Capítulo 39


Mediodía.

            … Las clases han terminado. La profesora estaba enferma, así que acabaron antes que el resto. No han dicho nada sobre el incidente. Solo que se había cancelado la clase de Educación Física… Quizá los disparos no eran tales, o quizá está ocurriendo algo más…

            -Y yo que pensaba que iba a ocurrir algo emocionante. Un sueño… creo que era Laura. Me cuesta recordarlo, pero parecía tan real.- Piensa mientras recoge las cosas y sale al pasillo.

            Al salir respira hondo. –Debería concentrarme en lo que tengo por delante.-

            Baja las escaleras hasta el primer piso y ve los estudiantes. –No veo a Sara ni a Yuta entre los novatos… Yuta está en mi misma clase, así que no es un novato, aunque lo parezca.-

            Llega a la planta baja del edificio principal. Los estudiantes vestidos de blanco van de un lado a otro. –Es un paronama… interesante.- Piensa.

            Pasa por la cafetería, aunque no es la hora de comer, se puede oír a alguien trabajando en la cocina. Hay estudiantes uniformados distribuidos por todas las mesas en la habitación. -¿Por qué no comprar un bocadillo?-

            Compra el bocadillo y se sienta a comerlo tranquilamente. Al terminar entra en el pabellón alfa. Para variar, no hay nadie en el pasillo. Nunca hay nadie por aquí.- Creo recordar que aquí también está la sala de reuniones, las oficinas de los profesores y otras habitaciones usadas para fines que desconozco.-

            Se acerca al despacho y antes de agarrar el pomo piensa. –Debería preguntarle sobre el incidente de esta mañana.-

            Toc, Toc.

            -¿Sí?- Se escucha de dentro.

            -La señorita Sonia está aquí.- Piensa. Agarra el pomo diciendo. -¿Puedo pasar?-

            -Antes de abrir la puerta se escucha. -¡Espera!-

            Abre la puerta preguntando. -¿Qué…?-

            Laura se despide abandonado el despacho. –Adiós.-

            -Es laura. Me pregunto qué estaba haciendo.- Piensa él.

            -¡Oh, Lavith!-

            -¿Puedo pasar?-

            -Sí. ¿Qué quieres?-

            -¿Que qué quiero? Es una mujer terrible… Y posiblemente sea una completa idiota.- Piensa mirándola.

            -¿Lavith?- Pregunta ella.

            -¿Ya te habías olvidado? Lo del disparo de esta mañana.-

            -Por supuesto, lo recuerdo.-

            Lavith la mira sin decir nada, esperando que dijera algo.

            -Ah, sí. Sobre ese tema… No tienes de qué preocuparte. Ya está solucionado.-

            -Permíteme explicártelo.- Dice una voz detrás del muchacho.

            El hombre se sienta en la silla detrás de la mesa. Viste con una chaqueta, camisa y corbata. Su pelo corto y moreno, el rostro serio y de bastante edad inspira respecto.

            -Recuerdo que me dijeron que mi tío vendría hoy.- Piensa Lavith.

            -Respecto al incidente de esta mañana… Solo sé lo que me ha dicho la policía. Se han ocupado de todo. La policía acaba de irse, pero no quería que cundiese el pánico, así que les he pedido que no dijesen nada. En estos momentos, la escuela es segura. ¿Estás satisfecho con mi explicación?-

            -Sí.- Afirma. Y tras un ligero silencio piensa. –Por cierto, ¿qué parentesco tenemos?-

            Se cruza de brazos el decano diciendo. –Te presento a la señorita Sánchez. Este es Lavith, un familiar lejano.-

            Sonia mira al muchacho de forma pícara. –No sabía que fuerais familia.-

            -Su tutor me pidió que lo metiera en esta escuela.-

            -No lo sabía.- Dice Lavith.

            -Y por supuesto acepté, porque tienes talento y habilidad. Por cierto, aquí todos me conocen por mi nombre, Rafael Ruiz.-

            El muchacho sorprendido piensa. –Está actuando con demasiada naturalidad. Me pregunto si estará diciendo la verdad.-

            El decano abre una pequeña caja y saca un puro.

            -¿Qué tal estás?- Pregunta Lavith.

            -Tengo que discutir unos asuntos importantes con la señorita Sánchez. Lo siento, ¿podemos hablar luego?-

            -No hay problema.- Se dirige a la puerta pensando. –Ya le pediré más detalles después… Oh, la señorita Sonia hacía gestos raros con la mano. Mi tío no se ha dado cuenta. Parece que se ha creído toda esa locura que le ha contado. Mi tío no quiere que nadie sepa el motivo real por el que estoy aquí.-

            Vuelve a estar en el pasillo. -¿Cuándo ha venido la policía? No he oído sirenas, y si hubiera pasado cualquier cosa, habrían corrido rumores… En fin, si mi tío dice que está todo bien, me basta. Probablemente…-

Capítulo 38


            … -Qué raro, estoy en clase. Ya ha terminado la segunda hora; después viene la tercera y luego la cuarta. Pero no hay ni rastro de una teórica evacuación. La señorita Sonia me dijo que había llamado a la policía. ¿No debería haber llegado ya?- Piensa mientras mira por la ventana. Bosteza y con los ojos entrecerrados vuelve a pensar. –María tampoco ha vuelto… Odio esta sensación de no saber qué va a suceder. No puedo hacer nada más que esperar. Nada más que esperar…-

            Cierra los ojos y al abrirlos ve a Laura delante desnuda y con los ojos vendados.

