Capítulo 52



            Algunas luces del campo principal están apagadas.

            -Buenas noches.-

            -Ah, hola, Lucía.- Saluda Lavith.

            -¿También estás dando un paseo?-

            Lucía cierra los ojos.

            -¿Qué pasa?- Pregunta él.

            -Quería… agradecerte lo de Miriam.-

            -¿Ah, eso? No fue nada.- Sonríe el muchacho.

            -Pero se la veía bastante contenta.-

            -Vaya, menuda sorpresa.-

            -¿Qué?- Pregunta ella algo confusa.

            -Pues nada. Me alegro.-

            Lucía esboza una sonrisa y se sonroja. –Te lo agradezco de su parte y también me ayudaste ayer por la mañana…-

            -Oh, pero no eso no fue mas que una coincidencia. Tenía un montón de preguntas sobre el “aroma” que trajiste. Y seguro que te di una mala impresión…- Dice Lavith disculpándose.

            -Era tu trabajo. No te preocupes por eso.-

            -Me alegra que lo tomes as… ¿Eh?- Se da cuenta Lavith de algo.

            -¿Sí?- Pregunta Lucía sorprendida.

            -Todavía no te había comentado nada del trabajo, ¿verdad?-

            -¿Es que no es así?-

            -Esto…- Intenta decir el muchacho mientras piensa en como continuar.

            -Hoy, cuando me enteré de que eras pariente del decano, pensé: “Vale, ya lo entiendo”.- Termina la frase Lucía.

            -Ya veo… Supongo que tienes razón. Desde fuera se ve así.-

            -Bueno… Miriam me está esperando, así que nos vemos luego.-

            -Ah, vale. Ten cuidado.- Se despide el muchacho.

            Lucía se marcha con su hermana en dirección edificio principal.

            -¡Me rindo! Una deducción muy inteligente por parte de Lucía. Se ha dado cuenta de que soy un espía de mi tío… Ahora todo lo que tengo que hacer es escribir el informe… Tengo hambre.-

            De camino a la cafetería llega al edificio principal. El paulatino goteo del agua de la fuente del jardín Luna transpira belleza.

            -Me encanta la vista de la azotea del pabellón alfa, pero este lugar es aún mejor. ¿Hay algún sitio por aquí que tenga malas vistas?-

            No hay ningún estudiante por las escaleras. Así que se dirige a la cafetería.

            Las luces están apagadas. No se oye a nadie en la cocina. –Ya deben haber terminado. Joder, ya no puedo cenar. Tampoco es que me vaya a morir, pero basta con darse cuenta de que he perdido la oportunidad de comer para que me entre algo de apetito… Ah, sí. Todavía no me he comido el panecillo que he comprado esta tarde.-

            Mete la mano en el bolsillo de la chaqueta. –Acabo de recordar que lo he tenido todo este tiempo en el bolsillo.- Lo saca y mirándolo piensa. –Aún parece comestible, pero ni siquiera el hambre que tengo me hará caer tan bajo. Mi estomago no deja de gruñir… Pues nada, creo que me iré.-

            Se dirige a la residencia masculina. Se queda quieto delante de su habitación.

            -¿Lavith…?- Dice una voz detrás del muchacho.

            Se gira para ver quién es y reconoce a Miguel Ángel. –Sí, ¿qué pasa?-

            -El decano te llama. Ve ahora, no puedes negarte.-

            -¿El decano?- Pregunta Lavith.

            Miguel Ángel se va sin decir nada más.

            -¿Qué le pasa a este tío? Parece que se vaya a quedar dormido en cualquier momento… Parece que mi tío quiere que vaya. Iré a ver qué pasa.-

            Llega a la planta baja del pabellón alfa. –Este edificio tiene un defecto: no hay ventanas en el pasillo. A veces me desoriento por aquí y pierdo la noción del tiempo. Me hace sentir como si estuviera en otra dimensión.-

            Se acerca a la puerta del despacho del decano. -¿Qué querrá? Espero que no tenga que ver con el informe.-

            Toc, toc.

            -Pasa.-

            Abre la puerta y se encuentra a su tío sentado en la silla detrás del escritorio.

            -Así que…- Dice el decano.

            Entra en el despacho del decano y nota el pestazo del alcohol en el aire.

            -¿Has estado bebiendo?- Pregunta Lavith.

            -Según mis informes, anoche tú también lo hiciste.-

            Sorprendido el muchacho, abre los ojos pensando. -¿Me están espiando? ¿Quién será?-

            El decano continúa. –Es  un detalle sin importancia. No me preocupa. De todas formas, me alegra saber que estás empezando a apreciar el buen licor.-

            El muchacho no dice nada.

            Agarra un vaso y una botella el decano preguntando. -¿Quieres un poco?-

            -No, gracias.- Niega Lavith.

            -Es un brandy de gran calidad.-

            Cierra los ojos el muchacho pensando. –Yuta se bebió una botella entera de eso.-

            -¿Sabes cuál es mi dicho favorito?- Pregunta el decano.

            -“Los heroes beben brandy”, ¿no?-

            -Me alegra ver que lo recuerdas.- Dice el decano con una sonrisa.

