Capítulo 66



            María y Lavith están en la enfermería.
           
            -Fiu.- Resopla él.

            -Uf, uf…- Jadea ella bastante ruborizada y con las pulsaciones rápidas.

            La lleva a la cama y la tumba. Se dirige a la puerta para cerrarla y al girarse ve a María con la camisa desabrochada y con la falda quitada.

            Jadeando ella dice. –Por favor, para… Déjame sola…-

            -Lo sé, pero… Está bien.-

            -Sabía que era algún tipo de droga.-

            Lavith se acerca a ella diciendo. –No conocía existencia de un medicamento tan convient… err. Quiero decir, extraño.

            Gimiendo un poco y curvando la espalda dice ella. –Bueno, ¿entonces… que me está… pasando?-

            -Quien sabe.-

            María se retuerce de ansiedad.

            El muchacho se acerca para agarrarla.

            -¡Te he dicho que no me toques!-

            La sigue agarrando pero con más firmeza.

            -¡AHHH! ¡OHH!- María jadea y gime.

            Lavith traga saliva y se muerde el labio mientras la mira.

            -No puedo aguantarlo más. ¡Sal de aquí!-

            -¿Qué pasa si viene alguien?- Pregunta él.

            -Simplemente espera… delante… de la puerta… Tal y como dijo… mi hermana… ¡Ah!-

            -María…-
           
            -Noooo… No me toques…- Dice ella retorciéndose.

            La mano del muchacho se desliza por la cintura de ella hasta la cadera.

            -Si he dicho que no, ¡¡significa que NO!! Y ahora, ¡aléjate de mí!

            La mano se introduce dentro de la braga, acariciando su clítoris.

            -Ohhh…-

            -María… Solo voy a tocarte un poco más.-

            -¡Mentiroso! Sé que no te conformarás con eso… Ahhhh…-

            Un dedo se introduce en la vagina. –Tu cuerpo está aún más caliente que hace un minuto.-

            -¡¡NO!! Ahhh…- Gime ella y se le acelera el corazón. -No, no… No es que te odie, es solo que no quiero esto… esto… ¡Ahhh!- Gime más de placer al notar el dedo cada vez más dentro y moviéndose.

            -Solo voy a tocarte un poco más. No te va a doler.-

            -Au… Ahh…- Gime ella.

            -María…-

            -No, no, no… No puedo aguantarlo…-

            -Estás muy mal, ¿eh?- Dice él.

            -Ahh… No, no… Ya te lo he dicho… ¡No puedo soportarlo más!- Se retuerce de placer. –No, no me toques ahí… Aa-uuu…-

            Los dedos del joven hacen presión en el punto G. Al rato saca los dedos y comienza a desnudarla.

            -Ahh… No, no me lo quites…- Se queja María.

            -Estás muy… sexy, María.-

            -¿Qué? Ohh…-

            Como si estuviera “poseído” le quita la ropa.

            -Por favor, para…- Dice ella.

            -Pero es que estás tan…-

            -¡Ahh! ¡Qué estás haciendo! ¡Quieto!-

            El muchacho acerca su cara a la vagina.

            María lo mira decidido a lamer.

            -Estás tan… mojada.- Dice él.

            La lengua comienza a lamer de abajo arriba hasta llegar al clítoris.

            -Ahh… No, ¡te he dicho que pares!-

            Vuelve a lamer de abajo arriba. –María… Sabes que lo estás deseando.-

            -¡No! ¡Y no!- Le da un guantazo en la cara.

            -¡Ay!- Se queja el muchacho.

            María jadea como una perra exhausta sin apartar la mirada de él.

            -¿Qué? ¿María?-

            Jadeando responde. –Ah… Ohh… Esto es…-

            -Uhh… ¡No, espera!-

            María le vuelve a dar un guantazo.

            -¡Auch!- Se vuelve a quejar él.

            Tapándose con una sábana y agarrando la almohada dice ella. -¡No puedes hacer esto! ¡Está mal!-

            -¡Era inevitable!-

            -¡Idiota! ¡Pervertido!- Le tira la almohada dándole en la cara.

            -¡Uaa! ¡Eres muy peligrosa!- Dice Lavith.

            -¡No iba a dejar que me violara un chico tan pequeño!-

            -¡¿Violarte?! Eh, ¡tranquilízate!-

            -¡¡Gilipollas!!-

            -¿No crees que te estás pasando?- Pregunta él.

            María agarra otra almohada para lanzarla, pero el muchacho consigue esquivarla y salir de la enfermería.

            Suspira y piensa. –He logrado esquivar esa última. Joder. ¡¿Por qué he hecho eso?! Nunca he querido que pasase esto... ¡Pero es que estaba tan sexy!-

            Una voz de mujer dice al lado del muchacho. -¿Por qué no te marchas? Estás haciendo mucho ruido.-

            -Oh, ohh, la señorita Leticia.- Dice el muchacho al verla.

            -Ten todas las discusiones sentimentales que quieras, pero fuera de mi enfermería.-

            -Eh, bueno…-

            -Largo. Tengo que empezar a preparar mi equipaje.-

            -Ehh… Ahora no es un buen momento.-

            -Dile a tu novia que ya hablaréis otro día. Estoy ocupada.-

            Con miedo se dirige a la puerta, traga saliva y la abre.

            -¡Estúpido!- Lanza otra almohada pero sin acertar al muchacho.

            Se sale de la enfermería pensando. –La señorita Leticia ha entrado tan calmada y serena. Como si no pasara nada.- Sale del pabellón alfa.

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