Capítulo 10


           

            -Un olor agradable. ¿Pero qué…? Huele muy bien. Es delicioso.-

           

            -Hmm hace calorcito y se está a gusto.-

            -Oye, deja de decir tonterías.- Dice una mujer.

           

            -¿Qué?-

            -Si sigues diciéndome esas cosas, acabaré por tomarte en serio.-

            -“¿En serio?”-

            -Vale, vale. Pero solo una vez más, ¿de acuerdo?-

            -“¿Solo una vez más”?-

            Los labios de Lavith sienten los labios de otra persona.

            -¿Pero qué…?-

           

-Lavith…- Dice la mujer.

           

            La mujer le vuelve a dar un beso en los labios. –Eres tan mono.- Le dice mordiéndose el labio.

            -¿Qué está pasando?- Piensa Lavith.

            -Quizá te bese una vez más.-

            Abre los ojos y se encuentra tumbado en el sofá del despacho y la mujer de antes tumbada encima de Lavith.

            -¡¿Qué?!- Pregunta al verla encima.

            -Ya te has despertado.-

            -¿Eh? ¿Qué?-

            -¿Cómo te encuentras?- Pregunta la mujer.

            -¿Qué cómo me encuentro?-

           

            -Al entrar en el despacho del decano, me he tropezado con algo… He caído y me he golpeado la cabeza.- Piensa Lavith sin apartar la mirada de los pechos de la mujer.

            -Oye…-

            La mujer acerca sus labios a los del Lavith.

            -Eh. Para el carro.-

            -No te preocupes, no muerdo.- Susurra al oído la mujer.

            -No es eso lo que temo. Ay…- La mujer le da un pequeño mordisco en el cuello.

            -Vaya, pobrecito. Parece que tienes un chichón en la cabeza.- Dice mientras le acaricia la mejilla con un dedo.

           

            -¿Qué ha pasado?-

            -Estas tumbado en el sofá de mi despacho. Te has resbalado con una botella vacía, y has estado inconsciente durante diez minutos.-

           

            -Y yo te he estado cuidando.-

            -Entonces, ¿qué es esto?- Pregunta Lavith.

            -Ah, ¿esto?- Agarra la mujer la botella con alcohol. –Es alcohol… Iba a hacer que te lo tomaras para despertarte.-

            -¿Qué?-

            -Pero que mono…- Dice la mujer mientras le sube la cremallera del pantalón.

           

            -Eres tan dulce. Es decir, puedo entender por qué quieres hacerlo, pero…-

            … Lavith sigue sin decir nada.

            -Tienes un atractivo especial para las mujeres.- Dice la mujer abrochándole el botón del pantalón. –Actuabas de forma tan tierna e inocente.-

           

            -¿Pero qué coño he hecho?- Piensa sin apartar la mirada de ella.

            -Ay, que bueno eres…-

            La mujer se vuelve a inclinar.

            -Huele muy bien.- Piensa Lavith.

            -¿Por qué no continuamos otro rato?-

           

            -¿Quieres beber un poco más?-
           

            -No, gracias.-

            -Eres demasiado educado.-

            -Por supuesto, yo soy un estudiante y tú una profesora.-

            -Oh, claro… Después de haberme tocado los pechos.-

            -Yo no he hecho eso.-

            -¿Y cómo lo sabes, si estabas inconsciente?- Pregunta la mujer.

           
           
            -Aprovechándote de tu posición…-

            -Oye, ¿por qué te acercas tanto?-

            -Te he arrinconado.- Dice la mujer mordiéndose el labio.

            -No podemos hacerlo…-

            -¿De verdad? Oye, ¿y ese chupetón?- Pregunta la mujer pasándole el dedo por el “chupetón”.

            -Es la picadura de un insecto.- Responde con lo primero que le vino a la cabeza.

            La mujer le lame lentamente el chupetón, mientras mete su mano debajo del pantalón de Lavith. –Debe ser de un insecto monísimo.- Susurra.

            -Vaya…- Dice acompañado de un gemido.

            -¿Sabes lo que se supone que hacen los chicos en una situación así?-

            -Pues… no…- Responde con timidez.

            -No tienes por qué mentirme, pequeñín.-

            -Ahora mismo no puedo pensar… No me llega suficiente sangre arriba.- Piensa esto último.

