoptó, ni donde estuve viviendo antes de entrar en la mansión. Nunca me lo dijeron y tampoco es que recuerde nada. Es difícil imaginarlo ahora, pero tuve que permanecer en cama cuando era pequeño. Me mantenía entre la vida y la muerte cada vez que tenía un ataque. Y cada vez que sufría uno, me daban una cantidad de drogas inmensa. Cómo iba a saber nada de mí, si estaba siempre semiinconsciente. No recuerdo demasiado mi infancia antes de los ocho años. Los ataques que tenía entonces eran los peores… Menudo pasado más deprimente. Debería volver a la habitación.-
Entra en el dormitorio cerrando la ventana y se sienta en la cama. Agarra la libreta donde dibujó el mapa y arrancando la hoja dice. –Ahora será más cómodo llevarlo, lo guardaré en el bolsillo.- Se coloca las zapatillas y sale del dormitorio. Baja las escaleras y mira el mapa. –Mmm iré a la biblioteca a ver si averiguo algo en algún libro.-
Al llegar a la biblioteca escucha. -¿Tú también vas a la biblioteca?-
-¡Eh!- Dice Lavith al ver a Yuta.
-¿Qué?-
-Te he estado buscando por todas partes. ¿Dónde te habías metido?-
-¿Habíamos quedado o algo?- Pregunta Yuta bastante confuso.
-No, la verdad es que no.-
-Entonces, ¿por qué me gritas?-
-Pues porque…- Lavith se queda sin decir nada más.
… Se produce un silencio y dice Lavith. –Qué día tan bonito hace hoy.-
-¿Ha ocurrido algo?-
-Absolutamente nada. Ese es el problema.-
Bastante asombrado o atónito se queda Yuta mirándole.
-¿Sabes esos días en los que andas sin rumbo fijo, sin pensar en absolutamente nada? Y cuando crees que has llegado a algún sitio, resulta que estás justo donde habías empezado.-
-¿Cómo? ¿Te encuentras bien?-
Cambiando de tema Lavith pregunta. -¿Qué haces aquí?-
-H…He venido a devolver un libro.-
-¿Un libro? ¿Es que lees a menudo?-
… Yuta sigue mirándolo.
-¿Qué?-
-¿Te encuentras bien de verdad?-
-Si te soy sincero, creo que no soporto más esta vida…-
El rostro de Yuta se vuelve triste y con una sonrisa dice Lavith. –Me estoy quedando contigo, memo.-
Vuelve a sonreír Yuta. –Ah, menos mal…-
-Bah, vamos a dejarlo.- Piensa Lavith.
-Por un momento había pensado que estabas… ¡Achís!-
-Salud.- Dice Lavith ofreciéndole un pañuelo de papel. –Eh…-
-¿Sí?-
-¿Dónde venden ese perfume?-
-¿Por qué? ¿Te gusta?-
-Para nada, pero se está poniendo de moda. Todos lo llevan.-
-Ya. Pero no es perfume, es incienso.-
-¿Incienso?- Pregunta Lavith.
-Sí. El club de la ceremonia del té lo está repartiendo.-
-Entonces supongo que el club popular era ese.- Piensa recordando la larga fila de estudiantes.
-¿Lavith?-
-Perdona. Gracias por la información.-
-De nada.-
Se quedan los dos sin decir nada y sin moverse. -¿No vas a entrar?- Pregunta Lavith.
-Sí, es cierto.-
Yuta y Lavith entran dentro y se quedan en la recepción. De la bella estructura emana el olor de los libros viejos. Es una construcción de dos pisos con una inmensa lámpara de araña colgando del techo. Es enorme para una escuela normal. Parece como si el edificio se hubiera construido para otros propósitos.
-No hay mucha gente por aquí, ¿no?- Pregunta Lavith.
-Ya, pero así se está más tranquilo.-
-Hay tanta calma que hasta asusta.- Dice Lavith mirando a todas partes.
-¿Tú crees?-
-Sí.-
Avanzan un poco y ven a la señorita Sonia en el mostrador.
-Un momento, ¡espera!-
Se acerca Lavith al mostrador y con una sonrisa saluda Sonia. –Hola, Lavith.-
-Hola, ¿también eres la bibliotecaria?-
-Así es. No hay demasiado personal.-
-Eres muy trabajadora.-
-Gracias.- Se levanta de su asiento. –La biblioteca está abierta hasta las seis, así que puedes echar un vistazo.-
-¿Cuánta gente trabaja aquí?-
-Déjame pensar…- Se coloca el boli en el labio.
