Capítulo 36


            -Viene de allí.- Señala María al bosque.

            -¿Qué es?-

            -¡Han sido disparos!- Comienza a andar deprisa ella.

            -¿Disparos? ¡Espera! ¡Por ahí se va al bosque! ¡Tienes la pierna mal!- Pero no escucha nada y no se detiene. –Se ha ido.-

            La sigue a través del bosque. –Joder. ¿Por qué coño tengo que subir por aquí? Quizá debería haberlo rodeado.- Piensa mientras sube la pendiente siguiendo el rastro de María. –Vale… Lo he conseguido. ¿Dónde está María?-

            -Se ha ido campo a través. ¿Pero qué cojones? ¡No hay un sendero ni nada parecido!- María aun no está a la vista. –Tengo que alcanzarla.-

            Se detiene un momento para descansar. -¡Por fin, un camino! ¿A dónde ha ido!-

            -Ah… Estás aquí.- Dice María detrás de Lavith.

            -Sí, estoy aquí. Pero intenta no volver a desaparecer de esta forma.-

            -Oh, cállate.-

            -¿María?-

            -Estoy buscando una cosa. Quizá esté por aquí.- Dice María mirando a los lados.

            -¿El qué?-

            Ella se dirige a la parte norte del bosque sin contestar.

            -Eso está fuera de los límites del colegio… Si han sido disparos de verdad, eso significa que alguien ronda por aquí con un arma, ¿no? ¿Qué se supone que voy a hacer si me encuentro con ese “alguien”? Joder. Y María está sola. Tengo que detenerla-

            Comienza a caminar donde se ha ido ella. –Te alejas unos metros del sendero y ya estás en los brazos de la Madre Naturaleza. Maldita sea.- Vuelve a entrar al bosque en busca de su amiga. –Hay arbustos por todas partes y no se puede avanzar de ningún modo…-

            Caminando con cuidado avanza bastante. -¿Pero cuánto se ha alejado?- Tras un rato llega a un pequeño claro. –Allí está.-

            Encuentra a María y recuperando el aliento pregunta él. -¿Qué pasa?-

            -Lavith… Me has seguido.-

            -Si de verdad eso ha sido un disparo, no deberías largarte por tu cuenta. ¡Te pueden hacer daño!-

            -Vaya, sí. Tienes razón… Imagino que deberíamos volver.- Dice ella un poco alterada.

            … -¿Pero qué coño? ¿Por qué de repente es tan razonable?- Piensa mirándola, pero se produce un silencio incómodo que es interrumpido por él. -¿Has encontrado algo?-

            -Sí. Unas gotas de… sangre. Allí.-

            -¿Qué? ¿Dónde?-

            -Junto a las raíces del árbol, allí.- Señala María. –Mira está esparcida por todo el césped.-

            Se acerca a ver. –Joder, es verdad.-

            -Quería adentrarme más en el bosque, pero pensé que sería peligroso, así que no he continuado.-

            -Pero… esto no es algo que se vea muy a menudo.- Dice Lavith sin apartar la mirada de la sangre.

            -Regresemos a la escuela para llamar a la policía.-

            -Buena idea. Será mejor que nos demos prisa.-

            -Tú adelántate, Lavith. Te alcanzaré enseguida.-

            -¿Pero que coño estás diciendo? ¿No estábamos hablando de lo peligroso que es estar aquí?- Pregunta el muchacho.

            -¡Ya lo sé! He dicho que te alcanzaré enseguida, ¿vale?-

            Los dos se quedan en silencio. –Vamos, no me jodas.-

            -¡¿Y ahora qué te pasa?!- Pregunta María alterada.

            -¡¿Tú qué crees, joder??! Escúchame. Es peligroso, ¿Vale? Vámonos de aquí.-

            -¡Ah! ¡¿Qué haces?!-

            -¿Qué pasa?-

            -Au… Duele…-

            El muchacho agarra la pierna para mirar la herida. -¿Has venido corriendo hasta aquí con todo ese dolor?-

            -Estoy… bien.- Dice ella aguantando un poco el dolor.

            … -Mentirosa.-

            -Estoy bien… Vaya, vamos.-

            -No estoy convencido. ¿Estás segura de que estás bien?-

            -¿Cómo?- Pregunta ella.

