Capítulo 8


            Vuelve a la biblioteca. –Veamos, el aparcamiento está junto a la biblioteca… Es bastante grande, pero nadie lo usa. Debido seguramente a la localización de la escuela.-

            -Argh…-

            -¿Hmm? Oigo una especie de lamento… Suena como alguien estuviera sufriendo, proviene del lateral de la biblioteca.-

            Se acerca a donde se ha escuchado el lamento. -¿Hay alguien ahí? Voy a averiguarlo.-

            Conforme se acerca, ve a una persona uniformada recostada sobre una de las paredes marrones de la biblioteca.

            -¡Eh! ¿Te encuentras bien?-

            -Ohh, ah…-

            -¡Puaj, está potando!, además de sudar como un cerdo.- Piensa tapándose la nariz por la peste.

            El estudiante continúa vomitando… -Estás bastante jodido. ¿Te tienes en pie? Agárrate a mi hombro…-

            -¿Eh?- Pregunta el estudiante mientras mira a Lavith con desprecio.

            -¿Qué?-

            -¡Aléjate de mí!- Dice el estudiante agitando los brazos hacia Lavith.

            -¡Eh, cuidado!-

            -Qué… pretendes evitar…-

            -Bueno, normalmente trato de evitar este tipo de situaciones.-

            El estudiante jadea…

            -Ahora, espera un momento…- Dice Lavith.

            El estudiante respira claramente dolorido, se incorpora un poco mirando a Lavith. Su pelo largo y liso de color castaño sigue chorreando sudor.

            -Lo mires como lo mires, necesitas que te vea un médico.-

            -No llames… a ningún… maldito médico.-

            -Hay un hospital enorme en las cercanías. Quizás deberías pasar por allí…-

            -¿Hos… pital?-

            -Bueno, si no te gusta la idea, como mínimo deberías ir a ver a la enfermera de la escuela.-

            -Bastardo. Como llames a la enfermera… te mato.-

            -Es posible que a la profesora le guste usar métodos disciplinarios severos, pero oye, no deja de ser mejor que morir.- Dice Lavith.

            -Te gusta hablar, ¿eh? ¿Voy a tener que cerrarte el pico?-

            … Lavith no dice nada, solo se queda mirándole.

            -Deja de mirarme, gilipollas…-

            -Está bien, me iré. Pero voy a llamar a la señorita Leticia para que venga a relevarme.-

            -¡Idiota! ¡Déjame sólo!- Dice el estudiante mientras tiembla de dolor.

            -¡Vale, vale! ¡No la llamaré! Menudo tío…-

            El estudiante sigue retorciéndose de dolor.

            -Cuanto más te miro, más me recuerdas a un alma en pena.-

            -Gracias por informarme. ¡Piérdete!-

            -Ya, ya. Pero dime qué es lo que puedo hacer por ti.-

            -Que… que te follen, gilipollas.-

            -Gracias por el consejo.-

            -Si no te gusta lo que ves, sal de mi puta vista… Voy a acabar así de todas formas.-

           

            -¿Qué, es qué no sabes cómo morirte? Permíteme que te ayude.- Dice el estudiante con bastante enfado.

            -Vale, ya me voy. Lo prometo… ¿Estás seguro de qué te dejará de doler?-

            -Sí… pero eso es algo que no te concierne. Mantente al margen.-

            -Ya veo. Eso haré.-

            -Ah… sí… Una cosa… más.- Dice recuperándose un poco.

            -¿Sí?-

            -No hay nada que odie más… que la compasión.-

            Lavith aparta la mirada tras escuchar eso.

            -Así que si ves que estoy sufriendo… Déjame en paz, joder. No sabes de lo que soy capaz para mantenerte callado.-

           

            -¿Lo pillas?-

            -Lo pillo. Se lo haré saber a la señorita Leticia.- Responde Lavith.

            -¡Que te follen! ¡Deja de decir gilipolleces!- Dice el estudiante mientras se retuerce de dolor.