-Con que me lo digas a ojo, me vale.-
-No sé si debería facilitar ese tipo de información.-
-Va, venga.-
Se acerca ella a Lavith y casi rozando sus labios dice. –De acuerdo, pero es información confidencial.- Se aparta y sonríe un poco.
-Vale.-
-Que quede entre tú y yo.- Dice Sonia guiñando un ojo.
-Venga, vamos. Deja de tomarme el pelo.-
Se acerca Yuta diciendo. –No sabía que vosotros dos fuerais…-
-Ah, estás aquí.- Dice Lavith mirándolo.
-Sí, me has dejado ahí tirado.-
-Que mono.-
-Hola.- Dice Yuta mirando a Sonia.
-¿Cómo te llamas?- Dice Sonia sentándose en su silla.
-Mmm.-
-¿Yuta?- Pregunta Lavith.
-Me llamo Yuta Onoda.- Dice un poco distraído.
-Joder, Yuta, intenta parecer un poco más enérgico.-
-¿No he causado una buena primera impresión?-
-Bueno, no das la sensación de ser precisamente muy… vivaracho.-
-¿Tú crees?- Pregunta Yuta.
-Parecéis hermanitos.- Dice Sonia con una sonrisa.
Lavith la mira diciendo. –Debes estar de broma.-
-No, en serio.-
-Que triste…-
-Eres muy ruin.- Dice Yuta.
-¿Seguro que no lo sois?-
-Bueno, respecto a lo de los trabajadores de la biblioteca…-
-Ah, sí. Entonces será un secreto entre nosotros tres, ¿vale?-
-Vale.-
-No estoy demasiado segura, pero…-
-¿Pero?-
-Creo que soy la única por aquí con un título de bibliotecaria.-
El silencio lleva la sala. -¿Qué opinas?- Dice Sonia.
-No lo sé. ¿Qué piensas tú, Yuta?-
-Así que hay gente que trabaja sin ser titulada, ¿no?-
-Eso parece, ¿pero es legal?- Pregunta Lavith.
-No lo sé.-
-En cualquier caso, nadie sabe qué están haciendo, así que no puedo pedirles que me ayuden.-
-Ah.-
-También tengo estudiantes trabajando a media jornada, pero no saben ni colocar los libros correctamente.-
-¿Así que la pila de libros que tienes al lado es la prueba de lo duro que trabajas?- Pregunta Lavith.
-Ah, ¿estos?- Señala la pila de libros con el boli. –Son para la tesis que estoy preparando.-
…
-Te está insinuando que tiene que volver al trabajo, ¿verdad?-
-No le busques tres pies al gato.- Dice Lavith.
-En fin, voy a devolver el libro y a dar una vuelta por la biblioteca.-
-Vale. Yo creo que me iré.-
-¿Tan pronto?- Pregunta Sonia.
Afirma con la cabeza Lavith. –Sí, acabo de acordarme de algo.-
-Oh.-
-Si me disculpáis, ya nos veremos luego.-
-Nos vemos.- Se despide Yuta.
Se aleja y antes de abrir la puerta, mira atrás. Ve a Yuta devolviendo el libro en el mostrador. Es un libro enorme. El chaval tiene que ser una auténtica rata de biblioteca. Hay una sala de lectura al fondo.
-Quizá deba pasarme por el club de la ceremonia del té.-
-Estoy cansado, debería ir a mi cuarto un rato.-
Antes de llegar a la residencia masculina para al pie de unas escaleras. Los servicios que utilizan los estudiantes están justo delante. Al lado, hay varios chicos hablando en un banco. Las escaleras son muy antiguas y se supone que no deben usarse, eso se debe a que son muy empinadas y es fácil resbalar por culpa del musgo que se formó hace tiempo. Además, cerca de ellas hay unas que construyeron recientemente. Si llegas tarde, es más rápido usar las viejas. Sin embargo, son bastante peligrosas, así que conviene usar las nuevas.
-Se supone que había una hoja informativa al respecto, pero los estudiantes la quitaron nada más ponerse junto a las escaleras.- Piensa mientras sube las escaleras para ir a su dormitorio.
-Hogar, dulce hogar.- Dice Lavith a la habitación vacía sentado en la cama, mientras se quita las zapatillas.
Descalzo, camina por el frío suelo hacia la ventana. Chirría al abrirse, entra aire otoñal, su piel está fría. Estarías calentito si no le hubiera dejado su chaqueta a la señorita Leticia.
