Capítulo 65



            María abre la puerta y asombrada ante lo que pregunta. -¿Qué?-

            El corazón del muchacho da un latido fuerte.

            Laura está en la mesa, tumbada boca arriba casi desnuda. Tres estudiantes están violándola. Uno de ellos tiene su miembro dentro de la entrepierna de ella. Otro agarra la mano de Laura para que le masturbe. Y el otro está lamiendo sus pechos y chupando los pezones.

            Los latidos del corazón de Lavith se aceleran.

            Ninguno de los dos hace nada, tan solo miran como goza y violan a Laura.

            -Atacando…- Piensa Lavith.

            Vuelve en si María y cabreada grita. –Apártate. ¡Les voy a dar una paliza!-

            Los tres chicos se detienen con Laura e intentan escapar.

            -¡Rápido! Van a escapar.- Dice María.

            Un objeto metálico golpea el suelo.

            -¡Eh!- Se asombra al ver una barra de tubería en la mano de uno de los violadores. –Espero que no tengas intención de usar eso…-

            -Apártate.- Dice Lavith.

            -¡Espera!-

            Lavith empuja a María a un lado y dice ella. -¡Imbécil! ¿En qué estás pensando?-

            La tubería de hierro golpea en Lavith que se interpone para proteger a María.

            Todo se vuelve oscuro y se escucha a María decir. -¡Oh, no! ¡No!-

            Abre los ojos y se encuentra en el pasillo pensando mientras mira la sala de arte. –La habitación está patas arriba. No hay nadie, supongo que habrán huido.-

            El muchacho jadea.

            -Mierda.- Piensa un poco desconcertado. Abre los ojos como platos diciendo. -¡Laura!-

            Entra a la sala de arte a buscarla y la ve en una esquina con su chaqueta puesta y con la mirada perdida. Se acerca a ella preguntando. -¿Estás bien?-

            -Hola.- Dice Laura mirándole.

            -Mmm…-

            Se produce un silencio y dice Laura. –Yo estoy bien. ¿Y tú?-

            -Pero estaban…-

            -No te preocupes. Ya estoy acostumbrada.- Dice Laura.

            Extrañado pregunta el muchacho. -¿”Acostumbrada”?-

            María se va a la puerta y la cierra.

            -Te lo vuelvo a repetir. Estoy bien. No me importa lo que me hagan.- Dice Laura.

            -Debes de estar de guasa.-

            -Si no, ya estaría muerta.-

            Se asusta Lavith y dice Laura con una sonrisa. –Es broma. Deben haberse asustado al verte en el suelo inconsciente. Hubieras muerto con ese golpe si te llegan a dar bien.-

            El rostro del muchacho se vuelve serio y triste.

            -No me mires así.- Dice Laura.

            -Lo siento…-

            -Tengo cosas más importantes en las que pensar. ¿No deberías preocuparte más por la chica con la que estabas?-

            -Ah, sí. Espera un momento.-

            Se aleja Lavith y sale con María al pasillo. Las luces están apagadas y aún no es la hora.

            -María…- Dice el muchacho.

            María está llorando.

            -¿Qué te pasa, María?- Pregunta Lavith.

            Sigue llorando ella.

            -¿María?- Pregunta mientras se acerca.

            -¡No! ¡No te acerques a mí!

            -Vale, vale. No lo haré. Relájate. Voy a llevar a Laura a la enfermería. Volveré enseguida, así que no te muevas, ¿vale?-

            -María no responde. El muchacho vuelve a la sala de arte a por Laura que sigue con el mismo rostro.
           
            -¿Qué ocurre? ¿Qué ha sido ese grito?- Pregunta Laura.

            -Nada.- Responde el muchacho.

            -Vale…-

            -¿Puedes levantarte? Te llevaré a la enfermería.-

            Laura no dice nada y sigue hablando él. –No nos verá nadie si vamos ahora mismo.-

            -Tienes razón.-

            Se incorpora Laura y pregunta el muchacho. -¿Puedes caminar?-

            -¿Qué pasaría si dijese que no? ¿Me llevarías a cuestas?-

            Afirma el muchacho. –Sí.-

            -Entonces… No, no puedo andar.- Dice ella.

