Capítulo 45


            Entra al despacho del decano. Su tío está sentado detrás de una enorme mesa.

            -Oh, eres tú.- Le saluda el decano.

            -¿Querías hablar conmigo?-

            -La verdad es que no has podido hacerlo esta mañana. ¿Qué tal te va?-

            -Bien tirando.- Dice el muchacho.

            -TE estás adaptando a la vida escolar más rápido de lo que esperaba.-

            -¿Eso crees? Es difícil mezclarse con la gente, especialmente con la atmósfera que se respira en este colegio.- Dice el decano apoyándose en la mesa.

            -Pero imagino que tampoco es tan complicado. Así que, en fin, todo va como la seda.-

            -Oh.-

            El muchacho extrañado pregunta. -¿Pasa algo?-

            -¿Qué tal va tu investigación?-

            Lavith cierra los ojos preguntando. -¿Puedo hacerte una pregunta antes de responder a eso?-

            -¿Sí?-

            -Sobre el incidente de esta mañana.- Da una pequeña pausa mientras mira a los ojos de su tío. -¿Qué ha pasado en realidad?-

            -Oh, eso. Bueno… Un preso fugado se perdió en las montañas y acabó colándose en el campus; ya lo han atrapado. Eso es todo.-

            El muchacho mira a su tío sin decir nada, no se lo creía. No hay nada a kilómetros a la redonda… No podía creerle.

            -Es lo que ocurrió.- Dice el decano.

            -Ah.-

            -Es un problema más importante de lo que esperaba, pero…-

            -¿Qué quieres decir?- Pregunta el muchacho con los ojos entrecerrados.

            -No te preocupes, todavía no te afecta. No tienes nada que ver con tu investigación.-

            Lavith asiente con la cabeza.

            -Te lo haré saber en cuanto nos hayamos ocupado de ello. Mmm…. Dame tu informe.- Dice el decano apoyando la espalda en el respaldo de la silla.

            -He estado investigando ese extraño “aroma” del club de la ceremonia del té que da vueltas por aquí. Y me gustaría saber si ya había alguna investigación oficial respecto a él.-

            -Sí. Se encontró que contenía barbitúricos, nada más.-

            Un poco asombrado pregunta Lavith. -¿Es adictivo?-

            -No.-

            -Eso quiere decir que los estudiantes que participan en el club de la ceremonia del té necesitan algo más al margen de eso. Quieren el “aroma” para paliar el estrés. Esa es la conclusión que he sacado al ver la lista. El “aroma” posee la capacidad de alterar el estado emocional de las personas. Pero no es adictivo, así que no debería suponer un problema. Esta escuela tiene algo que las demás no tienen… becas… Y hay algo extraño en estos estudiantes, son demasiados… tranquilos. Se comportan mucho mejor, y tienen menos amigos que cualquier estudiante de cualquier otra escuela. Posiblemente estén muy tensos por culpa de las estrictas normas de la escuela. Y además, tienen que vivir en las residencias… Deben estar muy angustiados. Así que acuden en busca del “aroma”. Esa es mi conclusión, aunque no es más que una teoría.-

            El decano se queda mirándole. –Nada mal para ser tu segundo día.-

            -Suena como si ya lo supieras.-

            -No te preocupes por eso. Bueno, tengo mucho trabajo. Estaré por aquí hasta mañana por la tarde. Escríbeme un informe para entonces.-

            -De acuerdo.- Afirma Lavith.

            -Entonces te hablaré sobre algo más…-

            El muchacho sorprendido mira esperando que continúe.

            -Puedes irte.- Dice el decano.

            -Un momento…-

            -¿Sí?- Pregunta el decano.

            -Hay un estudiante apellidado Segura. ¿Es en realidad hijo de la familia Segura?-

            -Así es. Tiene sus razones para estar aquí, pero no es algo que debas saber.-

            -De acuerdo.-

            -Bien. Me gustaría tener ese informe sobre mi mesa para mañana por la tarde, ¿entendido?-

            -Así será.- Se despide Lavith.