-Debería recuperarla cuanto antes… En cualquier caso, tendría que limpiar un poco. Mañana haré lo que debo hacer.- Se tumba en la cama y mirando al techo piensa. –Eso es lo que me pidió mi tío. Tengo que averiguar cualquier problema que pase en la escuela. La definición de “problema” es ambigua, pero mi tío tampoco parecía saber de qué se trataba. O igual no estaba hablando en serio… en cualquier caso, es obvio que quería saber todos los secretos, no tengo fecha límite. Lo que debería decir que debería darme prisa. Un empresario como él no tiempo para malgastar.-
Se incorpora. –Aun así es fácil fraternizar con mi tío cuando hay alcohol de por medio. Tengo que mantenerlo todo en secreto, si ocurre algo, iré directo a él… Por ahora echaré un vistazo en la escuela; luego ya decidiré qué hacer.-
Sale al balcón. –Es malo para mi cuerpo… pero es una droga legal. ¿Qué es eso? No, nada… Empecé este mal vicio cuando tenía catorce o quince años. Me decían que no iban a pasar de los veinte. Que era mi destino. Así que pensé: “Vale, pues. Haré lo que me dé la gana.” Por fortuna, el médico siguió regañándome… lo que hizo que sobreviviese. El encargado de la mansión que también tenía el apellido de la familia… nunca dijo nada. Supongo que mi tío le ordenó que no lo hiciera…-
Mira al cielo gris pensando. –No sé cuándo enfermé. Quizás ya nací así. Ni siquiera sé por qué mi tío me adoptó, ni donde estuve viviendo antes de entrar en la mansión. Nunca me lo dijeron y tampoco es que recuerde nada. Es difícil imaginarlo ahora, pero tuve que permanecer en cama cuando era pequeño. Me mantenía entre la vida y la muerte cada vez que tenía un ataque. Y cada vez que sufría uno, me daban una cantidad de drogas inmensa. Cómo iba a saber nada de mí, si estaba siempre semiinconsciente. No recuerdo demasiado mi infancia antes de los ocho años. Los ataques que tenía entonces eran los peores… Menudo pasado más deprimente. Debería volver a la habitación.-
Entra en el dormitorio cerrando la ventana y se sienta en la cama. Agarra la libreta donde dibujó el mapa y arrancando la hoja dice. –Ahora será más cómodo llevarlo, lo guardaré en el bolsillo.- Se coloca las zapatillas y sale del dormitorio. Baja las escaleras y mira el mapa. –Mmm iré a la biblioteca a ver si averiguo algo en algún libro.-
Al llegar a la biblioteca escucha. -¿Tú también vas a la biblioteca?-
-¡Eh!- Dice Lavith al ver a Yuta.
-¿Qué?-
-Te he estado buscando por todas partes. ¿Dónde te habías metido?-
-¿Habíamos quedado o algo?- Pregunta Yuta bastante confuso.
-No, la verdad es que no.-
-Entonces, ¿por qué me gritas?-
-Pues porque…- Lavith se queda sin decir nada más.
… Se produce un silencio y dice Lavith. –Qué día tan bonito hace hoy.-
-¿Ha ocurrido algo?-
-Absolutamente nada. Ese es el problema.-
Bastante asombrado o atónito se queda Yuta mirándole.
-¿Sabes esos días en los que andas sin rumbo fijo, sin pensar en absolutamente nada? Y cuando crees que has llegado a algún sitio, resulta que estás justo donde habías empezado.-
-¿Cómo? ¿Te encuentras bien?-
Cambiando de tema Lavith pregunta. -¿Qué haces aquí?-
-H…He venido a devolver un libro.-
-¿Un libro? ¿Es que lees a menudo?-
… Yuta sigue mirándolo.
-¿Qué?-
-¿Te encuentras bien de verdad?-
-Si te soy sincero, creo que no soporto más esta vida…-
El rostro de Yuta se vuelve triste y con una sonrisa dice Lavith. –Me estoy quedando contigo, memo.-
Vuelve a sonreír Yuta. –Ah, menos mal…-
-Bah, vamos a dejarlo.- Piensa Lavith.
-Por un momento había pensado que estabas… ¡Achís!-
-Salud.- Dice Lavith ofreciéndole un pañuelo de papel. –Eh…-
-¿Sí?-
-¿Dónde venden ese perfume?-
-¿Por qué? ¿Te gusta?-
-Para nada, pero se está poniendo de moda. Todos lo llevan.-
-Ya. Pero no es perfume, es incienso.-
-¿Incienso?- Pregunta Lavith.
-Sí. El club de la ceremonia del té lo está repartiendo.-
-Entonces supongo que el club popular era ese.- Piensa recordando la larga fila de estudiantes.
