Capítulo 67



            Comienza a mirar alrededor y ve a Laura entrar en la biblioteca, pero la ve entrar con prisas.

            -Qué raro parece… Iré a ver.-

            Al llegar a la entrada de la biblioteca, el viento que sopla congela al muchacho produciéndole un escalofrío.

            Cuando entra, ve que las luces están apagadas. Las enciende y se da cuenta que está todo vacío. Un silencio atronador envuelve el lugar.

            -¿Qué? Me ha parecido oír algo.

            Se escucha un ruido extraño.

            -Lo oigo de nuevo. ¿Qué será?-

            El muchacho cierra los ojos para centrarse en el ruido extraño…

            -Nada; ni una pisada, ni nadie pasando las hojas de un libro… Ah, ya veo.- Mira al techo y encuentra de donde proviene el ruido. Es el sonido del vaivén de la lámpara de araña que apenas se puede distinguir. -Me ha asustado… Espero que no se me caiga encima.-

            Sube a la sala de lectura y la encuentra totalmente oscura. –Las luces están apagadas, así que tendré que ir con cuidado hasta que se me acostumbren los ojos. No han encendido el aire acondicionado; puedo sentir la sequedad del ambiente… -

            Camina con cuidado mientras piensa. –No hay nadie en la habitación, la gente que había ayer ahora no está. Estaba seguro de que hoy volvería a verlos… Han debido pasar un montón de cosas en un edificio tan viejo como este. Estaba aquí antes de que construyesen la escuela. He oído que perteneció originariamente a la familia An… no recuerdo bien el nombre ahora… De todas formas el fundador de la escuela se encargó de remodelarlo más tarde. En otras palabras, se desconoce el origen de los cimientos del edificio. Por eso ha pasado de todo…-

            Choca con una silla y se sienta un rato, mira alrededor y con dificultad solo ve estanterías llenas de libros y mesas. –Nunca he vivido en un sitio tan antiguo. Pero cuando era pequeño, solía ver cosas extrañas. No me acuerdo demasiado, pero sabía que no tenían nada que ver con las drogas que me hacían tomar. De todas formas, siempre pasan cosas raras en las bibliotecas… No hay nada de aquí que realmente me asuste. Quizá sea cuestión de tiempo, cuando se acerca la noche… Puede que Sara haya visto algo, ya que trabaja aquí… Espera un momento, ahora que lo pienso, no tiene por qué haber un fantasma vagando por el lugar. Sí… Sara estaba allí en aquel momento… Sí, podría ser eso. Esa extraña sensación que sentí cuando estuve cerca de ella. Si no hubiese sido Sara, lo entendería, pero… ¿De verdad puede pasar algo así? ¿Qué un fantasma tome el control del cuerpo de alguien?-

            Baja a recepción y apaga las luces antes de irse. Al salir mira a la Luna, suspira y comienza a caminar para la residencia masculina.

            Al llegar al aseo escucha un ruido extraño de atrás. -¿Qué ha sido eso?- Piensa Lavith mientras busca con la mirada. Se acerca al aseo y lo rodea para encontrar el ruido… pero no encuentra nada fuera de lo normal. –Noto algo extraño… ¿Estaré paranoico? Sí, seguro que es eso.- Piensa cada vez más nervioso.

            Prosigue la marcha a paso ligero hasta su dormitorio. –Todavía falta para el toque de queda, pero no me he cruzado con nadie en los pasillos.-

            Entra al dormitorio y nota que el aire acondicionado está encendido, así que la habitación está muy calentita.

            -Oohh…- Se queja el muchacho colocándose la mano en la frente. –El contraste de temperaturas ha hecho que me dé dolor de cabeza.-

            Sin quitarse el uniforme escolar se tumba en la cama. Cierra los ojos y suspira. –El incidente en la sala de arte… Casi me matan esos malnacidos que violaban a Laura. Por eso la sala está hecha un desastre. No tengo ni idea de por qué la defendí… La verdad es que ya me había pasado algo similar en el pasada… Fue secundaria… Aquella vez también vi a una chica que estaba siendo atacada… Este incidente hizo que lo recodara todo…-

            Se quita las gafas y se tumba de lado. –Mi vida como estudiante de secundaria no fue precisamente un camino de rosas. Hasta entonces, la gente que no encajaba con las masas acababa aislada y excluida. Al recodarlo ahora, no es de extrañar que no consiga mezclarme con los demás… Aún me sigue doliendo la cabeza del golpe.-