            Sale del despacho del decano. –Madre mía. Bueno, ha ido bastante bien… o eso creo. El hecho de que no se haya sorprendido por mi teoría me ha dejado un poco descolocado. Me pregunto sobre qué querrá hablarme mañana. Todo lo que tengo que hacer es escribir el informe y estaré libre durante un tiempo. Quizá pueda empezar a relacionarme con los compañeros de clase.-

            Se dirige a la biblioteca en busca de Yuta. Entra dentro y camina hasta la recepción, está todo en calma; la señorita Sonia no está aquí. El mostrador también está vacío. -¿Dónde estás, señorita Sonia?- Dice Lavith en tono bajo.

            Camina hacia las escaleras para la sala de lectura. -¿Eh?- Piensa mientras sube las escaleras y recorre el pasillo. Está pasando algo. -¿Qué ocurre?- Vuelve a pensar.

            Una pelea… Una persona le está gritando a otra. Es en la sala de lectura.

            -Ya te lo he dicho. ¡Solo tienes que venir una vez!- Dice una voz femenina.

            Detrás de unas estanterías se encuentra el muchacho escuchando y piensa. –Esa voz me resulta familiar.-

            -Pero… Pero…- Solloza una chica más joven.

            Llega a la habitación donde se escuchan todos esos gritos.

            -¡Deja de llorar! La gente se va a pensar que soy la mala.-

            Se vuelve a escuchar sollozos. –Eh, ¿qué está pasando?- Pregunta el muchacho tras ver a Miriam y a Sara con lágrimas en los ojos.

            -Oh, Lavith…- Saluda Miriam mirándolo fugazmente y centrando su mirada en Sara.

            Sollozando Sara dice. –La… Lavith…- Sale corriendo a abrazar al muchacho.

            Acaricia la cabeza de la pequeña diciendo Lavith. –Todo va a ir bien.- Pero Sara sigue llorando. Lavith mira a Miriam y pregunta. –Y bien, ¿qué está pasando aquí?-

            -Tan solo estaba…- Responde ella.

            -Tan solo qué…- Pregunta él.

            -Tan solo… ¡Bah, olvídalo!-

            Sara parece asustada y sigue abrazada al muchacho. Miriam se acerca unos pasos diciendo. -¡Eh, Sara, voy a darte una cosa muy especial! ¡Si te lo quedas, no tienes por qué venir al club de la ceremonia del té!-

            Vuelve a llorar Sara.

            -¿Pero qué está pasando?- Piensa Lavith.

            -¡Toma! ¡Guárdatelo!- Se pone de rodillas.

            El muchacho mira como Miriam agarra la mano de la pequeña obligando por la fuerza que acepte el “regalo”. –¿Es incienso?- Pregunta Lavith.

            -Eso. ¡Toma!- Dice Miriam.

            -¡No, no lo quiero!- Dice Sara bastante enfadada golpeando la mano de Miriam.

            El incienso cae al suelo y todos se quedan mirándolo menos Sara que dice. -¡Ya te he dicho que no lo quiero!-

            Miriam está de pie, parada.

            -No lo quiero. ¡No lo quiero!- Dice Sara.

            El muchacho mirando a Miriam dice. –No sé lo que está pasando, Miriam, pero Sara no lo quiere…-

            Con lágrimas en los ojos dice Sara. –Ayúdame, Lavith.-

            -Sí, sí. Miriam ha dicho que no volverá a hacerlo, ¿verdad?- Dice Lavith mirando con una sonrisa a Sara.

            -No es justo…- Responde Miriam y al momento su rostro se vuelve triste a punto de llorar.

            -¿Qué?- Piensa Lavith al verla.

            Sollozando Miriam dice. –No es que me guste lo que estoy haciendo.-

            -Eh.- Agarra a Miriam antes de que se caiga al suelo.

            -Oh.- Dice Miriam.

            -Miriam, tienes fiebre.- Dice Lavith colocando la mano en la frente.