            -Si de verdad puedes moverte…-

            -¿Qué? Espera…-

            -¿Qué te he dicho?- Le levanta la falda y vuelve a tocar un poco la pierna.

            -Au… ¡Argh!-

            -¿Ves? No estás bien ni de coña.-

            -¡No hagas eso! ¡Duele! – Se queja María.

            -Te lo estabas buscando.-

            -¡No me puedo creer que estés haciendo esto!-

            -Sí, sí.- Hace caso omiso y sigue mirando la herida.

            -¿Qué haces?- Pregunta ella ruborizada.

            -Te llevaré a caballito. Espera.-

            -Pervertido…-

            -Ya te he dicho que lo de antes ha sido un accidente.-

            -No puedes ir metiendo mano así porque sí… ¡Oh, oh! ¡Me caigo!- Comienza a resistirse.

            -Cálmate y deja de gritar… Y sé buena chica.-

            -¿Qué has dicho?- Pregunta ella.

            -Venga, vamos.-

            -Ay…-

            Se pone en marcha. –Menuda mierda. No puedo ni andar en línea recta. Me voy a caer como no vaya con cuidado.- Piensa el muchacho mientras la saca del bosque.

            -Perdona, pero ¿no nos estábamos tambaleando un poquito?-

            -Es el viento.-

            -Ahh.-

            Llegan a las pistas y jadeando Lavith dice. –Este… sitio… es diferente… al que hemos… estado por… última vez.-

            -Estás empezando a cansarte, ¿eh?-

            -Pesas mucho…-

            -Vaya, hombre, perdona. ¡A lo mejor eres tú que eres un debilucho!- Dice ella un poco molesta.

            -Pues… pues no andas… muy desencaminada.- Piensa mientras camina. –De ahora en adelante, no… no cruzaré bosques con gente a la espalda.-

            -No voy a bajarme, así que date vidilla.-

            -Entendido…- Cierra los ojos pensando. –El pabellón alfa está bastante lejos, ¿verdad?-

            De camino al pabellón alfa, llegan al edificio principal. –Uff… Hay alguien ahí.-

            -¿Eh? ¿Qué?- Pregunta María.-

            -Ah, buenos días, Lucía.-

            -Vaya, buenos días… ¿Ha ocurrido algo?- Pregunta Lucía con su tono sereno y suave.

            -Ah, ¿esto? Esta cosa se ha herido la pierna, y bueno…-

            María golpe la cabeza del muchacho. -¡Ay!-

            -¡¿A qué te refieres con eso?! ¡Soy una mujer, no una cosa! Buenos días, Vega.-

            -Buenos días. Gracias por venir a verme anoche, María.-

            -Lucía, las clases ya han empezado. ¿Pasa algo?-

            -Oh, parece que Miriam ha cogido un resfriado, así que he tenido que ir a la enfermería.-

            -¿Estaba la señorita Leticia?- Pregunta Lavith.

            -Sí.- Afirma Lucía.

            -Genial. Necesito algún sitio para colocar esta cosa.-

            María vuelve a pegar a Lavith. –¡Auuuu!-

            -Por cierto, Vega. Hay un perro callejero suelto, así que date prisa y ve a clase.-

            -¿Un perro callejero?- Pregunta Lucía.

            -Sí, aunque no estoy segura.-

            -Ajá…-

            -No sé si es cierto o no, así que no se lo digas a nadie. Solo serviría para preocuparlos.-

            -Está bien, no diré nada.- Dice Lucía cerrando los ojos.

            Tras un instante de silencio, Lucía deja la planta baja sin decir nada más.

            -Fiu…- Silva María.

            -Eres bastante buena para estas cosas.-

            -¿Lo dices por lo del hombre armado?-

            -Sí.- Afirma Lavith.

            -Eh, que ya casi hemos llegado, Lavith. Solo un poquito más y habrá terminado.-

            -No… no me presiones, que… no soy un caballo.-

            -Lo siento… Serías capaz de andar si no estuvieses tan herido.-

            -Me cago en la puta. ¿Por qué la aguanto tanto?- Piensa mientras se dirigen al pabellón alfa.

Capítulo 35


Día 2. Mañana.

