Capítulo 64



            Camina sin rumbo pensando en la conversación de Miriam y la escena que ha visto con Lucía y Miguel Ángel.

            Al terminar de pensar, se da cuenta de que está en el paseo que une la residencia femenina. A través de las nubes, la luna ilumina el edificio.

            El sonido de alguien moviéndose llama la atención del muchacho.
           
            -¿Qué?- Se gira para ver quien es.

            Ágata un poco triste se cruza con Lavith.

            Alterado del susto piensa. –No me pegues esos sustos.- Mira a Ágata y la saluda. -¡Eh!-

            Sin inmutarse sigue caminando. –Podrías saludarme, al menos.- La ve alejarse un poco y sigue pensando. –Ha salido de la parte oeste del bosque y se ha dirigido al norte. Lleva puesto un traje negro de una sola pieza, parece que está rasgado. Supongo que por haber cruzado entre los arbustos.-

            Otro sonido de alguien moviéndose, vuelve a llamar la atención.

            -¿Qué?- Se pregunta el muchacho.

            Poco después de ver a Ágata Anekohji pasar por su lado, aparece un bedel con un uniforme gris. Le mira al muchacho, y de repente se queda quieto.

            Se produce un silencio y durante ese tiempo, se fija el muchacho en la dirección por la que ha venido. El bedel le saluda con una ligera inclinación de cabeza y comienza a andar hacia el edificio principal. El muchacho de la misma forma le saluda y mira como se aleja.

            -Mmm… Parece que estaba siguiendo a Ágata. Y ella posiblemente se dio cuenta. Igual quería darle una carta de amor… Mmm… No, yo diría que la estaba vigilando. A pesar de ser una descendiente de la familia Anekohji, para la escuela es una intrusa. Supongo que no confía en ella. Eso es posiblemente por lo que… en cualquier caso, no puedo encontrarme con ella si Laura anda por aquí. Mmm… me alejaré.-

            Se dirige a la residencia masculina y entra en su dormitorio.

            Hace bastante frío. –El aire acondicionado debería solucionarlo.- Agarra el mando y pulsa el botón.

            Click. El sonido es tan suave que no se sabría decir si está encendido o apagado, pero funciona. Desafortunadamente, parece que le llevará un rato calentar la habitación. Deja el mando en el escritorio y se tumba en la cama.

            -Laura no aparece… No parecía estar enferma cuando me la encontré esta mañana en la biblioteca. Parecía bastante relajada. Ella es completamente diferente a un nuevo estudiante como yo. Sabía exactamente cómo actuar delante de la trastornada señorita Sonia. Supo cómo llevar la situación con tranquilidad y buen hacer. Se mantuvo serena todo el tiempo, parecía diferente a otras veces, quizá haya pasado por lo mismo. Igual Yuta tiene razón, es posible que Laura haya sufrido una experiencia similar en el pasado. Y ese video… no creo que lo grabasen hace tanto tiempo. Lo que significa que este tipo de incidentes ya han ocurrido menos veces.-

            Cierra los ojos y se pone de lado pensando. –Si lo sabe, no es el tipo de persona que lo haría público. Posiblemente haya hecho todo lo posible para mantenerlo en secreto. Si es así… no tienes excusa, tío. En fin, saldré a buscarla una vez más. Miriam me dijo que vendría, pero supongo que no era más que una broma.-

            Se levanta de la cama y abandona la residencia masculina. Al llegar al campo principal, se da cuenta de que hay varias personas cerca de la valla. Son cuatro o cinco. Todos excepto uno, llevan el uniforme gris de los bedeles.

            -Los bedeles y… ¿Roberto?-

            Están en la otra punta del campo principal, cerca del aparcamiento. No se podría asegurar que es el profesor de arte por ese largo abrigo que lleva. Se dirigen hacia el edificio principal, excepto el hombre de la chaqueta. Él va hacia el pabellón alfa.

            -Mmm… ¿Roberto? Si lo es, ¿adónde va? He oído que la señorita Leticia hoy también iba a salir. No tiene ningún sentido quedarse aquí de pie con el frío que hace. Debería irme.-

            Caminando ve a Tommy entrar en el gimnasio.