            El muchacho piensa. –Hasta un idiota lo habría recordado después de haberlo oído mil veces. Debe estar jodidamente borracho para hablar de esta mierda.-

            Deja la botella y el vaso diciendo el decano. –Hay algo que me gustaría contarte.-
           
            -¿Sí?- Pregunta Lavith.

            -Lamento haberte metido en esta escuela. No me malinterpretes, no dudo de tu inteligencia, pero… Han ocurrido un montón de problemas desde que fuiste transferido. Deberías tomarte una licencia por estudio durante una temporada. No quiero decir ahora mismo, pero… Y luego te transferiré a otra escuela.-

            -Personalmente, no me importa.- Dice Lavith.

            -Bien.-

            -¿Pero puedo preguntar por qué?- Pregunta Lavith.

            -No es nada relevante…-

            Se queda en silencio el muchacho esperando que continúe explicando el por qué. Pero tan solo dice. –Gracias por venir. ¿Podrías darme el informe por la tarde, como te he dicho?-

            -Sí…-

            Con una sonrisa, el decano pregunta. -¿Por qué no te quedas y nos bebemos unas copas de brandy?-

            -Lo siento, pero no creo que pueda beber dos días seguidos.- Dice Lavith rechazando la invitación.

            -Oh.-

            Se da media vuelta y deja el despacho del decano. Las luces de este piso siguen encendidas.

            -Fiu.- Suspira Lavith. –Creo que ha bebido más de la cuenta. Pero no pensaba que iba a transferirme otra vez. Debe saber de lo que se está hablando… En fin, volveré a mi habitación.-

            Al llegar al campo principal, el aire está congelado. –Debería volver a la residencia.-

            Llega a los servicios. Aunque nadie los usa, el cuarto de baño siempre tiene las luces encendidas. Todas las luces que puedan poner son bienvenidas para iluminar un sitio tan oscuro como este. Así han conseguido que una escuela que está perdida en las montañas sea medianamente confortable.

            -Joder, que rasca.- Se frota los brazos y entra a la residencia masculina. –En cuanto pise mi habitación, me daré un buen baño y dormiré plácidamente toda la noche.-

            Mientras sube por las escaleras, se percata de una sombra que cruza la esquina en dirección a las escaleras.

            -¿No era Yuta?- Piensa Lavith.

            La pequeña figura desaparece sin darse cuenta de que está ahí Lavith.

            -Yuta anda bastante deprisa. Es de noche, así que no es plan llamarlo a voces. Sería una putada para los demás.-

            Sube al primer piso y pasa por la puerta de la habitación de Yuta. –Aquí esta la habitación de Yuta… He sido incapaz de alcanzarlo… Debo haber seguido a otra persona. Menudo subnormal que sería si fuera así.-

            Mientras mira a varios estudiantes en el pasillo piensa. –Soy el único que lleva el uniforme de la escuela. Creo que voy a volver a mi habitación.-

            -Eh, Yuta. Te estaba siguiendo y…- Dice Lavith al ver a Yuta salir de su dormitorio. Pero sin ni siquiera cerrar la puerta con llave se dirige a la salida a toda prisa.
           
            -¿No se ha dado cuenta de que estoy aquí? Parece que tiene mucha prisa por llegar algún sitio, a pesar de que ya se ha dado el toque de queda… Me pregunto qué se traerá entre manos.-

            Vuelve a su habitación. Entra y se apoya en la puerta. –Menuda borrachera la de anoche. Y ese cabronazo de Yuta bebía como un pez. Tenía pensado tomarme el alcohol poco a poco durante medio año, pero ese gilipollas se lo ventiló todo en una noche. Parece que me he hecho amigo de un borrachazo. Madre mía… En fin…-

            Sale al balcón y el viento helado cala en sus huesos. Agacha la mirada y en uno de los bancos cerca de los servicios ve una bolsa de deporte. –Parece que algún despistado se la ha dejado aquí. Voy a comprobar si tiene alguna identificación. Quizá pueda devolvérsela a su propietario.-

            De camino a los servicios piensa. –No es que me importe demasiado, pero tampoco me romperé ningún hueso por ayudar a alguien. Tal vez sea de una chica guapa… y agradecida…-

            Abre la bolsa y comienza a rebuscar en su interior. No encuentra nada más que ropa usada y varios productos de higiene personal. Aquí no hay nada. Un momento…-

            Saca una llave de uno de los bolsillos.

            -¿Qué es esto? Es una llave normal y corriente. No hay nada que me indique qué es lo que abre. Mmmm… Sé que no  debería hacerlo, pero puede serme útil. La tomaré prestada.-

            Al guardarse la llave sufre un pinchazo en el corazón. –Au.-

            Se inclina de rodillas y con los ojos entrecerrados. -¿Qué? ¿Y este olor? Huele algo procedente del bosque. Parece vómito.-

            Entra en el bosque y el olor se está volviendo cada vez más fuerte. –Es por aquí.- Piensa el muchacho con la nariz tapada con la mano.

            Apartando matojos y esquivando árboles ve un poco alejado en el suelo manchas oscuras y trozos de algo. -¿Pero qué coño?-


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