           

            Abre los ojos. –Esperaba una resaca legendaria, pero me encuentro sorprendentemente bien…- Parece que ya es de día, pero las nubes grises siguen ahí. Una agradable y fresca ráfaga de aire atraviesa la habitación. –La ventana está abierta. Esto está bastante calmado. Parece que Yuta se marchó por la noche.-

            Se incorpora y ve el reloj. Ya son las nueve, y hay tanta tranquilidad ahí fuera… -Debo haberme quedado dormido.-

            Bosteza y se levanta de la cama dirigiéndose hacia la puerta del aseo mientras mira su pijama. –No recuerdo haberme cambiado de ropa… Joder, me falla la memoria. Estaba bebiendo con Yuta, hablando…. y entonces… No recuerdo nada después de eso.-

            Entra al aseo y se lava la cara. –Espero no haber cometido ninguna estupidez.- Se seca con una toalla, como siempre y ve la cara de otra persona en el espejo. Su cara… no es la suya.

            -Los médicos me explicaron por qué me pasaba esto. Decían que lo producía el estrés y un desorden mental derivado. Aunque podía ser falta de seguridad en un mismo.- Se ríe y sacude la cabeza intentando volver a ver su cara. -Decían que la falta de confianza provenía por un temor extremo a las mujeres. Sí, ya… mujeres.-

            Sale del aseo. –Tengo que hacerme con un uniforme nuevo para la escuela. Hoy no puedo llevar este. Huele a…- Lo huele y se retira un poco. –Lo que me recuerda que todavía no he podido averiguar los efectos de ese “aroma”-

            Mete el uniforme que llevaba ayer en una bolsa de plástico. –Tengo que asegurarme de que nadie lo huela.-

            Se prepara para ir a clase y mete en la mochila la botella vacía de la que bebía Tommy. –Tengo que dársela a la señorita Leticia… Me voy.-

            Llega a la salida de la residencia masculina y ve a dos tipos, parece un mal momento. –David y… Roberto.-

            Hablan demasiado bajo para poder oír lo que están diciendo, pero el principal problema es que están hablando frente a la salida de la residencia. –Es una situación bastante interesante, pero no puedo dejar que me pillen llegando tarde. Si saliera ahora, me verían enseguida… Mierda, me va a tocar esperar. Bueno, supongo que mientras daré una vuelta por aquí.-

            Caminando para hacer tiempo piensa. –La habitación de Yuta, ¿eh? Bueno, supongo que no pasará nada porque entre. Aunque no sé exactamente dónde está. Ayer lo oí decir que su cuarto estaba unas cuantas habitaciones después de la mía. Me dijo que había una salida de emergencia al final del pasillo.-

            Busca la habitación  hasta parece ser, da con ella. –Mmm… Quizá aquí. Aquí es. Sí, pone “Yuta Onoda”. Perfecto.-

            Toca en la puerta, pero no responde nadie. Vuelve a tocar pero no ocurre cambio. –Debe haberse ido ya a clases, volveré a mi habitación.-

            -Voy a llegar tarde sin ninguna duda. Si tuviera una beca, ahora mismo estaría metido en un buen lío. Y aunque no representa ningún problema, al menos debería ir con una excusa preparada. Pero si esos dos no se van, no podré asistir a clase…-

            Sale al balcón a tranquilizarse. Mira el cielo que está nublado, como viene siendo habitual. Aunque parece que estás nubes son más ligeras que las de ayer. –Mmm… Hoy es mi segundo día. Y voy a llegar tarde aunque me dé prisa. Bah, a quien le importa. No he venido a esta escuela precisamente para estudiar. La impresión que tuve ayer es que a la gente de aquí le da todo igual… Debería volver a la habitación.-

            Vuelve a la habitación. -¿Y ahora qué? Miraré si siguen esos dos.-

            Abandona la habitación llegando a la entrada de la planta baja. Esos dos ya no están por ahí. –Vale, ya puedo salir.-

            Deja la entrada y sale afuera, pero se detiene de repente. Hay un alambre que sobresale. Es bastante peligroso. Un afilado alambre despunta justo por donde iba a pasar. –Si alguien se tropieza con él, podría hacerse daño. Estas cosas deberían retorcerlas hacia dentro.-

            Retuerce el alambre para adentro hasta asegurarse de que ya no hará daño. –Bueno, ya está.-

            -¡¿Pero qué…?!-

            El muchacho escucha el chillido de una chica que viene de fuera y escucha golpes secos y lejanos. –Proviene de las escaleras antiguas. Parece que alguien se ha pegado un golpe.-

            Llega donde los ruídos. –Ayyy…-

            Mientras desciende por las escaleras nuevas, ve a una chica agazapada cerca de las viejas escaleras.