            Da un suspiro y piensa. –Laura… Solo un deseo… Parecía incluso que le gustaba ser violada. ¿De verdad podría quererlo?-

            El muchacho respira hondo y se levanta de la cama. El suelo sigue estando frío. –Si Laura ha pasado por semejantes experiencias, eso podría explicar las barreras que se ha auto impuesto… Es un poco pronto para sacar conclusiones, en cualquier caso, Laura está herida.-

            Sale al balcón para despejarse. –Que frío… Respeto a lo de la enfermería… Creo que le he hecho algo malo a María. Al principio no quería presionarla. Pero pasó… Bah, que mas da… estaba temblando, bastante afectada, justo antes de que ocurriese. Empecé a perder los estribos. Bueno, y también está lo de Laura.-

            De repente la imagen de María en la enfermería casi desnuda aparece en la mente del muchacho. -¡No! ¡No te acerques a mí!-

            -Fiu.- Resopla el muchacho. –Quizá… eso ha sido lo peor, no puedo imaginar el porqué. Pero me ha afectado bastante oír esas palabras. Quizá porque me lo ha dicho una amiga de la infancia. Al menos la historia permanece consistente. Estando enfermo en cama, pierdes la posibilidad de tener un solo amigo para jugar… y eso puede herir mucho… Pero, nah. Ya han pasado cinco años desde entonces. No quiero recordar la época en la que me pasaba todo el día en cama.-

            Suspira el muchacho y descarga una gran bocanada de aire. –No hace demasiado frío aquí fuera, pero el viento helado arremete contra mi cara sin piedad. Especialmente en el balcón, donde sopla desde todo el campo principal… Voy a volver a la habitación. Ah, sí. Miriam dijo que vendría… Sin ninguna duda, tengo la sensación de que me estaba tomando el pelo. Pero… No, definitivamente ella…-

            Los árboles que hay detrás de los servicios masculinos comienzan a moverse por un instante llamando la atención del muchacho. -¿Eh? ¿Qué ha sido eso? Ahora mismo ha ocurrido algo muy extraño… ¿Será todo imaginaciones mías? En fin… volveré dentro.-

            Entra en la habitación y se estira un poco. Sale a la calle para despejarse y comprobar por qué se han movido esos árboles. El frío viento sopla contra su cuerpo, reduciendo gradualmente su temperatura corporal. Está bastante oscuro; el brillo de las farolas laterales que rodean la valla es tenue y solitarias.

            Mirando a la valla, la imagen de Saburo le viene a la mente. –Y pensar que fue ayer cuando vi a Saburo corretear por la valla. Me pregunto si Yuta lo sabrá… Posiblemente no. Se enterará algún día de estos, pero no tiene por qué saber cómo pasó… Será mejor volver, no encuentro nada y hace mucho frío.-

            Vuelve a la residencia masculina y entra en su habitación. Se quita la chaqueta pensando. –Miriam no va a venir. ¿Y qué esperaba? No hay ningún motivo para que quisiera hacerlo. Pero más que eso, sigo pensando en lo que me dijo María, eso de que averiguarían un montón de cosas esta noche. Además, me dijo que no saliera de mi habitación. Espero que María le falte poco para acabar su investigación. Es una persona imprescindible… Ya me encargaré de este asunto más tarde.-

            De repente le comienza a doler mucho la cabeza y estornuda. -¿Eh? ¿Un resfriado? Que extraño… me pitan los oídos.- Las luces se apagan. -¿Eh? ¿Qué?- El corazón se le acelera tanto que cae desmayado.-

Capítulo 66



            María y Lavith están en la enfermería.
           
            -Fiu.- Resopla él.

            -Uf, uf…- Jadea ella bastante ruborizada y con las pulsaciones rápidas.

            La lleva a la cama y la tumba. Se dirige a la puerta para cerrarla y al girarse ve a María con la camisa desabrochada y con la falda quitada.

            Jadeando ella dice. –Por favor, para… Déjame sola…-

            -Lo sé, pero… Está bien.-

            -Sabía que era algún tipo de droga.-

            Lavith se acerca a ella diciendo. –No conocía existencia de un medicamento tan convient… err. Quiero decir, extraño.

            Gimiendo un poco y curvando la espalda dice ella. –Bueno, ¿entonces… que me está… pasando?-

            -Quien sabe.-

            María se retuerce de ansiedad.

            El muchacho se acerca para agarrarla.

            -¡Te he dicho que no me toques!-

            La sigue agarrando pero con más firmeza.

            -¡AHHH! ¡OHH!- María jadea y gime.

