Algunas
luces del campo principal están apagadas.
-Buenas
noches.-
-Ah,
hola, Lucía.- Saluda Lavith.
-¿También
estás dando un paseo?-
Lucía
cierra los ojos.
-¿Qué
pasa?- Pregunta él.
-Quería…
agradecerte lo de Miriam.-
-¿Ah,
eso? No fue nada.- Sonríe el muchacho.
-Pero
se la veía bastante contenta.-
-Vaya,
menuda sorpresa.-
-¿Qué?-
Pregunta ella algo confusa.
-Pues
nada. Me alegro.-
Lucía
esboza una sonrisa y se sonroja. –Te lo agradezco de su parte y también me
ayudaste ayer por la mañana…-
-Oh,
pero no eso no fue mas que una coincidencia. Tenía un montón de preguntas sobre
el “aroma” que trajiste. Y seguro que te di una mala impresión…- Dice Lavith
disculpándose.
-Era
tu trabajo. No te preocupes por eso.-
-Me
alegra que lo tomes as… ¿Eh?- Se da cuenta Lavith de algo.
-¿Sí?-
Pregunta Lucía sorprendida.
-Todavía
no te había comentado nada del trabajo, ¿verdad?-
-¿Es
que no es así?-
-Esto…-
Intenta decir el muchacho mientras piensa en como continuar.
-Hoy,
cuando me enteré de que eras pariente del decano, pensé: “Vale, ya lo
entiendo”.- Termina la frase Lucía.
-Ya
veo… Supongo que tienes razón. Desde fuera se ve así.-
-Bueno…
Miriam me está esperando, así que nos vemos luego.-
-Ah,
vale. Ten cuidado.- Se despide el muchacho.
Lucía
se marcha con su hermana en dirección edificio principal.
-¡Me
rindo! Una deducción muy inteligente por parte de Lucía. Se ha dado cuenta de
que soy un espía de mi tío… Ahora todo lo que tengo que hacer es escribir el
informe… Tengo hambre.-
De
camino a la cafetería llega al edificio principal. El paulatino goteo del agua
de la fuente del jardín Luna transpira belleza.
-Me
encanta la vista de la azotea del pabellón alfa, pero este lugar es aún mejor.
¿Hay algún sitio por aquí que tenga malas vistas?-
No
hay ningún estudiante por las escaleras. Así que se dirige a la cafetería.
Las
luces están apagadas. No se oye a nadie en la cocina. –Ya deben haber
terminado. Joder, ya no puedo cenar. Tampoco es que me vaya a morir, pero basta
con darse cuenta de que he perdido la oportunidad de comer para que me entre
algo de apetito… Ah, sí. Todavía no me he comido el panecillo que he comprado
esta tarde.-
Mete
la mano en el bolsillo de la chaqueta. –Acabo de recordar que lo he tenido todo
este tiempo en el bolsillo.- Lo saca y mirándolo piensa. –Aún parece
comestible, pero ni siquiera el hambre que tengo me hará caer tan bajo. Mi
estomago no deja de gruñir… Pues nada, creo que me iré.-
Se
dirige a la residencia masculina. Se queda quieto delante de su habitación.
-¿Lavith…?-
Dice una voz detrás del muchacho.
Se
gira para ver quién es y reconoce a Miguel Ángel. –Sí, ¿qué pasa?-
-El
decano te llama. Ve ahora, no puedes negarte.-
-¿El
decano?- Pregunta Lavith.
Miguel
Ángel se va sin decir nada más.
-¿Qué
le pasa a este tío? Parece que se vaya a quedar dormido en cualquier momento…
Parece que mi tío quiere que vaya. Iré a ver qué pasa.-
Llega
a la planta baja del pabellón alfa. –Este edificio tiene un defecto: no hay
ventanas en el pasillo. A veces me desoriento por aquí y pierdo la noción del
tiempo. Me hace sentir como si estuviera en otra dimensión.-
Se
acerca a la puerta del despacho del decano. -¿Qué querrá? Espero que no tenga
que ver con el informe.-
Toc,
toc.
-Pasa.-
Abre
la puerta y se encuentra a su tío sentado en la silla detrás del escritorio.
-Así
que…- Dice el decano.
Entra
en el despacho del decano y nota el pestazo del alcohol en el aire.
-¿Has
estado bebiendo?- Pregunta Lavith.
-Según
mis informes, anoche tú también lo hiciste.-
Sorprendido
el muchacho, abre los ojos pensando. -¿Me están espiando? ¿Quién será?-
El
decano continúa. –Es un detalle sin
importancia. No me preocupa. De todas formas, me alegra saber que estás
empezando a apreciar el buen licor.-
El
muchacho no dice nada.
Agarra
un vaso y una botella el decano preguntando. -¿Quieres un poco?-
-No,
gracias.- Niega Lavith.
-Es
un brandy de gran calidad.-
Cierra
los ojos el muchacho pensando. –Yuta se bebió una botella entera de eso.-
-¿Sabes
cuál es mi dicho favorito?- Pregunta el decano.
-“Los
heroes beben brandy”, ¿no?-
-Me
alegra ver que lo recuerdas.- Dice el decano con una sonrisa.