            -Está bien.-

            Inclina una rodilla y se sube a ella a caballito en la espalda del muchacho. Se incorpora y salen al pasillo.
           
            Laura mira a María y pregunta. -¿Estará bien si se queda ahí?-

            -No pasa nada, pronto volveré.-

            Laura le chupa la mejilla al muchacho.
           
            -¡Ahh!- Se asombra él.

            -Tienes la piel suave.-

            -¿Laura?-

            -¿Quieres escuchar el resto de mi historia? Mientras mis sueños se hagan realidad, no me importa lo que pase. Aunque eso signifique que tenga que salir con algún estúpido.-

            Lavith no dice nada y pregunta Laura. -¿Lavith?-

            Sin decir nada el muchacho se dirige a la enfermería.

            -Supongo que no te interesa escucharla. Llevo haciendo eso desde hace mucho tiempo. No odio a Tommy. Si él no me lo pide, no se lo daré. Si mi deseo se hace realidad, no me importaría pisar hasta el mismísimo infierno…-

            El muchacho llega a las escaleras y baja con cuidado sin decir nada.

            -Lavith, ¿me estás escuchando?- Pregunta ella.

            -No deberías decir esas cosas.-

            -¿Por qué?- Pregunta Laura.

            -¿Puedo informar a la policía?-

            -¿Por qué dices eso? No le contaste nada sobre lo de la señorita Sonia.-

            -Ya.- Dice él.

            -Por favor, no lo hagas. ¿Vale?-

            El muchacho no responde.

            -Por favor, no. Por favor.- Dice Laura mientras le abraza y le hace cosquillas.

            El muchacho comienza a reírse y continúa ella. –Si lo haces, te haré cosquillas.-

            -Laura…- Dice él al parar de que le hagan cosquillas.

            -No te preocupes. No tienes por qué asustarte.-

            -Simplemente estoy preocupado por ti.-

            -Entonces, ¿puedes hacerme un favor?- Pregunta ella.

            -¿Sí?-

            -Ten cuidado con el último escalón.-

            -Ah, vale.-

            Al llegar a la planta baja, las luces están encendidas.

            -Estoy cansadísimo…-

            -¿Qué ocurre?- Se escucha por detrás-

            Se gira el muchacho y ve a la señorita Leticia y dice él. –Gracias a Dios que has vuelto.-

            -Ah, tú.- Dice Leticia.

            Laura mirando a la señorita Leticia dice. –Me gustaría vestirme. Volveré a la residencia por mi propio pie.-

            -Lo siento.- Dice Lavith.

            -Señorita Leticia, ¿hay algo que pueda ponerme?- Pregunta Laura.

            Entran los tres en la enfermería y dice Laura. –Gracias, Lavith. Ya me puedes bajar.-

            -Pero…-

            -Ríndete, Lavith. No sé qué ha pasado, pero no va a entrar en la enfermería.- Dice la señorita Leticia.

            -Pero…-

            -Estoy bien… Lavith.-

            -Vale…- Dice el muchacho mientras inclina una rodilla para que baje Laura.

            -Ya la llevaré yo a la residencia. Será mi último trabajo.- Dice Leticia.

            Algo sorprendida pregunta Laura. -¿Tu último trabajo como enfermera?-

            -Laura, creo que debería recuperar…- Dice Lavith.

            -Déjamelo a mí, Lavith. Es mi deber. Ah, toma, ponte esto.- Dice Leticia quitándose la bata y dándosela a Laura.

            -Gracias.-

            Se quita la chaqueta del muchacho y se coloca la bata.

            -Te abrocharé los botones.- Dice Leticia.

            -Lavith…- Dice Laura.

            -¿Sí?-

            -Todavía hay una cosa más que puedes hacer por mí.- Dice Laura.

            -¿Qué?-

            -¡Despierta!- Grita Laura.

            -¿El qué?- Pregunta el muchacho anonadado al verle los pechos a Laura.

            Leticia mira al muchacho y dice. –Lavith, cierra la puerta por mí, ya has hecho mucho.-

            -Pero…-

            -Adiós.-

            Sale el muchacho al pasillo y cierra la puerta de la enfermería. Camina un poco pensando. –Estoy preocupado por Laura, pero estará bien con la señorita Leticia… Volveré con María.-

            De camino al primer piso se encuentra con David con el rostro serio.