            -Disculpa, creo que me he expresado mal.-
           
            -Está bien. Si no te vas tú, seré yo quien lo haga.-

            -¡Eh! ¿Seguro qué te encuentras bien?-

            Se incorpora con fuerzas y se aleja de la biblioteca.

            -Juraría que he visto a alguien más en este estado… da igual. No tengo tiempo para estupideces. No he tenido ningún ataque desde hace 5 años y no tengo intención de sufrir otro a corto plazo.-

            Tras producirse un silencio piensa. –Mierda, se me ha olvidado preguntarle su nombre.-

            Echa un vistazo, pero ya ha entrado el estudiante en el edificio principal, está fuera de su vista. –Bah, a la mierda. Será mejor que me concentre en la limusina.-

            De vuelta al mundo real, busca un coche negro en el extenso aparcamiento. –No hay ninguna limusina en todo el maldito aparcamiento.- Piensa buscando la limusina. –Y si no está, mi tío tampoco… Razón nº 1: Mi tío no duerme en la escuela. Está demasiado ocupado. Razón nº 2: Hay un buen cacho de aquí al helipuerto, así que necesita el coche. Razón nº 3: Adora su coche y le gusta conducirlo por ahí. Razón nº 4: No reconozco ninguno de los demás vehículos. Conclusión: Mi tío ahora no está en la escuela… Así que… ¿qué hago ahora?-

            Comienza a andar pensando que hacer. –Probaré suerte otra vez.- Se dirige al pabellón Alfa y se acerca al despacho del decano.

            -Fiu… Ay… Cada vez que paso por aquí siento dolor de cabeza. Quizá tenga que ver por el aire que se respira en este lugar… O quizá sea por lo que he visto en la biblioteca. Decía que estaba bien, pero le costaba respirar y estaba sudando una barbaridad. Yo ya tuve una experiencia así en el pasado.- Piensa poniéndose la mano en la cabeza del dolor.

            -¿Pero qué…?- Se sorprende Lavith al ver como se abre la puerta del decano.

            Una mujer con gafas de vista, el pelo moreno, largo y ondulado pregunta. -¿Qué haces aquí?-

            Lavith se queda mirándola sin parar y piensa. –Así que al final sí que había alguien en el despacho del decano.-

            Nota un olor muy agradable en el aire, la mujer que acaba de salir huele realmente bien. Nada que ver con la colonia de Tommy, esta es muy agradable.

            Lavith respira hondo y sigue mirándola.
            -¿Qué ocurre?- Pregunta la mujer.

            -¿Perdón?-

            -Me estabas mirando fijamente.- Contesta con una sonrisa.

            -¿Ah, sí? Nada, en realidad… Mi corazón… está…- Piensa esto último agarrándose el pecho con disimulo.

            -Vaya. Tú debes de ser Lavith, ¿no?-

            -Sí. ¿Y tú eres…?-

            -¿Me estabas esperando?-

            -Nah, solo estaba… echando un vistazo.-

            Se acerca mucho la mujer susurrándole al oído. –Dando una vuelta, ¿eh?- Se aleja volviendo a la puerta. –Eso está muy bien, porque estoy tan ocupada…-

            -Oh…-

            -¿Por qué no pasas?-

            -Me gustaría preguntarte algo.- Dice Lavith.

            -De acuerdo.-

            -Siento otro breve pero punzante pinchazo en el pecho.- Piensa haciendo una muesca de dolor. –Parece el inicio de otro ataque.- Termina de pensar recuperándose.

            -Por favor, pasa.- Dice la mujer con un gesto con la mano.

            -Gracias.-

            Entran en el despacho. La habitación está llena de estanterías con libros. En frente un gran cuadro de la escuela y hay un sillón bastante cómodo.

            -Ya estuve aquí cuando me entrevistaron para entrar en la escuela.- Piensa Lavith al cruzar la puerta.

            -Oh, ten cuidado al entrar…-

            -¿Por qué?-

            El corazón de Lavith sufre otro pinchazo. –Ay…-

            -¡Cuidado!-

            -¿Qué? ¡Ahh! ¡Ay!-

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