            -¿Qué estás haciendo aquí, María?-

            -¿Lavith? Venía a buscarte.- Dice ella con esperanza en el rostro.

            -¿Vienes tú sola por ser la delegada de clase?-

            -Sí…-

            -Vaya, tiene que ser un trabajo muy duro.- Dice él con sarcasmo.

            -¡Eh!-

            -¿Qué?-

            -¡¿Podrías echarme una mano?!- Dice ella con lágrimas.

            -Perdona. Vamos. ¿Pero es que estás ciega? ¿No sabías que resbalan?-

            -Cállate-

            Se coloca el muchacho al lado de ella y pregunta. -¿Te has caído bajando por las escaleras?-

            -Sí.-

            -¿No habrás visto a dos tíos por aquí? O incluso a uno solo.-

            -Pues no.- Niega ella.

            -Bueno, pues en ese caso vamos a echar un vistazo.-

            Lavith se acerca a ella y levanta la falda un poco. Ruborizada María dice. -¿Eh? ¡Espera! ¡Argh!-

            -Tiene mala pinta la herida de la pierna. Estás sangrando.-

            -No toques… ¡Ay!-

            -Será mejor que te lo miren. Vamos a la enfermería.-

            -Estoy bien.-

            -¿Puedes caminar?- Pregunta Lavith.

            -¡Por supuesto!-

            Se incorpora y comienza a andar pero tropieza. -¡Cuidado!- Grita él.

            Rápidamente la sujeta para que no caiga. –Ah… ¿Lavith?- Pregunta ella.

            -¿Sí?-

            -Tu mano…-

            Mira él donde tiene la mano puesta, en el pecho de María. –Tienes un pecho precioso.-

            Se pone roja y se cabrea preguntando. -¡¿CÓMO?!- Le da un guantazo.

            -¡Au!- Se queja él.

            -¡Cabrón pervertido!-

            -¿Pero por qué? ¡Si te estoy dando mi más sincera opinión!-

            -¡Cállate!-

            -Lo siento mucho, pero te habrías caído si no hub…-

            María le interrumpe dándole otro guantazo. -¡Au! ¡No hace falta que me des tan fuerte!- Se queja de nuevo.

            -Todavía no te he puesto la mano encima…-

            … -Ahora que lo dices, no duele.-

            Se queda callada ella y pregunta el muchacho. -¿Entonces, que ha sido ese ruido?-

            Se quedan callados y escuchan dos disparos un poco alejado.

Capítulo 34


         Se cae de la cama. -¡Ay!- Abre los ojos Lavith y se da cuenta que está en el suelo.

         -Ay… Zzz…- Se escucha otra voz.

         -¿Pero qué…? Solo era un sueño.- Se incorpora el muchacho viendo a Yuta durmiendo en el suelo.

         -Oh, Yolanda…- Masculla Yuta.

         Mira a los lados viendo todas las botellas en el suelo. –Tengo una resaca asquerosa.- Piensa mientras terminar de incorporarse.

         -¡Oaaff!-

         -Ups, me he caído cerca de Yuta… La habitación entera apesta a alcohol…-

         Abre la ventana y ventila la habitación un poco. –Joder. Hasta el uniforme de la escuela huele a alcohol. Dios, estoy hiede a tigre, debemos haber bebido UN HUEVO. Voy a pegarme una ducha. Y sí, voy a dejar a Yuta donde está.-

         Sale del dormitorio, mira a los lados del pasillo. –Que silencio… Menos mal que he encontrado ropa limpia. Y creo que las duchas están en los sótanos.-

         Baja las escaleras. –Este es el pasillo de la planta baja de la residencia masculina. Los cuartos de los profesores están cerca de la entrada. Y se supone que debo bajar por estas escaleras.-