            La mujer mete la mano en los calzoncillos y agarrándola comienza a acariciarla lentamente.

            -¿Pensar en qué?

            -En… Espera, que me caigo…-

            Toc, toc.

            -¿Sí?- Pregunta la mujer mientras saca la mano del pantalón.

            -¡Oh, oh!- Lavith se cae del sofá.

           

            -¿Te encuentras bien?-

            -Ay.-

            -Ha sido muy divertido.- Dice la mujer arreglándose un poco.

           

            -¿Quieres qué te ayude?- Pregunta la mujer.

            -No hace falta, estoy bien.-

            -No te habrás enfadado conmigo, ¿verdad?-

           

            -Lo siento, quizá he ido demasiado lejos.- Dice la mujer.

           

            -¿Vas a decir algo?-

            -¿No hay alguien esperando en la puerta?-

            -Sí, es cierto. Espera en el escritorio, ¿vale?-

            -Vale.-

           

            Lavith respira hondo. –Algún día… Si me vuelve a hacer algo así me aseguraré de aprovecharme de ella… Joder. Estaba soñando con algo… pero no logro recordar el qué.- Piensa mirando a la mujer.

           

            Comienza a mirar a los lados. –Es la segunda vez que entro en esta habitación tan elegante. La primera vez que vine, mi tío estaba sentado frente a mí fumándose un cigarro. Y ahora una mujer con blusa blanca ocupa su lugar… A todo esto, ¿quién es esta señora? Con tanta confusión no se lo he preguntado, pero es la primera vez que la veo. ¿Será la amante de mi tío? Es bastante probable. Joder…- Piensa viendo a la mujer abrir la puerta.

            -Por favor, pasa.-

            La persona a la que iba dirigida esa frase entra.

           

Capítulo 9


           

            “-Oye.-“

            “-¿Por qué?-“

           

            “-Oye.-“

            “-Hace frío.-“

           

            “-Oye.-“

           

            “-Hace frío… Vuelvo a sentirlo, tener un ataque y estar con un pie en el cementerio… Es como ahogarse en un pantano helado.-“

           

            “-Tanto frío… No quiero morir…-“

            “-Yo tampoco.-“

           

            “-Pero he olvidado algo. Algo importante. ¿Qué era? Au, me duele muchísimo la cabeza. Duele…-“

Capítulo 8


            Vuelve a la biblioteca. –Veamos, el aparcamiento está junto a la biblioteca… Es bastante grande, pero nadie lo usa. Debido seguramente a la localización de la escuela.-

            -Argh…-

            -¿Hmm? Oigo una especie de lamento… Suena como alguien estuviera sufriendo, proviene del lateral de la biblioteca.-

            Se acerca a donde se ha escuchado el lamento. -¿Hay alguien ahí? Voy a averiguarlo.-

            Conforme se acerca, ve a una persona uniformada recostada sobre una de las paredes marrones de la biblioteca.

            -¡Eh! ¿Te encuentras bien?-

            -Ohh, ah…-

            -¡Puaj, está potando!, además de sudar como un cerdo.- Piensa tapándose la nariz por la peste.

            El estudiante continúa vomitando… -Estás bastante jodido. ¿Te tienes en pie? Agárrate a mi hombro…-

            -¿Eh?- Pregunta el estudiante mientras mira a Lavith con desprecio.

            -¿Qué?-

            -¡Aléjate de mí!- Dice el estudiante agitando los brazos hacia Lavith.

            -¡Eh, cuidado!-

            -Qué… pretendes evitar…-

            -Bueno, normalmente trato de evitar este tipo de situaciones.-

            El estudiante jadea…

            -Ahora, espera un momento…- Dice Lavith.

            El estudiante respira claramente dolorido, se incorpora un poco mirando a Lavith. Su pelo largo y liso de color castaño sigue chorreando sudor.

            -Lo mires como lo mires, necesitas que te vea un médico.-

            -No llames… a ningún… maldito médico.-

            -Hay un hospital enorme en las cercanías. Quizás deberías pasar por allí…-

            -¿Hos… pital?-

            -Bueno, si no te gusta la idea, como mínimo deberías ir a ver a la enfermera de la escuela.-

            -Bastardo. Como llames a la enfermera… te mato.-

            -Es posible que a la profesora le guste usar métodos disciplinarios severos, pero oye, no deja de ser mejor que morir.- Dice Lavith.

