María
y Lavith están en la enfermería.
-Fiu.-
Resopla él.
-Uf,
uf…- Jadea ella bastante ruborizada y con las pulsaciones rápidas.
La
lleva a la cama y la tumba. Se dirige a la puerta para cerrarla y al girarse ve
a María con la camisa desabrochada y con la falda quitada.
Jadeando
ella dice. –Por favor, para… Déjame sola…-
-Lo
sé, pero… Está bien.-
-Sabía
que era algún tipo de droga.-
Lavith
se acerca a ella diciendo. –No conocía existencia de un medicamento tan
convient… err. Quiero decir, extraño.
Gimiendo
un poco y curvando la espalda dice ella. –Bueno, ¿entonces… que me está…
pasando?-
-Quien
sabe.-
María
se retuerce de ansiedad.
El
muchacho se acerca para agarrarla.
-¡Te
he dicho que no me toques!-
La
sigue agarrando pero con más firmeza.
-¡AHHH!
¡OHH!- María jadea y gime.
Lavith
traga saliva y se muerde el labio mientras la mira.
-No
puedo aguantarlo más. ¡Sal de aquí!-
-¿Qué
pasa si viene alguien?- Pregunta él.
-Simplemente
espera… delante… de la puerta… Tal y como dijo… mi hermana… ¡Ah!-
-María…-
-Noooo…
No me toques…- Dice ella retorciéndose.
La
mano del muchacho se desliza por la cintura de ella hasta la cadera.
-Si
he dicho que no, ¡¡significa que NO!! Y ahora, ¡aléjate de mí!
La
mano se introduce dentro de la braga, acariciando su clítoris.
-Ohhh…-
-María…
Solo voy a tocarte un poco más.-
-¡Mentiroso!
Sé que no te conformarás con eso… Ahhhh…-
Un
dedo se introduce en la vagina. –Tu cuerpo está aún más caliente que hace un
minuto.-
-¡¡NO!!
Ahhh…- Gime ella y se le acelera el corazón. -No, no… No es que te odie, es
solo que no quiero esto… esto… ¡Ahhh!- Gime más de placer al notar el dedo cada
vez más dentro y moviéndose.
-Solo
voy a tocarte un poco más. No te va a doler.-
-Au…
Ahh…- Gime ella.
-María…-
-No,
no, no… No puedo aguantarlo…-
-Estás
muy mal, ¿eh?- Dice él.
-Ahh…
No, no… Ya te lo he dicho… ¡No puedo soportarlo más!- Se retuerce de placer.
–No, no me toques ahí… Aa-uuu…-
Los
dedos del joven hacen presión en el punto G. Al rato saca los dedos y comienza
a desnudarla.
-Ahh…
No, no me lo quites…- Se queja María.
-Estás
muy… sexy, María.-
-¿Qué?
Ohh…-
Como
si estuviera “poseído” le quita la ropa.
-Por
favor, para…- Dice ella.
-Pero
es que estás tan…-
-¡Ahh!
¡Qué estás haciendo! ¡Quieto!-
El
muchacho acerca su cara a la vagina.
María
lo mira decidido a lamer.
-Estás
tan… mojada.- Dice él.
La
lengua comienza a lamer de abajo arriba hasta llegar al clítoris.
-Ahh…
No, ¡te he dicho que pares!-
Vuelve
a lamer de abajo arriba. –María… Sabes que lo estás deseando.-
-¡No!
¡Y no!- Le da un guantazo en la cara.
-¡Ay!-
Se queja el muchacho.
María
jadea como una perra exhausta sin apartar la mirada de él.
-¿Qué?
¿María?-
Jadeando
responde. –Ah… Ohh… Esto es…-
-Uhh…
¡No, espera!-
María
le vuelve a dar un guantazo.
-¡Auch!-
Se vuelve a quejar él.
Tapándose
con una sábana y agarrando la almohada dice ella. -¡No puedes hacer esto! ¡Está
mal!-
-¡Era
inevitable!-
-¡Idiota!
¡Pervertido!- Le tira la almohada dándole en la cara.
-¡Uaa!
¡Eres muy peligrosa!- Dice Lavith.
-¡No
iba a dejar que me violara un chico tan pequeño!-
-¡¿Violarte?!
Eh, ¡tranquilízate!-
-¡¡Gilipollas!!-
-¿No
crees que te estás pasando?- Pregunta él.
María
agarra otra almohada para lanzarla, pero el muchacho consigue esquivarla y
salir de la enfermería.
Suspira
y piensa. –He logrado esquivar esa última. Joder. ¡¿Por qué he hecho eso?!
Nunca he querido que pasase esto... ¡Pero es que estaba tan sexy!-
Una
voz de mujer dice al lado del muchacho. -¿Por qué no te marchas? Estás haciendo
mucho ruido.-
-Oh,
ohh, la señorita Leticia.- Dice el muchacho al verla.
-Ten
todas las discusiones sentimentales que quieras, pero fuera de mi enfermería.-
-Eh,
bueno…-
-Largo.
Tengo que empezar a preparar mi equipaje.-
-Ehh…
Ahora no es un buen momento.-
-Dile
a tu novia que ya hablaréis otro día. Estoy ocupada.-
Con
miedo se dirige a la puerta, traga saliva y la abre.
-¡Estúpido!-
Lanza otra almohada pero sin acertar al muchacho.
Se
sale de la enfermería pensando. –La señorita Leticia ha entrado tan calmada y
serena. Como si no pasara nada.- Sale del pabellón alfa.