         Comienza a bajar. –Está muy oscuro… me pregunto qué hora será.- Termina de bajar hasta que llega a una habitación con varias estanterías y taquillas. –Esto debe ser el vestuario. La puerta está abierta.-

         Deja la ropa en la estantería y se lleva la toalla. –Las duchas siempre están abiertas, excepto cuando las limpian por las mañanas. Y gracias a eso, no tendré que dormir con este olor en la ropa.-

         -Au…- Se agarra la cabeza. –He bebido demasiado. Parece como si me fuera a explotar la cabeza.-

         Abre la puerta y ve las duchas. –Espero que aún quede agua caliente.-

         Se mete en una de las duchas y abre el grifo. –Ah… Justo lo que necesitaba… Me encuentro mal, me duele la cabeza y no puedo ni caminar en línea recta.-

         Cierra los ojos dejando que el agua caiga por la nuca. –Es mi primer día, pero ya me ha pasado un puto montón de cosas. ¿Y qué es ese “aroma” que se está distribuyendo por la escuela? Si hasta he conocido a una tía que se parece una barbaridad a una amiga de la infancia. Tengo a un maromo durmiendo en mi habitación… ¡que he conocido hoy! ¿Te lo puedes creer? Y esta escuela… Aquí la gente tiene las hormonas totalmente descontroladas… Quizá debería haberme tomado mi trabajo de investigación con más tranquilidad… No, las cosas que he hecho hoy, tenía que hacerlas hoy… Un largo día. Mañana miraré los registros del club de la ceremonia del té y le pediré a la señorita Leticia que compruebe el contenido de la botella. Joder, tengo el estomago hecho mierda. Todavía tengo alcohol dando vueltas… Si mi tío estuviera aquí, habría avisado a la escuela inmediatamente. Y todavía tengo que echarle el ojo al David ese… Puta mierda, me hunde la vida intentar pensar. Estoy reventado, creo que voy a quedarme sentado bajo la ducha caliente un rato.-

         Se sienta y con los ojos cerrados apoya la espalda en la pared. –Espero no coger un resfriado…-

         Abre los ojos al rato y se encuentra todo a oscuras. –Joder. ¿Me habré quedado sobado?-

         El agua sigue caliente y no hay nadie más ni en el vestuario. -¿Se ha ido la luz? Estoy aturdido.- Respira hondo con los ojos cerrados. -¿Qué es esto?- Nota la presencia de otra persona.

         -Hola…- Saluda Laura con tan solo una toalla alrededor del cuerpo.

         Abre los ojos Lavith y la ve. –Oh, oh.- Piensa mientras puede distinguirla entre el vapor.

         -Lo siento.-

         -Me… has sorprendido.-

         -¿Estás enfadado?- Pregunta ella.

         -¿Por qué iba a estarlo?-

         -Porque esta vez lo hago porque quiero.-

        

         -Lamento preguntar, pero… ¿esto es un sueño?- Pregunta Lavith.

         Con una sonrisa dice ella. –Por supuesto.-

         -Tal y como pensaba. Demasiado bonito para ser verdad. Entonces me alegro de que hayas venido.-

         -Oh.-

         Lavith siente el cálido aliento de ella mientras cubre los labios con los suyos. Laura gime. Sus lenguas se entrelazan apasionadamente mientras su dulce pelo roza el rostro del muchacho. Los labios se separan en busca de aire.

         -Fiu.- Da un suspiro él.

         -¿Esto te parece bien?-

         -Eh, en un sueño puedo hacer lo que quiera.-

         -Supongo.- Responde Laura.

         -Estás preciosa; espero tardar mucho en despertar.-

         -Gracias.- Sonríe ella.

         Lavith no aparta la mirada de ella.

         -¿Qué ocurre?-

         -¿Podemos hacer eso otra vez?- Pregunta él.

         La besa intensamente y Laura responde de igual forma. Se besan en húmedos sonidos. –Este es más intenso.- Piensa él.

         Laura está perdiendo la cabeza, chupando la lengua de él. –Y es tan agradable… Es como si fuera a alcanzar el nirvana en cualquier momento… Pero es un sueño, solo un sueño…- Vuelve a pensar.

         Se separan de nuevo los labios. -¿En qué piensas?- Pregunta Laura.

         -Mmmm…-