Camina
sin rumbo pensando en la conversación de Miriam y la escena que ha visto con
Lucía y Miguel Ángel.
Al
terminar de pensar, se da cuenta de que está en el paseo que une la residencia
femenina. A través de las nubes, la luna ilumina el edificio.
El
sonido de alguien moviéndose llama la atención del muchacho.
-¿Qué?-
Se gira para ver quien es.
Ágata
un poco triste se cruza con Lavith.
Alterado
del susto piensa. –No me pegues esos sustos.- Mira a Ágata y la saluda. -¡Eh!-
Sin
inmutarse sigue caminando. –Podrías saludarme, al menos.- La ve alejarse un
poco y sigue pensando. –Ha salido de la parte oeste del bosque y se ha dirigido
al norte. Lleva puesto un traje negro de una sola pieza, parece que está
rasgado. Supongo que por haber cruzado entre los arbustos.-
Otro
sonido de alguien moviéndose, vuelve a llamar la atención.
-¿Qué?-
Se pregunta el muchacho.
Poco
después de ver a Ágata Anekohji pasar por su lado, aparece un bedel con un
uniforme gris. Le mira al muchacho, y de repente se queda quieto.
Se
produce un silencio y durante ese tiempo, se fija el muchacho en la dirección
por la que ha venido. El bedel le saluda con una ligera inclinación de cabeza y
comienza a andar hacia el edificio principal. El muchacho de la misma forma le
saluda y mira como se aleja.
-Mmm…
Parece que estaba siguiendo a Ágata. Y ella posiblemente se dio cuenta. Igual
quería darle una carta de amor… Mmm… No, yo diría que la estaba vigilando. A
pesar de ser una descendiente de la familia Anekohji, para la escuela es una
intrusa. Supongo que no confía en ella. Eso es posiblemente por lo que… en
cualquier caso, no puedo encontrarme con ella si Laura anda por aquí. Mmm… me
alejaré.-
Se
dirige a la residencia masculina y entra en su dormitorio.
Hace
bastante frío. –El aire acondicionado debería solucionarlo.- Agarra el mando y
pulsa el botón.
Click.
El sonido es tan suave que no se sabría decir si está encendido o apagado, pero
funciona. Desafortunadamente, parece que le llevará un rato calentar la
habitación. Deja el mando en el escritorio y se tumba en la cama.
-Laura
no aparece… No parecía estar enferma cuando me la encontré esta mañana en la
biblioteca. Parecía bastante relajada. Ella es completamente diferente a un
nuevo estudiante como yo. Sabía exactamente cómo actuar delante de la
trastornada señorita Sonia. Supo cómo llevar la situación con tranquilidad y
buen hacer. Se mantuvo serena todo el tiempo, parecía diferente a otras veces,
quizá haya pasado por lo mismo. Igual Yuta tiene razón, es posible que Laura
haya sufrido una experiencia similar en el pasado. Y ese video… no creo que lo
grabasen hace tanto tiempo. Lo que significa que este tipo de incidentes ya han
ocurrido menos veces.-
Cierra
los ojos y se pone de lado pensando. –Si lo sabe, no es el tipo de persona que
lo haría público. Posiblemente haya hecho todo lo posible para mantenerlo en
secreto. Si es así… no tienes excusa, tío. En fin, saldré a buscarla una vez
más. Miriam me dijo que vendría, pero supongo que no era más que una broma.-
Se
levanta de la cama y abandona la residencia masculina. Al llegar al campo
principal, se da cuenta de que hay varias personas cerca de la valla. Son
cuatro o cinco. Todos excepto uno, llevan el uniforme gris de los bedeles.
-Los
bedeles y… ¿Roberto?-
Están
en la otra punta del campo principal, cerca del aparcamiento. No se podría
asegurar que es el profesor de arte por ese largo abrigo que lleva. Se dirigen
hacia el edificio principal, excepto el hombre de la chaqueta. Él va hacia el
pabellón alfa.
-Mmm…
¿Roberto? Si lo es, ¿adónde va? He oído que la señorita Leticia hoy también iba
a salir. No tiene ningún sentido quedarse aquí de pie con el frío que hace.
Debería irme.-
Caminando
ve a Tommy entrar en el gimnasio.
-Mmm…
le seguiré.-
Lavith
entra al gimnasio manteniendo la distancia y pensando. –Tommy parece muy serio.