            Lavith traga saliva y se muerde el labio mientras la mira.

            -No puedo aguantarlo más. ¡Sal de aquí!-

            -¿Qué pasa si viene alguien?- Pregunta él.

            -Simplemente espera… delante… de la puerta… Tal y como dijo… mi hermana… ¡Ah!-

            -María…-
           
            -Noooo… No me toques…- Dice ella retorciéndose.

            La mano del muchacho se desliza por la cintura de ella hasta la cadera.

            -Si he dicho que no, ¡¡significa que NO!! Y ahora, ¡aléjate de mí!

            La mano se introduce dentro de la braga, acariciando su clítoris.

            -Ohhh…-

            -María… Solo voy a tocarte un poco más.-

            -¡Mentiroso! Sé que no te conformarás con eso… Ahhhh…-

            Un dedo se introduce en la vagina. –Tu cuerpo está aún más caliente que hace un minuto.-

            -¡¡NO!! Ahhh…- Gime ella y se le acelera el corazón. -No, no… No es que te odie, es solo que no quiero esto… esto… ¡Ahhh!- Gime más de placer al notar el dedo cada vez más dentro y moviéndose.

            -Solo voy a tocarte un poco más. No te va a doler.-

            -Au… Ahh…- Gime ella.

            -María…-

            -No, no, no… No puedo aguantarlo…-

            -Estás muy mal, ¿eh?- Dice él.

            -Ahh… No, no… Ya te lo he dicho… ¡No puedo soportarlo más!- Se retuerce de placer. –No, no me toques ahí… Aa-uuu…-

            Los dedos del joven hacen presión en el punto G. Al rato saca los dedos y comienza a desnudarla.

            -Ahh… No, no me lo quites…- Se queja María.

            -Estás muy… sexy, María.-

            -¿Qué? Ohh…-

            Como si estuviera “poseído” le quita la ropa.

            -Por favor, para…- Dice ella.

            -Pero es que estás tan…-

            -¡Ahh! ¡Qué estás haciendo! ¡Quieto!-

            El muchacho acerca su cara a la vagina.

            María lo mira decidido a lamer.

            -Estás tan… mojada.- Dice él.

            La lengua comienza a lamer de abajo arriba hasta llegar al clítoris.

            -Ahh… No, ¡te he dicho que pares!-

            Vuelve a lamer de abajo arriba. –María… Sabes que lo estás deseando.-

            -¡No! ¡Y no!- Le da un guantazo en la cara.

            -¡Ay!- Se queja el muchacho.

            María jadea como una perra exhausta sin apartar la mirada de él.

            -¿Qué? ¿María?-

            Jadeando responde. –Ah… Ohh… Esto es…-

            -Uhh… ¡No, espera!-

            María le vuelve a dar un guantazo.

            -¡Auch!- Se vuelve a quejar él.

            Tapándose con una sábana y agarrando la almohada dice ella. -¡No puedes hacer esto! ¡Está mal!-

            -¡Era inevitable!-

            -¡Idiota! ¡Pervertido!- Le tira la almohada dándole en la cara.

            -¡Uaa! ¡Eres muy peligrosa!- Dice Lavith.

            -¡No iba a dejar que me violara un chico tan pequeño!-

            -¡¿Violarte?! Eh, ¡tranquilízate!-

            -¡¡Gilipollas!!-

            -¿No crees que te estás pasando?- Pregunta él.

            María agarra otra almohada para lanzarla, pero el muchacho consigue esquivarla y salir de la enfermería.

            Suspira y piensa. –He logrado esquivar esa última. Joder. ¡¿Por qué he hecho eso?! Nunca he querido que pasase esto... ¡Pero es que estaba tan sexy!-

            Una voz de mujer dice al lado del muchacho. -¿Por qué no te marchas? Estás haciendo mucho ruido.-

            -Oh, ohh, la señorita Leticia.- Dice el muchacho al verla.

            -Ten todas las discusiones sentimentales que quieras, pero fuera de mi enfermería.-

            -Eh, bueno…-

            -Largo. Tengo que empezar a preparar mi equipaje.-

            -Ehh… Ahora no es un buen momento.-

            -Dile a tu novia que ya hablaréis otro día. Estoy ocupada.-

            Con miedo se dirige a la puerta, traga saliva y la abre.

            -¡Estúpido!- Lanza otra almohada pero sin acertar al muchacho.

            Se sale de la enfermería pensando. –La señorita Leticia ha entrado tan calmada y serena. Como si no pasara nada.- Sale del pabellón alfa.