            -Te gusta hablar, ¿eh? ¿Voy a tener que cerrarte el pico?-

            … Lavith no dice nada, solo se queda mirándole.

            -Deja de mirarme, gilipollas…-

            -Está bien, me iré. Pero voy a llamar a la señorita Leticia para que venga a relevarme.-

            -¡Idiota! ¡Déjame sólo!- Dice el estudiante mientras tiembla de dolor.

            -¡Vale, vale! ¡No la llamaré! Menudo tío…-

            El estudiante sigue retorciéndose de dolor.

            -Cuanto más te miro, más me recuerdas a un alma en pena.-

            -Gracias por informarme. ¡Piérdete!-

            -Ya, ya. Pero dime qué es lo que puedo hacer por ti.-

            -Que… que te follen, gilipollas.-

            -Gracias por el consejo.-

            -Si no te gusta lo que ves, sal de mi puta vista… Voy a acabar así de todas formas.-

           

            -¿Qué, es qué no sabes cómo morirte? Permíteme que te ayude.- Dice el estudiante con bastante enfado.

            -Vale, ya me voy. Lo prometo… ¿Estás seguro de qué te dejará de doler?-

            -Sí… pero eso es algo que no te concierne. Mantente al margen.-

            -Ya veo. Eso haré.-

            -Ah… sí… Una cosa… más.- Dice recuperándose un poco.

            -¿Sí?-

            -No hay nada que odie más… que la compasión.-

            Lavith aparta la mirada tras escuchar eso.

            -Así que si ves que estoy sufriendo… Déjame en paz, joder. No sabes de lo que soy capaz para mantenerte callado.-

           

            -¿Lo pillas?-

            -Lo pillo. Se lo haré saber a la señorita Leticia.- Responde Lavith.

            -¡Que te follen! ¡Deja de decir gilipolleces!- Dice el estudiante mientras se retuerce de dolor.

            -Disculpa, creo que me he expresado mal.-
           
            -Está bien. Si no te vas tú, seré yo quien lo haga.-

            -¡Eh! ¿Seguro qué te encuentras bien?-

            Se incorpora con fuerzas y se aleja de la biblioteca.

            -Juraría que he visto a alguien más en este estado… da igual. No tengo tiempo para estupideces. No he tenido ningún ataque desde hace 5 años y no tengo intención de sufrir otro a corto plazo.-

            Tras producirse un silencio piensa. –Mierda, se me ha olvidado preguntarle su nombre.-

            Echa un vistazo, pero ya ha entrado el estudiante en el edificio principal, está fuera de su vista. –Bah, a la mierda. Será mejor que me concentre en la limusina.-

            De vuelta al mundo real, busca un coche negro en el extenso aparcamiento. –No hay ninguna limusina en todo el maldito aparcamiento.- Piensa buscando la limusina. –Y si no está, mi tío tampoco… Razón nº 1: Mi tío no duerme en la escuela. Está demasiado ocupado. Razón nº 2: Hay un buen cacho de aquí al helipuerto, así que necesita el coche. Razón nº 3: Adora su coche y le gusta conducirlo por ahí. Razón nº 4: No reconozco ninguno de los demás vehículos. Conclusión: Mi tío ahora no está en la escuela… Así que… ¿qué hago ahora?-

            Comienza a andar pensando que hacer. –Probaré suerte otra vez.- Se dirige al pabellón Alfa y se acerca al despacho del decano.

            -Fiu… Ay… Cada vez que paso por aquí siento dolor de cabeza. Quizá tenga que ver por el aire que se respira en este lugar… O quizá sea por lo que he visto en la biblioteca. Decía que estaba bien, pero le costaba respirar y estaba sudando una barbaridad. Yo ya tuve una experiencia así en el pasado.- Piensa poniéndose la mano en la cabeza del dolor.

            -¿Pero qué…?- Se sorprende Lavith al ver como se abre la puerta del decano.