            -Mmm…- Dice el muchacho.

            Pero David se va sin decir nada más.

            -¿Qué está haciendo aquí?- La imagen de María le vuelve a la cabeza del muchacho. -¡¿Y si le ha hecho algo a María?!-

            Se acerca a María y pregunta. -¿Qué ha pasado? ¿Estás bien, María?-

            -Sí, pero me duele la cabeza… Siento haberte preocupado.-

            -¿Te acuerdas de algo? Pasó todo muy rápido.-

            Niega ella con la cabeza. –En realidad, no. Tan solo de la cara de esos tíos. No estoy segura de lo que ha pasado, pero sé que estaba asustada. No recuerdo mucho después de eso… ¿Ha pasado algo extraño?-

            No dice nada el muchacho y al rato contesta. –Estaba inconsciente.-

            -Mmm… Ah, sí. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces?-

            Sorprendido el muchacho pregunta. -¿Eh? ¿Es que tienes mucha prisa?-

            -Sí.- Afirma ella.

            -¿Tienes planes?-

            -Mmm… Eso es información confidencial.-

            -Bueno, al menos parece que estás mejor.- Dice Lavith.

            -Me encuentro bien.- Esboza una sonrisa ella.

            De repente el rostro de ella se vuelve serio. Lavith extrañado la mira sin decir nada.

            -Lavith… El agua que me has dado sabía rara.-

            -¿Cómo?-

            -Alguien me ha dado un poco de agua para beber.-

            -Yo no he sido.- Niega él.

            -¿En serio? Entonces… ¿quién?-

            Cierra los ojos el muchacho pensando. -¿Puede que David?-

            -Quizá estaba alucinando inconsciente; quizá me lo he imaginado.- Dice ella.

            -¿Notas algo raro en alguna parte de tu cuerpo?-

            -Mmm… La verdad es que no.-

            -¿Qué ocurre?- Pregunta el muchacho tras verla sorprenderse por algo.

            -Eh, nada. En serio…-

            -Eh, ¡no te encuentras mejor para nada!-

            -Me tiemblan las piernas…-

            -La enfermería está vacía; será mejor que te tumbes un rato.- Dice él.

            -Vale, sí… ¿Eh? ¡OH!-

            -¿Qué leches estás diciendo?-

            -No me toques ahí…-

            -Solo te estoy llevando de la mano.-

            -¿Eh? Pensaba que… será mejor que vaya sola.- Dice ella.

            -¿Estás bien?-

            -Estoy bien. Si me concentro podré caminar.-

            -Está bien. Ve, entonces.-

            -Adiós…-

            Comienzan a caminar, pero María se adelanta al muchacho unos metros.

            -Ah… Ahhh… Ahhh…- Se escucha delante de él.

            -¿Tienes angustia?- Pregunta él.

            -No es… eso…-

            Se adelanta el muchacho para mirarla y dice. –Tienes la cara roja…-

            Se detiene ella y aparta la mirada diciendo. -¡Ya lo sé, joder!-

            No dice nada el muchacho.

            -Oh, ¡¿qué es esto?!-

            -Estás empezando a delirar.-

            -Oh, ¡Dios!-

            -Venga, que ya casi hemos llegado.-

            Prosiguen la marcha hacia la enfermería y al rato grita de excitación María. -¡!Ahh!! ¡¡Ohh!! No, más no…- Se detienen de nuevo.

            -Eh, ¿y si tiene algo que ver con…?- Pregunta él.

            -¡NO! ¡¡No lo digas!!-

            -¿No puedo ni agarrarte de la mano?-

            -No… No.-

            La agarra de la mano y prosiguen el camino.

            -No… ¡AU!-

            ¡Cada vez estás más caliente!- Dice el muchacho.

            -Auuu… Ahhh…-

            -Trata de aguantar. Ya sé que duele.-

            -¡Au!-

            El muchacho la mira y piensa. –Aunque está muy sexy así.-

            Al rato consiguen llegar a la enfermería. Abre la puerta y se da cuenta de que está vacía.

Capítulo 64



            Camina sin rumbo pensando en la conversación de Miriam y la escena que ha visto con Lucía y Miguel Ángel.