            “Ah…” Gime Laura sintiendo la lengua del muchacho lamiendo el clítoris.

            “Te gusta, ¿eh?”

            “Sí. Quiero decir… no”.

            “Esa venda en los ojos te queda muy bien”. Le separa los labios de la entrepierna y comienza a lamerlos y meter la lengua.

            “Ahí no… Oh, sí…”.

            “Estás tan mojada…”.

            “No mires… Por favor” Dice Laura entre gemidos.

            “Eres tan hermosa, Laura… Y tan guarra”.

            “No lamas tan rápido… Voy a volverme loca”. La lengua de Lavith se mueve cada vez más rápido.

            “¿De verdad? Pero puedo oír cómo te retuerces cuando lo hago…”

            “Ah… sí… Oh, Dios…”

            “Separa más las piernas”.

            “No… Me da vergüenza”.

            “Te lameré más si lo haces”. Laura separa más las piernas. “Buena chica”.

            Vuelve a lamer el clítoris mientras introduce dos dedos y los mueve con rapidez.

            “Pero… Ah, me voy a correr…”  Gime Laura.

            “Eres tan guapa… No… hagas ruido…”

            “Me da mucha vergüenza”.

            “¿Quieres qué me detenga?” Sigue lamiendo aún más. “¿Paro?”

            “Eres malo…” Dice ella mientras gime.

            Lavith se detiene y Laura se pone a cuatro patas. La mirada tímida se cruza con la mirada pícara de él.

            “Oh… No me mires así”. Dice ella

            “¿Entonces, por qué estás tan mojada?”

            “Dios…¡Sí!”

            El miembro del muchacho se introduce en ella. “Ya estoy en tu interior… Estás tan caliente”

            “Ay…” Laura respira con pesadez.

            “¿Te ha dolido? Lo siento”.

            “No te preocupes… Me gusta tanto… No pares”.

            “Estás tan excitada…” La cintura se mueve más rápido y las manos agarran los pechos de ella.

            “Sí… Más rápido, más rápido”. Gime más alto.

            “¿Te gusta?”

            “Métemela… Métemela… ¡Me corro!”

            “Yo también me corro…” Dice él agarrando con fuerza los pechos.

            “Oh, sí. ¡Más fuerte! Más adentro… ¡Métemela más adentro!”

            “¡Me corro, Laura! Estoy listo para correrme sobre ti”.

            “Sí… ¡Derrama toda tu leche sobre mí!”

            “¡Allá voy!”

            “¡¡Sí!!”

            Se corre en ella y Laura lanza un gemido mientras alcanza el clímax.

Capítulo 37


            Consiguen llegar a la planta baja del pabellón alfa. –Por fin… hemos… llegado.- Dice Lavith jadeando.

            -Es impresionante que me hayas podido traer hasta aquí.-

            -Bueno, pesas… bastante, pero estás herida…-

            -Perdona, pero ¿podrías dejar de repetir lo del peso?-

            -Au, au… ¡Ay!- Vuelve a pegarle.

            -¿Por qué dices cosas que pueden meterte en problemas si eres incapaz de defenderte?-

            -Cállate… Eh, esta es la enfermería. Tengo las manos ocupadas, así que llama tú.-

            -Bueno, ya hemos llegado. Puedes dejarme en el suelo.-

            -Ah, sí.- La deja en el suelo con cuidado.

            … Se recupera un poco el muchacho. –No quiero volver a hacer algo de penoso nunca más.- Dice Lavith recuperando el aliento.

            -¿En serio? Por las cosas que decías antes, parecía que lo estuvieras disfrutando.-

            -Pero eso era al principio… Si estuviera más fuerte otro gallo hubiera cantado.-

            -Lo que yo decía. Has disfrutado, ¿a qué sí?-

            -Mmm… No es justo. Era una pregunta trampa.-

            Apartando la mirada del muchacho dice María. –Todos los hombres sois iguales.-

            -Venga, cállate.- Dice él mientras toca en la puerta.

            Toc, Toc.

            La mira preguntando. -¿Pero estás bien?-

            -Sí, mientras no sigas dándome patadas.- Responde ella.

            -¿Darte patadas? Nunca te he hecho eso.-

            -Vaya, pues yo tengo la impresión de que antes me has dado una bien fuerte.-

            -Es lo que pasa cuando intentas convencerte a ti misma de que estás bien.-

            -Bah, cállate.- Dice María bastante enfadada.