            Una mujer con gafas de vista, el pelo moreno, largo y ondulado pregunta. -¿Qué haces aquí?-

            Lavith se queda mirándola sin parar y piensa. –Así que al final sí que había alguien en el despacho del decano.-

            Nota un olor muy agradable en el aire, la mujer que acaba de salir huele realmente bien. Nada que ver con la colonia de Tommy, esta es muy agradable.

            Lavith respira hondo y sigue mirándola.
            -¿Qué ocurre?- Pregunta la mujer.

            -¿Perdón?-

            -Me estabas mirando fijamente.- Contesta con una sonrisa.

            -¿Ah, sí? Nada, en realidad… Mi corazón… está…- Piensa esto último agarrándose el pecho con disimulo.

            -Vaya. Tú debes de ser Lavith, ¿no?-

            -Sí. ¿Y tú eres…?-

            -¿Me estabas esperando?-

            -Nah, solo estaba… echando un vistazo.-

            Se acerca mucho la mujer susurrándole al oído. –Dando una vuelta, ¿eh?- Se aleja volviendo a la puerta. –Eso está muy bien, porque estoy tan ocupada…-

            -Oh…-

            -¿Por qué no pasas?-

            -Me gustaría preguntarte algo.- Dice Lavith.

            -De acuerdo.-

            -Siento otro breve pero punzante pinchazo en el pecho.- Piensa haciendo una muesca de dolor. –Parece el inicio de otro ataque.- Termina de pensar recuperándose.

            -Por favor, pasa.- Dice la mujer con un gesto con la mano.

            -Gracias.-

            Entran en el despacho. La habitación está llena de estanterías con libros. En frente un gran cuadro de la escuela y hay un sillón bastante cómodo.

            -Ya estuve aquí cuando me entrevistaron para entrar en la escuela.- Piensa Lavith al cruzar la puerta.

            -Oh, ten cuidado al entrar…-

            -¿Por qué?-

            El corazón de Lavith sufre otro pinchazo. –Ay…-

            -¡Cuidado!-

            -¿Qué? ¡Ahh! ¡Ay!-

Capítulo 7


            Vuelve a la planta baja del edificio principal. -¿Es que no hay nadie que haga novillos?- Piensa al ver todo vacío. Al no encontrar nadie camina hacia el gimnasio.

            … -¿Dónde se ha metido Yuta?- Oh, hay otra persona.- La puerta estaba abierta y encuentra a alguien sentada en las escaleras. –No se ha dado cuenta de que estoy aquí.- Piensa mientras se acerca despacio. Cuando ya está lo suficiente cerca piensa. –Ah, qué está durmiendo.-

            Coloca la mano en el hombro agitándolo con suavidad. -¡Leticia! Vas a resfriarte si…-

            -¡Miau!-

            Lavith se cae por las escaleras al escuchar a la inesperada gata. -¡Au!-

            -Mmm…- La enfermera produce un gemido al escucharle caer.

            -Mierda.- Se gira donde Leticia y de sus piernas aparece la gata negra. El cascabel de la gata tintinea y se baja del regazo de la señorita Leticia, saliendo fuera.

            -Eso no ha molado.- Dice mirando la puerta de salida mientras se incorpora.

            -Ah, eres tú.-

            -Se gira a la enfermera. –Me llamo Lavith, ¿vale? Si tienes tanto sueño, ¿por qué no vas a dormir a la enfermería?... Joder con la puta gata negra… me he hecho daño.- Dice esto último muy bajo.

            -Supongo que se ha dado cuenta de tus pocas nobles intenciones.-

            -¿De qué estás hablando? Solo quería despertarte para que no cogieras frío.-

            Leticia sonríe un poco. –Así que es por eso… Lo siento.-

            -No pasa nada. Total, creo que ya me odia. A todo esto, ¿qué estás haciendo aquí?-

            -¿Puedo preguntarte yo primera qué estás haciendo TÚ por aquí, Lavith?-

           

            -¿Qué?- Pregunta Leticia.

            -Bueno… que me has llamado por mi nombre de pila.-

            -Ah, ¿preferirías que te llamase por tu apellido?-

            -La verdad es que no me importa mucho.- Responde Lavith.

            -Entonces, ¿qué más da? Tu nombre es más fácil de recordar.-

            -Supongo.-

            -Así que, ¿no sabes dónde está tu clase?-

            -Ajá.- Asiente con la cabeza Lavith.