            Al terminar de pensar, se da cuenta de que está en el paseo que une la residencia femenina. A través de las nubes, la luna ilumina el edificio.

            El sonido de alguien moviéndose llama la atención del muchacho.
           
            -¿Qué?- Se gira para ver quien es.

            Ágata un poco triste se cruza con Lavith.

            Alterado del susto piensa. –No me pegues esos sustos.- Mira a Ágata y la saluda. -¡Eh!-

            Sin inmutarse sigue caminando. –Podrías saludarme, al menos.- La ve alejarse un poco y sigue pensando. –Ha salido de la parte oeste del bosque y se ha dirigido al norte. Lleva puesto un traje negro de una sola pieza, parece que está rasgado. Supongo que por haber cruzado entre los arbustos.-

            Otro sonido de alguien moviéndose, vuelve a llamar la atención.

            -¿Qué?- Se pregunta el muchacho.

            Poco después de ver a Ágata Anekohji pasar por su lado, aparece un bedel con un uniforme gris. Le mira al muchacho, y de repente se queda quieto.

            Se produce un silencio y durante ese tiempo, se fija el muchacho en la dirección por la que ha venido. El bedel le saluda con una ligera inclinación de cabeza y comienza a andar hacia el edificio principal. El muchacho de la misma forma le saluda y mira como se aleja.

            -Mmm… Parece que estaba siguiendo a Ágata. Y ella posiblemente se dio cuenta. Igual quería darle una carta de amor… Mmm… No, yo diría que la estaba vigilando. A pesar de ser una descendiente de la familia Anekohji, para la escuela es una intrusa. Supongo que no confía en ella. Eso es posiblemente por lo que… en cualquier caso, no puedo encontrarme con ella si Laura anda por aquí. Mmm… me alejaré.-

            Se dirige a la residencia masculina y entra en su dormitorio.

            Hace bastante frío. –El aire acondicionado debería solucionarlo.- Agarra el mando y pulsa el botón.

            Click. El sonido es tan suave que no se sabría decir si está encendido o apagado, pero funciona. Desafortunadamente, parece que le llevará un rato calentar la habitación. Deja el mando en el escritorio y se tumba en la cama.

            -Laura no aparece… No parecía estar enferma cuando me la encontré esta mañana en la biblioteca. Parecía bastante relajada. Ella es completamente diferente a un nuevo estudiante como yo. Sabía exactamente cómo actuar delante de la trastornada señorita Sonia. Supo cómo llevar la situación con tranquilidad y buen hacer. Se mantuvo serena todo el tiempo, parecía diferente a otras veces, quizá haya pasado por lo mismo. Igual Yuta tiene razón, es posible que Laura haya sufrido una experiencia similar en el pasado. Y ese video… no creo que lo grabasen hace tanto tiempo. Lo que significa que este tipo de incidentes ya han ocurrido menos veces.-

            Cierra los ojos y se pone de lado pensando. –Si lo sabe, no es el tipo de persona que lo haría público. Posiblemente haya hecho todo lo posible para mantenerlo en secreto. Si es así… no tienes excusa, tío. En fin, saldré a buscarla una vez más. Miriam me dijo que vendría, pero supongo que no era más que una broma.-

            Se levanta de la cama y abandona la residencia masculina. Al llegar al campo principal, se da cuenta de que hay varias personas cerca de la valla. Son cuatro o cinco. Todos excepto uno, llevan el uniforme gris de los bedeles.

            -Los bedeles y… ¿Roberto?-

            Están en la otra punta del campo principal, cerca del aparcamiento. No se podría asegurar que es el profesor de arte por ese largo abrigo que lleva. Se dirigen hacia el edificio principal, excepto el hombre de la chaqueta. Él va hacia el pabellón alfa.

            -Mmm… ¿Roberto? Si lo es, ¿adónde va? He oído que la señorita Leticia hoy también iba a salir. No tiene ningún sentido quedarse aquí de pie con el frío que hace. Debería irme.-

            Caminando ve a Tommy entrar en el gimnasio.

            -Mmm… le seguiré.-

            Lavith entra al gimnasio manteniendo la distancia y pensando. –Tommy parece muy serio. Quizá esté buscando a la persona que envío el video. Incluso a mí, que no tengo nada que ver, me dan ganas de estrangular al responsable. Si Tommy averigua quien es el criminal, podría acabar en algo mucho más serio.-

            Tommy baja por las escaleras. Lo sigue pero al bajar le pierde de vista. Así que sube y deja el gimnasio.

