Lavith se dirige a la planta baja del edificio principal. Hay varios bedeles limpiando este triste edificio. –El único que anda por aquí soy yo… el nuevo.- Pensó mientras miraba a los bedeles. –Vaya, parece que hay una chica por aquí.-
Sale del fondo de la parte este, atravesando el jardín Luna. Es una estudiante, está caminando lentamente; parece un poco preocupada. -Está andando hacia aquí…-
Plas.
-¡Ah!-
-…- Lavith se queda mirándola sin decir nada. Su pelo es ondulado, de color rubio y un poco largo. Aunque su piel es un poco pálida.
-…-
-Lo siento… ¿Estás bien?-
-…- La chica sigue sin decir nada.
-Es peligroso no mirar por dónde vas.-
-…-
-¿Te has hecho daño?-
-No. Estoy bien.- Dice la chica un poco preocupada.
-Menos mal.-
Mira a Lavith y le dice.- No te había visto nunca por aquí. ¿Eres nuevo?-
-Sí. Me llamo Lavith, de primero.-
-… Hola, yo soy Laura, de segundo.-
-¿Eres más mayor que yo?-
La chica asiente con la cabeza y al poco rato su rostro vuelve otra vez a preocupada.
-Bueno, ¿qué ocurre?-
-Nada.-
-En serio, ¿qué pasa?-
Le mira diciendo. –No te preocupes… No es nada.-
-Oh.-
-Vale, pues… Nos vemos.-
Laura se pasa la mano por su pelo y deja el edificio principal. Cada acción suya le ha dejado embobado, su belleza ha quedado marcada para siempre en lo más profundo de su ser. –Es una chica realmente guapa.- Dice en tono bajo mientras sigue observando por donde se ha ido. -¿Eh? Deja de pensar en eso, Lavith…-
Todo el mundo se ha ido del jardín Luna. –Será mejor que yo también me marche.-
Abandona el edificio principal por la entrada sur y se dirige al campo principal. Al llegar ve una calzada bastante ancha. Hay una zona de césped en mitad de la entrada, donde se erige una fuente en el centro. El perímetro de la entrada está rodeado por farolas.
-La primera vez que lo vi fue de noche, con todas las farolas encendidas. Debo admitir que fue una bonita vista. Se podría decir que esta es la entrada a la escuela. Hay una biblioteca enorme al otro lado.-
Una extraña voz de un hombre.- Espera un momento, no seas así… Es por tu propio bien.-
-Sé que he oído a alguien.- Piensa Lavith mientras busca con los ojos las voces.
Cuando se gira hacia el edificio principal, ve a un hombre de pie. Y junto a él puede ver la figura de una chica.
-¿Una estudiante en apura?- Dice Lavith observándolos.
La chica separándose un poco dice. –Tengo que ir a clase.-
El hombre. –Espera, escúchame.-
-De verdad, tengo que irme.-
Lavith sigue observándolos sin que se den cuenta de su presencia. En cuanto la chica intenta pasar junto al hombre, la agarra con sus fuertes manos.
Se queda mirando el cuerpo atlético del hombre y piensa Lavith.- No soy nadie contra él… Maldita sea.-
El hombre sigue agarrándola. –Lo estoy haciendo por ti… No irás a herir mis sentimientos, ¿verdad?-
-Por favor, déjame ir.- Dice la chica intentando separarse.
-Eso no es lo que quiero oír. Escúchame atentamente. Te pueden expulsar de la escuela muy fácilmente. Ya sabes cómo funciona esto, ¿no?-
La chica agacha la mirada sin decir nada.
-Estoy intentando echarte una mano. Me preocupo realmente por ti.-
-Déjame ir.-
-¿Es así como vas a tratarme después de todo lo que he hecho por ti?- Le aprieta con más fuerza el brazo.
-¡Ay!-
-Escúchame, joder. Me estás haciendo perder la paciencia.-
Se acerca Lavith a los dos diciendo. –Perdonad la intromisión, pero…-
El hombre mira fijamente a Lavith. -¿Pero qué?-
-Es más joven de lo que pensaba… pelo castaño y corto. Por como viste es evidente que se trata del profesor de Educación Física.- Piensa mientras mira al hombre.
-¿Quién coño eres tú?- Pregunta el hombre bastante enfadado.
-Acaban de transferirme. ¿Puedo preguntaros qué estáis haciendo?-
El hombre con aire de superioridad. –No tengo por qué decirte nada.-
-Disculpad, he de irme.- La chica se aleja sin decir nada más.
-¡Eh, espera!-
-Ya está a salvo.- Piensa al verla alejarse del hombre.
La chica ha logrado zafarse durante la conversación y ha salido corriendo.
-Mierda.- La frustración en el hombre se podía notar a kilómetros.
La chica desaparece en el interior del edificio principal. –Y me ha dejado a solas con este monstruoso cabronazo.- Piensa mirando al hombre. Tras producirse un silencio incómodo dice. –Yo también me tengo que ir.-
El hombre coloca su mano en el hombro de Lavith. –No tan rápido, amiguito.-
Aterrado piensa. –Que alguien me ayude, por favor…- Pero contesta. -¿Sí?-
-¿Qué estás haciendo aquí?-
-Me dirijo al despacho del decano.-
-¿Cómo? Me esperaba algo más convincente.-
-No, en serio. Me dirigía hacia allí ahora mismo. Llegué aquí ayer. Se trata de una formalidad bastante habitual, ¿no crees? Y ahora, si me disculpas…-
-Quieto parado.- Agarra la camiseta deteniéndole.