-¿Lavith?-
-Perdona. Gracias por la información.-
-De nada.-
Se quedan los dos sin decir nada y sin moverse. -¿No vas a entrar?- Pregunta Lavith.
-Sí, es cierto.-
Yuta y Lavith entran dentro y se quedan en la recepción. De la bella estructura emana el olor de los libros viejos. Es una construcción de dos pisos con una inmensa lámpara de araña colgando del techo. Es enorme para una escuela normal. Parece como si el edificio se hubiera construido para otros propósitos.
-No hay mucha gente por aquí, ¿no?- Pregunta Lavith.
-Ya, pero así se está más tranquilo.-
-Hay tanta calma que hasta asusta.- Dice Lavith mirando a todas partes.
-¿Tú crees?-
-Sí.-
Avanzan un poco y ven a la señorita Sonia en el mostrador.
-Un momento, ¡espera!-
Se acerca Lavith al mostrador y con una sonrisa saluda Sonia. –Hola, Lavith.-
-Hola, ¿también eres la bibliotecaria?-
-Así es. No hay demasiado personal.-
-Eres muy trabajadora.-
-Gracias.- Se levanta de su asiento. –La biblioteca está abierta hasta las seis, así que puedes echar un vistazo.-
-¿Cuánta gente trabaja aquí?-
-Déjame pensar…- Se coloca el boli en el labio.
-Con que me lo digas a ojo, me vale.-
-No sé si debería facilitar ese tipo de información.-
-Va, venga.-
Se acerca ella a Lavith y casi rozando sus labios dice. –De acuerdo, pero es información confidencial.- Se aparta y sonríe un poco.
-Vale.-
-Que quede entre tú y yo.- Dice Sonia guiñando un ojo.
-Venga, vamos. Deja de tomarme el pelo.-
Se acerca Yuta diciendo. –No sabía que vosotros dos fuerais…-
-Ah, estás aquí.- Dice Lavith mirándolo.
-Sí, me has dejado ahí tirado.-
-Que mono.-
-Hola.- Dice Yuta mirando a Sonia.
-¿Cómo te llamas?- Dice Sonia sentándose en su silla.
-Mmm.-
-¿Yuta?- Pregunta Lavith.
-Me llamo Yuta Onoda.- Dice un poco distraído.
-Joder, Yuta, intenta parecer un poco más enérgico.-
-¿No he causado una buena primera impresión?-
-Bueno, no das la sensación de ser precisamente muy… vivaracho.-
-¿Tú crees?- Pregunta Yuta.
-Parecéis hermanitos.- Dice Sonia con una sonrisa.
Lavith la mira diciendo. –Debes estar de broma.-
-No, en serio.-
-Que triste…-
-Eres muy ruin.- Dice Yuta.
-¿Seguro que no lo sois?-
-Bueno, respecto a lo de los trabajadores de la biblioteca…-
-Ah, sí. Entonces será un secreto entre nosotros tres, ¿vale?-
-Vale.-
-No estoy demasiado segura, pero…-
-¿Pero?-
-Creo que soy la única por aquí con un título de bibliotecaria.-
El silencio lleva la sala. -¿Qué opinas?- Dice Sonia.
-No lo sé. ¿Qué piensas tú, Yuta?-
-Así que hay gente que trabaja sin ser titulada, ¿no?-
-Eso parece, ¿pero es legal?- Pregunta Lavith.
-No lo sé.-
-En cualquier caso, nadie sabe qué están haciendo, así que no puedo pedirles que me ayuden.-
-Ah.-
-También tengo estudiantes trabajando a media jornada, pero no saben ni colocar los libros correctamente.-
-¿Así que la pila de libros que tienes al lado es la prueba de lo duro que trabajas?- Pregunta Lavith.
-Ah, ¿estos?- Señala la pila de libros con el boli. –Son para la tesis que estoy preparando.-
…
-Te está insinuando que tiene que volver al trabajo, ¿verdad?-
-No le busques tres pies al gato.- Dice Lavith.
-En fin, voy a devolver el libro y a dar una vuelta por la biblioteca.-
-Vale. Yo creo que me iré.-
-¿Tan pronto?- Pregunta Sonia.
Afirma con la cabeza Lavith. –Sí, acabo de acordarme de algo.-
-Oh.-
-Si me disculpáis, ya nos veremos luego.-
-Nos vemos.- Se despide Yuta.
Se aleja y antes de abrir la puerta, mira atrás. Ve a Yuta devolviendo el libro en el mostrador. Es un libro enorme. El chaval tiene que ser una auténtica rata de biblioteca. Hay una sala de lectura al fondo.
-Quizá deba pasarme por el club de la ceremonia del té.-
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