            Cierra los ojos Leticia pensando cual es la clase. –Yo tampoco lo sé.-

            -No es que te fuera a preguntar, señorita Leticia.-

            … Se produce un incomodo silencio.

            -¿Sí?-

            -¿Señorita “Leticia”?-

            -Sí.-

            -Está bien. Puedes llamarme así, si quieres.-

            -¿No te gusta?- Pregunta Lavith.

            -No mucho…-

            -No es que me quiera vengar ni nada por el estilo. Simplemente quería llamarte así.-

            -Ah, ya veo.- Dice Leticia mientras aparta la mirada.

            -¿Estás enfadada?-

            -Cállate.-

            -Vale.-

            Un poco mosqueada Leticia pregunta. -¿Llamas al resto de profesores por su nombre?-

            -No. Depende de la persona. Por cierto, ¿cómo se llama el tipo aquel?-

            -¿Te refieres a Roberto?-

            -Sí. ¿Cuál es su apellido?-

            -No lo sé.-

            -¿No lo sabes?- Pregunta Lavith un poco asombrado.

            -No me importa. No me interesa la verdad.-

            -Je…- Sonríe un poco Lavith.

            -¿Por qué lo quieres saber?-

            -Porque…-

           

            Se provoca otro ligero silencio incomodo pero es interrumpido por una pregunta de Lavith. -¿De qué estábamos hablando?-

            -Sobre tu vagar por no saber dónde está tu clase…- Responde Leticia.

            -Ah, sí. Pero eso no es todo. Me dijeron que me pasase por el despacho del decano, pero no había nadie. Así que estaba dando una vuelta.-

            Con una mirada pícara y tono dice Leticia. -¿Una vuelta? Así que has venido a espiar a las chicas al gimnasio, ¿eh?-

            -¡No!- Responde un poco colorado. -¿Y qué haces tú aquí? Era lo que te había preguntado en primer lugar.-

            -Estoy por razones similares.-

            -¿Espiar?- Pregunta Lavith burlándose un poco.

            -Sí.-

           

            Lavith no se esperaba esa respuesta de la señorita Leticia.

            -Has empezado tú.- Dice Leticia.

            -Sí, sí.-

            -Ya he respondido a tu pregunta, así que venga, vete.-

            Mosqueado dice Lavith. –No me trates como a un insecto. Además, no pienso dejarte dormir aquí.-

            -¿Por qué no? Tengo mucho sueño.-

            -Vuelve a la enfermería. Podría haber pacientes esperándote.-

            … No dice nada Leticia.

            -¿Qué?-

            -¿Tantas ganas tienes de espiar?- Pregunta la enfermera con una sonrisa.

            -¡NO!- Responde Lavith un poco cansado del tema.

            -No te pongas así. Era una broma.-

            -Está empezando a refrescar ahí fuera.-

            -Tienes razón. Volveré a la enfermería.-

            … Leticia se echa a dormir.

            -Señorita Leticia…-

            Con los ojos cerrados y sentada en las escaleras dice Leticia. –Solo un poquito más. Iré enseguida.-

            Lavith suspira.

            Abre los ojos y mira a Lavith. –Tú también pareces tener sueño.-

           

            -¿Quieres ir a ver al decano? ¿Por qué no vas al aparcamiento y compruebas si su coche sigue allí? Si está, es que aún anda por aquí. Si no, mal asunto.-

           

            -¿Qué?- Pregunta Leticia.

            -Gran consejo. Supongo que la sabiduría es proporcional a la edad.- Dice en tono sarcástico.

            -Y la estupidez, inversamente proporcional.- Dice devolviéndosela. –Lo único que tenías que hacer era pensar.-

            -Sí, sí.-

            -Buenas noches.-

            -Buenas noches. No, quiero decir…-

            Leticia ya está durmiendo.

            -Está completamente sobada.- Piensa Lavith.

            Se acerca a ella y se quita la chaqueta. –Le pondré mi chaqueta por encima… ya está roncando, que precoz. No me haré responsable si pillas un resfriado…-

            Se aleja un poco y coloca su mano en la puerta pensando. –El aparcamiento está junto a la biblioteca.- Abre la puerta abandonando el gimnasio.