El
muchacho piensa. –Hasta un idiota lo habría recordado después de haberlo oído
mil veces. Debe estar jodidamente borracho para hablar de esta mierda.-
Deja
la botella y el vaso diciendo el decano. –Hay algo que me gustaría contarte.-
-¿Sí?-
Pregunta Lavith.
-Lamento
haberte metido en esta escuela. No me malinterpretes, no dudo de tu
inteligencia, pero… Han ocurrido un montón de problemas desde que fuiste
transferido. Deberías tomarte una licencia por estudio durante una temporada.
No quiero decir ahora mismo, pero… Y luego te transferiré a otra escuela.-
-Personalmente,
no me importa.- Dice Lavith.
-Bien.-
-¿Pero
puedo preguntar por qué?- Pregunta Lavith.
-No
es nada relevante…-
Se
queda en silencio el muchacho esperando que continúe explicando el por qué.
Pero tan solo dice. –Gracias por venir. ¿Podrías darme el informe por la tarde,
como te he dicho?-
-Sí…-
Con
una sonrisa, el decano pregunta. -¿Por qué no te quedas y nos bebemos unas
copas de brandy?-
-Lo
siento, pero no creo que pueda beber dos días seguidos.- Dice Lavith rechazando
la invitación.
-Oh.-
Se
da media vuelta y deja el despacho del decano. Las luces de este piso siguen
encendidas.
-Fiu.-
Suspira Lavith. –Creo que ha bebido más de la cuenta. Pero no pensaba que iba a
transferirme otra vez. Debe saber de lo que se está hablando… En fin, volveré a
mi habitación.-
Al
llegar al campo principal, el aire está congelado. –Debería volver a la
residencia.-
Llega
a los servicios. Aunque nadie los usa, el cuarto de baño siempre tiene las
luces encendidas. Todas las luces que puedan poner son bienvenidas para
iluminar un sitio tan oscuro como este. Así han conseguido que una escuela que
está perdida en las montañas sea medianamente confortable.
-Joder,
que rasca.- Se frota los brazos y entra a la residencia masculina. –En cuanto
pise mi habitación, me daré un buen baño y dormiré plácidamente toda la noche.-
Mientras
sube por las escaleras, se percata de una sombra que cruza la esquina en
dirección a las escaleras.
-¿No
era Yuta?- Piensa Lavith.
La
pequeña figura desaparece sin darse cuenta de que está ahí Lavith.
-Yuta
anda bastante deprisa. Es de noche, así que no es plan llamarlo a voces. Sería
una putada para los demás.-
Sube
al primer piso y pasa por la puerta de la habitación de Yuta. –Aquí esta la
habitación de Yuta… He sido incapaz de alcanzarlo… Debo haber seguido a otra
persona. Menudo subnormal que sería si fuera así.-
Mientras
mira a varios estudiantes en el pasillo piensa. –Soy el único que lleva el
uniforme de la escuela. Creo que voy a volver a mi habitación.-
-Eh,
Yuta. Te estaba siguiendo y…- Dice Lavith al ver a Yuta salir de su dormitorio.
Pero sin ni siquiera cerrar la puerta con llave se dirige a la salida a toda
prisa.
-¿No
se ha dado cuenta de que estoy aquí? Parece que tiene mucha prisa por llegar
algún sitio, a pesar de que ya se ha dado el toque de queda… Me pregunto qué se
traerá entre manos.-
Vuelve
a su habitación. Entra y se apoya en la puerta. –Menuda borrachera la de
anoche. Y ese cabronazo de Yuta bebía como un pez. Tenía pensado tomarme el
alcohol poco a poco durante medio año, pero ese gilipollas se lo ventiló todo
en una noche. Parece que me he hecho amigo de un borrachazo. Madre mía… En
fin…-
Sale
al balcón y el viento helado cala en sus huesos. Agacha la mirada y en uno de
los bancos cerca de los servicios ve una bolsa de deporte. –Parece que algún
despistado se la ha dejado aquí. Voy a comprobar si tiene alguna
identificación. Quizá pueda devolvérsela a su propietario.-
De
camino a los servicios piensa. –No es que me importe demasiado, pero tampoco me
romperé ningún hueso por ayudar a alguien. Tal vez sea de una chica guapa… y
agradecida…-
Abre
la bolsa y comienza a rebuscar en su interior. No encuentra nada más que ropa
usada y varios productos de higiene personal. Aquí no hay nada. Un momento…-
Saca
una llave de uno de los bolsillos.
-¿Qué
es esto? Es una llave normal y corriente. No hay nada que me indique qué es lo
que abre. Mmmm… Sé que no debería
hacerlo, pero puede serme útil. La tomaré prestada.-
Al
guardarse la llave sufre un pinchazo en el corazón. –Au.-
Se
inclina de rodillas y con los ojos entrecerrados. -¿Qué? ¿Y este olor? Huele
algo procedente del bosque. Parece vómito.-
Entra
en el bosque y el olor se está volviendo cada vez más fuerte. –Es por aquí.-
Piensa el muchacho con la nariz tapada con la mano.
Apartando
matojos y esquivando árboles ve un poco alejado en el suelo manchas oscuras y
trozos de algo. -¿Pero qué coño?-