            -¿Ves? Sabes que te duele el pie, pero haces como si no pasara nada.-

            -No me duele cuando me quedo quieta.- Dice ella tocándose el pie.

            -¿Lo tienes muy hinchado?- Se agacha para tocarlo.

            -¡Espera! ¡Eso duele! ¡Ay!-

            -¡Vamos, no me jodas!-

            Una voz detrás de ellos pregunta. -¿Qué estáis haciendo?-

            -¿Eh?-

            Se giran los dos y piensa él. –Es la señorita Leticia. Creo que la hemos despertado o algo. No tiene buena cara.-

            Se asoma un poco Leticia viendo a los dos. -¿Qué comedia estáis montando delante de mi despacho? ¡Por Dios, es muy temprano!-

            -No tienes buena cara, señorita Leticia.- Dice él.

            -Al grano, que tengo gente esperando aquí dentro.-

            Lavith mira fijamente la cara de Leticia pensando. –Esta mujer da miedo.- Pero mira a María diciendo. –María se ha hecho daño en el pie.-

            -Oh…-

            -Sí, me caí por las escaleras.-

            Leticia mira al muchacho. -¿Y qué te pasa a ti, Lavith? Estás sudando como un cerdo.-

            -Oh, esto…-

            -Ejem.- Dice María.

            -He ido a correr un rato, nada más.- Responde él.

            … -De acuerdo, entrad.-

            -Yo me tengo que ir, he de ir al despacho del decano.-

            -De acuerdo.-

            -Señorita García… La persona que está ahí tumbada, ¿es una chica?- Pregunta María.

            -¿Y qué?- Pregunta él.

            No responde María y se produce un ligero silencio y lo interrumpe él diciendo. –Bueno, me tengo que ir. Ah, por cierto…-

            -¿Sí?- Pregunta María.

            -Cuéntaselo tú a la señorita Leticia, ¿vale?-

            -Vale.- Dice María.

            -¿Contarme qué?-

            -Hasta luego.-

            Se dirige a la puerta del despacho del decano.

            Toc Toc.

            -¿Sí?-

            -Fiu, parece que hoy está.- Dice él en voz baja.

            Abre la puerta. Entra dentro y ve a Sonia y le saluda. –Vaya, eres tú, Lavith.-

            -Buenos días, señorita Sonia.- Dice mirando el suelo.

            -Vamos, deja de mirar al suelo. Esta vez no hay botellas.- Dice Sonia con una sonrisa.

            -Eso espero.-

            -Buenos días, Lavith.-

            -¿Va a venir hoy el decano?-

            -Sí, deberías poder verle a lo largo de la tarde. ¿Por qué?-

            -Si fuera posible, me gustaría hablar con él… Nada más.-

            -¿Sobre qué?- Pregunta Sonia.

            -Sobre algo que ha ocurrido hace un rato. He oído disparos entre el camino a la residencia femenina y el pabellón alfa.-

            -¿Ah, sí?-

            … -Sí. Disparos.-

            -Comprendo.-

            -¿No deberíamos llamar a la policía lo antes posible?-

            -Ya lo hemos hecho.-

            -¿Cómo?-

            -Llamaron de la residencia femenina hace un momento, así que ya hemos mandado a un guardia. Hemos informado a la policía en cuanto nos lo han dicho, así que no te preocupes.-

            -Vaya, ¿ya os han avisado?-

            -Pero de todos modos, gracias por contármelo. Demuestras mucha madurez.- Dice Sonia con una sonrisa pícara.

            -Lo único que se me ha ocurrido es venir aquí… En cualquier caso, ¿podrá apañárselas un solo guardia?-

            -Será solamente hasta que llegue la policía. No hay nada de lo que preocuparse. Y si se diera el caso de que la situación empeorara se evacuaría enseguida la zona.-

            -Ya veo.-

            -Así que hasta que eso ocurra, continúa acudiendo a tus clases. Si sucediera cualquier otra cosa, te informaríamos enseguida.-

            -¿Debería mantenerlo en secreto para evitar que cunda el pánico?-

            -Exactamente. Eres un chico muy avispado.-

            -De acuerdo. No se lo comentaré a nadie.- Dice Lavith.

            -Perfecto.-

            -Imagino que debería marcharme.-

            -Por cierto. ¿No han empezado ya las clases? ¿qué estabas haciendo por ahí?-

            -Pues, bueeeno…-

            -Ya veo.- Vuelve a sonreír de forma pícara.

            -No, no, no es nada de eso.-

            -¿Entonces?- Pregunta Sonia.

            -Es que me he quedado dormido, nada más… Por el bien de ambos, vamos a dejar este tema.-

            -De acuerdo. ¿Quieres que te llame cuando venga el decano?-

            -No, no hace falta.- Niega él.

            -De acuerdo, te veré después.-

            -Adiós.-

            … Sale del despacho del decano. –Bueno, no hay nada más que pueda hacer… Y ahora, ¿qué excusa puedo inventarme para justificar mi tardanza?-