-Oh, oh. Soy hombre muerto.- Piensa al notar como agarra su camiseta y tira de camiseta apretando su cuello. –No puedo respirar.-
-Parece que no sabes respetar a los profesores, chico…-
-Eso es cierto, pero ¿de qué va este tío?- Piensa sin apenas aliento.
-Creo que voy a tener que enseñarte cuatro cositas.-
La piel de Lavith empezó a cambiar de color. Mientras seguía aguantando el aire se pone a rezar. -Padre nuestro, que estás en los cielos… ¿Podré salir de esta?-
-¿Ya estás asustado? Deberías habértelo pensado dos veces antes de involucrarte. Ahora ya es demasiado tarde.- El hombre cada vez se enfada más.
Apunto de quedarse sin aire Lavith, con esfuerzo dice lo que parece ser su ultima palabra. –Vaya…-
-¿Qué?- El hombre suelta la camiseta.
-¿Te has enfadado… por qué te he visto… acosando a una chica?- Dice Lavith mientras recupera el aliento.
-¡Cómo?!-
-¡Está funcionando!- Pensó al verle enfadado.
-¡Hijo de…!-
-Bien, bien. Acabemos con esto de una vez. Tampoco es que me caigas muy bien.-
De repente la voz de una mujer. -¿Señor Roberto?-
Lavith dando un suspiro de alivio piensa. –Alguien viene en mi ayuda…-
Roberto se gira para ver quién es.
…
Una mujer de pelo corto hasta el cuello, moreno y liso, con un vestido rojo ajustado y una bata blanca aparece. Al verla Lavith pensó. -¡Estoy salvado!- Pero tras decirse eso, se quedó mirando los grandes pechos de la mujer. Al volver en si, dirige la mirada a Roberto pensando. –Roberto… No olvidaré ese nombre durante mucho tiempo.-
La mujer mira al hombre preguntando. -¿Qué está haciendo?-
El hombre se pone nervioso. –bueno, yo, esto…-
La mujer mira a Lavith y pregunta. -¿Es el estudiante nuevo?-
-Eso creo…- Responde Roberto.
Vuelve a mirar a Roberto y dice. –Y no me ha respondido… ¿Qué estaba haciendo?-
-Estaba intentando enseñarle modales a este chico.-
La mujer se muerde el labio inferior diciendo. –Modales, ¿eh?-
-Así es.-
-Ah, vale.-
Se produce un silencio y la mujer dice. –Por favor, continúe con lo que estaba haciendo.-
Roberto y Lavith se quedan sorprendidos tras escuchar eso.
-No importa, soy enfermera. Ya me ocuparé de él cuando termine.-
Roberto no hace nada.
-Va, venga.-
-He terminado, por ahora…- Dice Roberto apartando la mirada.
-Ahora que se estaba poniendo interesante.-
Lavith piensa. –Gracias por dejar de estrangularme. ¿De verdad esta mujer estaba intentando ayudarme?-
Roberto antes de irse se acerca a Lavith y le dice susurra. –Te dejaré ir por esta vez, pero la próxima…-
La mujer mira a Roberto y le dice. -¡Ah, otra cosa señor Roberto!-
Roberto se gira hacia ella preguntando. -¿Qué pasa?-
-No es muy importante, pero…-
-¿Sí?-
-No atosigue demasiado a sus alumnos… Eso es todo.-
-Er… Esto…- Roberto se va sin decir nada más.
-Menudo idiota.- Dice la mujer mirando a Lavith.
-Pues sí.-
-Así que tú eres el nuevo.- Dice la enfermera con una mirada pícara.
-Hola, me llamo Lavith.-
-Y yo Leticia. Soy la enfermera de esta escuela.-
-Encantado.-
-Y bien, ¿qué ha pasado?- Pregunta la mujer.
-No mucho. Simplemente que Roberto intentaba hacerle cosas raras a una de las estudiantes…-
-Probablemente se porte bien durante algún tiempo, así que no te preocupes.-
-Ese maestro de Educación Física, ¿hace esto muy a menudo?-
-Es profesor de arte.-
-Me da igual, como si quiere dar clases de decoración de interiores… Podrían despedirlo. Joder…-
La mirada de Leticia se centra en el cuello de Lavith. -Déjame ver eso…-
-Estoy bien.-
-Ah, es solo el cuello. Vivirás.-
….
Con una sonrisa Leticia dice. -¿Qué quieres, que te compadezca?-
-Solo un poco.- Responde Lavith.
-Oh… Te pondrás bien, pequeñín.- Le dice mientras pone su mano en la cabeza de Lavith.
-No puedo creer que me haya dado golpecitos en la cabeza.- Piensa cuando Leticia aparta su mano.
-De todas formas, no te ha pasado nada. Y él no debería saltar tan fácilmente.-
-Que directa.-
-Va a ser complicado… Me informaré.- El rostro de la enfermera cambia a ser serio.
-Vale…-
-Tengo que irme; ya nos veremos en otro momento.-
La mujer de la bata de laboratorio desparece dentro del edificio principal. –Hay que reconocer que la señorita Leticia tiene un cuerpazo.-