            -Mmm… le seguiré.-

            Lavith entra al gimnasio manteniendo la distancia y pensando. –Tommy parece muy serio. Quizá esté buscando a la persona que envío el video. Incluso a mí, que no tengo nada que ver, me dan ganas de estrangular al responsable. Si Tommy averigua quien es el criminal, podría acabar en algo mucho más serio.-

            Tommy baja por las escaleras. Lo sigue pero al bajar le pierde de vista. Así que sube y deja el gimnasio.

            Camina hasta el pabellón alfa. Sube al primer piso e intenta abrir la puerta pero no se abre. Coloca la oreja en la puerta pero no escucha nada.

            Al subir a la azotea no ve a ningún bedel por los alrededores, pero sí a María.

            -Hmm… ¡Eh, María!- Saluda el muchacho.

            -Lavith.- Dice ella bastante triste.

            -¿Qué ocurre?-

            -Nada.-

            -¿Estás segura?-

            -En serio, no pasa nada. Cosas de mi trabajo.-

            -¿Algún problema?- Pregunta Lavith.

            -Va todo bien. Así que no hagas el tonto, ¿vale?-

            -¿El tonto? Tonto es el que hace tonterías.- Dice Lavith.

            María esboza una sonrisa. –No te entrometas esta noche, ni vagues por ahí.-

            -Ah, ese tipo de cosas.-

            -No hay demasiados estudiantes en el campus debido a la gripe, así que llamas la atención.-

            -Sí… Además, es posible que también haya fantasmas.-

            -Lo digo en serio. Déjate de bromas.-

            El muchacho piensa. –Pero si he visto uno de verdad.-

            -¿Qué?- Pregunta María al reaccionar ante el silencio del muchacho.

            -¿No crees en los fantasmas?-

            -¿Pero de qué estás hablando? ¡Pues claro que no!-

            Algo sorprendido pregunta el muchacho. -¿Estás segura?-

            Seria pregunta María. -¿Por qué pareces entonces tan saludable tras haber pasado tu niñez en cama?-

            -Ahora que caigo, ya eres adulta.-

            -Tú también empiezas a serlo. Sí, no estaba segura de que fueras realmente tú la primera vez que nos volvimos a encontrar.-

            -Pues vaya.- Dice Lavith.

            -Al fin y al cabo, la última vez que te vi estabas en primaria, ¿no?-

            -Tienes razón.- Afirma el muchacho.

            -Y tu voz también era diferente. Pensé que eras otro espía.-

            Asombrado pregunta Lavith. -¿Tanto he cambiado?-

            -¿Pero qué estás diciendo? Pues claro que has cambiado. Ya has llegado a la pubertad.-

            -En cambio, yo supe que eras tú nada más verte. Aunque estaba un poco confuso.-

            -Era mi trabajo. Lo siento.- Dice María.

            -Si no te diste cuenta de quién era, ¿qué hacías junto a mí?- Pregunta el muchacho.

            -No estoy segura. Quizá me habría dado cuenta al terminar el trabajo.-

            -Eh, viene alguien.- Dice el muchacho.

            -Me voy a ir. No deambules por ahí esta noche.-

            -Me lo pensaré.-

            -Nada de “Me lo pensaré”. No lo hagas y punto.-

            -Sí, mamá.-

            -Nos vemos.- Dice María.

            María se aleja y unos tipos de gris se dirigen hacia el muchacho.

            -Debería irme echando leches.- Piensa el muchacho.

            Llega al primer piso y como de costumbre, la luz ilumina el pasillo vacío. Casi abandona el pabellón alfa, pero un ruido hace que se detenga.

            -¿Mmm?-

            María le dice. -¿Qué ocurre, Lavith? ¿Por qué te has parado?-

            -Me ha parecido oír algo.-

            -Por aquí no hay nadie.-

            El muchacho se queda mirando la sala de arte y piensa. –Me pregunto si Laura estará en la sala de arte.-

            -¿Lavith?- Pregunta María.

            -¿De verdad que no oyes nada?-

            -Bueno, no… pero…-

            -Iré a echar un vistazo.-

            -Vale. Se supone que no debería haber nadie.- Dice María.

            -¡Espera! ¿Y si hay varias salas de arte? ¡Eh!-

            Lavith coloca la mano en el pomo.

            -¿Qué pasa? Oh, la puerta está abierta.-

            Abre la puerta y sorprendido los dos pregunta María. -¿Qué?-

            -¡¿Laura?!- Pregunta Lavith.

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