            Camina hasta el pabellón alfa. Sube al primer piso e intenta abrir la puerta pero no se abre. Coloca la oreja en la puerta pero no escucha nada.

            Al subir a la azotea no ve a ningún bedel por los alrededores, pero sí a María.

            -Hmm… ¡Eh, María!- Saluda el muchacho.

            -Lavith.- Dice ella bastante triste.

            -¿Qué ocurre?-

            -Nada.-

            -¿Estás segura?-

            -En serio, no pasa nada. Cosas de mi trabajo.-

            -¿Algún problema?- Pregunta Lavith.

            -Va todo bien. Así que no hagas el tonto, ¿vale?-

            -¿El tonto? Tonto es el que hace tonterías.- Dice Lavith.

            María esboza una sonrisa. –No te entrometas esta noche, ni vagues por ahí.-

            -Ah, ese tipo de cosas.-

            -No hay demasiados estudiantes en el campus debido a la gripe, así que llamas la atención.-

            -Sí… Además, es posible que también haya fantasmas.-

            -Lo digo en serio. Déjate de bromas.-

            El muchacho piensa. –Pero si he visto uno de verdad.-

            -¿Qué?- Pregunta María al reaccionar ante el silencio del muchacho.

            -¿No crees en los fantasmas?-

            -¿Pero de qué estás hablando? ¡Pues claro que no!-

            Algo sorprendido pregunta el muchacho. -¿Estás segura?-

            Seria pregunta María. -¿Por qué pareces entonces tan saludable tras haber pasado tu niñez en cama?-

            -Ahora que caigo, ya eres adulta.-

            -Tú también empiezas a serlo. Sí, no estaba segura de que fueras realmente tú la primera vez que nos volvimos a encontrar.-

            -Pues vaya.- Dice Lavith.

            -Al fin y al cabo, la última vez que te vi estabas en primaria, ¿no?-

            -Tienes razón.- Afirma el muchacho.

            -Y tu voz también era diferente. Pensé que eras otro espía.-

            Asombrado pregunta Lavith. -¿Tanto he cambiado?-

            -¿Pero qué estás diciendo? Pues claro que has cambiado. Ya has llegado a la pubertad.-

            -En cambio, yo supe que eras tú nada más verte. Aunque estaba un poco confuso.-

            -Era mi trabajo. Lo siento.- Dice María.

            -Si no te diste cuenta de quién era, ¿qué hacías junto a mí?- Pregunta el muchacho.

            -No estoy segura. Quizá me habría dado cuenta al terminar el trabajo.-

            -Eh, viene alguien.- Dice el muchacho.

            -Me voy a ir. No deambules por ahí esta noche.-

            -Me lo pensaré.-

            -Nada de “Me lo pensaré”. No lo hagas y punto.-

            -Sí, mamá.-

            -Nos vemos.- Dice María.

            María se aleja y unos tipos de gris se dirigen hacia el muchacho.

            -Debería irme echando leches.- Piensa el muchacho.

            Llega al primer piso y como de costumbre, la luz ilumina el pasillo vacío. Casi abandona el pabellón alfa, pero un ruido hace que se detenga.

            -¿Mmm?-

            María le dice. -¿Qué ocurre, Lavith? ¿Por qué te has parado?-

            -Me ha parecido oír algo.-

            -Por aquí no hay nadie.-

            El muchacho se queda mirando la sala de arte y piensa. –Me pregunto si Laura estará en la sala de arte.-

            -¿Lavith?- Pregunta María.

            -¿De verdad que no oyes nada?-

            -Bueno, no… pero…-

            -Iré a echar un vistazo.-

            -Vale. Se supone que no debería haber nadie.- Dice María.

            -¡Espera! ¿Y si hay varias salas de arte? ¡Eh!-

            Lavith coloca la mano en el pomo.

            -¿Qué pasa? Oh, la puerta está abierta.-

            Abre la puerta y sorprendido los dos pregunta María. -¿Qué?-

            -¡¿Laura?!- Pregunta Lavith.