Quizá esté buscando a la persona que envío el video. Incluso a mí, que no tengo
nada que ver, me dan ganas de estrangular al responsable. Si Tommy averigua
quien es el criminal, podría acabar en algo mucho más serio.-
Tommy
baja por las escaleras. Lo sigue pero al bajar le pierde de vista. Así que sube
y deja el gimnasio.
Camina
hasta el pabellón alfa. Sube al primer piso e intenta abrir la puerta pero no
se abre. Coloca la oreja en la puerta pero no escucha nada.
Al
subir a la azotea no ve a ningún bedel por los alrededores, pero sí a María.
-Hmm…
¡Eh, María!- Saluda el muchacho.
-Lavith.-
Dice ella bastante triste.
-¿Qué
ocurre?-
-Nada.-
-¿Estás
segura?-
-En
serio, no pasa nada. Cosas de mi trabajo.-
-¿Algún
problema?- Pregunta Lavith.
-Va
todo bien. Así que no hagas el tonto, ¿vale?-
-¿El
tonto? Tonto es el que hace tonterías.- Dice Lavith.
María
esboza una sonrisa. –No te entrometas esta noche, ni vagues por ahí.-
-Ah,
ese tipo de cosas.-
-No
hay demasiados estudiantes en el campus debido a la gripe, así que llamas la
atención.-
-Sí…
Además, es posible que también haya fantasmas.-
-Lo
digo en serio. Déjate de bromas.-
El
muchacho piensa. –Pero si he visto uno de verdad.-
-¿Qué?-
Pregunta María al reaccionar ante el silencio del muchacho.
-¿No
crees en los fantasmas?-
-¿Pero
de qué estás hablando? ¡Pues claro que no!-
Algo
sorprendido pregunta el muchacho. -¿Estás segura?-
Seria
pregunta María. -¿Por qué pareces entonces tan saludable tras haber pasado tu
niñez en cama?-
-Ahora
que caigo, ya eres adulta.-
-Tú
también empiezas a serlo. Sí, no estaba segura de que fueras realmente tú la
primera vez que nos volvimos a encontrar.-
-Pues
vaya.- Dice Lavith.
-Al
fin y al cabo, la última vez que te vi estabas en primaria, ¿no?-
-Tienes
razón.- Afirma el muchacho.
-Y
tu voz también era diferente. Pensé que eras otro espía.-
Asombrado
pregunta Lavith. -¿Tanto he cambiado?-
-¿Pero
qué estás diciendo? Pues claro que has cambiado. Ya has llegado a la pubertad.-
-En
cambio, yo supe que eras tú nada más verte. Aunque estaba un poco confuso.-
-Era
mi trabajo. Lo siento.- Dice María.
-Si
no te diste cuenta de quién era, ¿qué hacías junto a mí?- Pregunta el muchacho.
-No
estoy segura. Quizá me habría dado cuenta al terminar el trabajo.-
-Eh,
viene alguien.- Dice el muchacho.
-Me
voy a ir. No deambules por ahí esta noche.-
-Me
lo pensaré.-
-Nada
de “Me lo pensaré”. No lo hagas y punto.-
-Sí,
mamá.-
-Nos
vemos.- Dice María.
María
se aleja y unos tipos de gris se dirigen hacia el muchacho.
-Debería
irme echando leches.- Piensa el muchacho.
Llega
al primer piso y como de costumbre, la luz ilumina el pasillo vacío. Casi
abandona el pabellón alfa, pero un ruido hace que se detenga.
-¿Mmm?-
María
le dice. -¿Qué ocurre, Lavith? ¿Por qué te has parado?-
-Me
ha parecido oír algo.-
-Por
aquí no hay nadie.-
El
muchacho se queda mirando la sala de arte y piensa. –Me pregunto si Laura
estará en la sala de arte.-
-¿Lavith?-
Pregunta María.
-¿De
verdad que no oyes nada?-
-Bueno,
no… pero…-
-Iré
a echar un vistazo.-
-Vale.
Se supone que no debería haber nadie.- Dice María.
-¡Espera!
¿Y si hay varias salas de arte? ¡Eh!-
Lavith
coloca la mano en el pomo.
-¿Qué
pasa? Oh, la puerta está abierta.-
Abre
la puerta y sorprendido los dos pregunta María. -¿Qué?-
-¡¿Laura?!-
Pregunta Lavith.