            Ella golpea Lavith con un guantazo.

            -¡Ay.-

            -Ya lo sé.- Dice ella molesta. –Pero ya estás ocupado con ella. Sé cuidar de mí misma, así que no te preocupes.- Se seca las lágrimas y tras incorporarse se va corriendo a las escaleras.

            -Me pregunto si estaba intentando reclutar a Sara.- Piensa tras verla marchar.

            Sara se seca las lágrimas. -¿Estás bien?- Pregunta él agachándose.

            -Sí.-

            -¿De qué iba todo esto?-

            Quería que me uniese al club de la ceremonia del té.- Dice Sara con la mirada triste.

            -¿De verdad?-

            -Si no lo hacía, me ha dicho que al menos debía llevar el “aroma” conmigo.-

            -¿Y tampoco quieres?- Pregunta él.

            -Así es…-

            -Mmm….- Se queda pensando un rato Lavith.

            -Muchas gracias, Lavith.-

            -De nada. Por cierto…- Dice Lavith.

            -¿Eh?-

            -¿Por qué odias tanto el “aroma”?-

            -¿Qué?- Pregunta Sara.

            -¿Crees que huele muy mal?- Pregunta Lavith.

            -Umm… Mi hermana me dijo que no debía.-

            -¿Tu hermana?-

            -Me contó que era malo para salud.-

            -Así que te lo dijo tu hermana…-

            -Tengo que seguir trabajando.- Se despide Sara.

            -Sí, vale.-

            Sara se suena la nariz con un pañuelo. Todavía le quedan algunas lágrimas en los ojos, pero ya no está llorando. Se acerca a Lavith en cuanto se incorpora.

            -Lavith.-

            -¿Sí?-

            Sara le da un beso A lavith. –Gracias por ayudarme.- Se da la vuelta y abandona la sala de lectura.

            -Me ha besado en la mejilla… Mmm… Su hermana, ¿eh? Tendré que preguntarle a ella sobre el “aroma”. Piensa viendo a Sara bajar las escaleras.

            Vuelve a la recepción pero no encuentra a nadie, así que abandona la biblioteca.

Capítulo 44

            -Será mejor que vuelva luego o Yuta me mareará… ¿Habrá llegado Lucía al club de la ceremonia del té?-

            Se dirige al segundo piso del pabellón alfa y se detiene frente la puerta del club de la ceremonia del te pensando. –Tengo que conseguir que me enseñe la lista de nombres.-

            Hay un montón de estudiantes, intenta entrar en el cuarto del club de la ceremonia del té y escucha. –Ah… Lavith.-

            Alza la vista y ve a Lucía. –Lucía.-

            -¿Querías algo?- Pregunta ella tímidamente.-

            -Um, sí.-

            -Aquí hay demasiada gente… ¿Quieres salir al pasillo?-
           
            -Sí estás ocupada puedo volver luego.-

            Niega ella con la cabeza. –No, no te preocupes.-

            -De acuerdo.-

            Sale el muchacho al pasillo, y espera a Lucía. Caminando de un lado a otro piensa. –Parece estar muy ocupada. Creo que se dedica a controlar a la multitud más que otra cosa. Y además está intentando atraer a más gente al club.-

            Sale al pasillo Lucía disculpándose. –Siento haberte hecho esperar.-

            -No te preocupes.-

            Con tanta gente que atiende, aun conserva su rostro y voz serena. -¿Qué puedo hacer por ti?- Pregunta ella.

            -Quería agradecerte lo del pañuelo de ayer.-

            -No fue nada.- Dice ella con una ligera sonrisa.

            -Creo que ya me he acostumbrado al olor.-

            -Eso está bien.-

            -No es que me guste precisamente, pero…-

            -Bien.-

            Asombrado, el muchacho pregunta. -¿Te parece bien?-

            -Sí.-

            Se produce un silencio un poco molesto, pero lo rompe ella preguntando. -¿Nada más?-

            -Sí, otra cosa…- Levanta una ceja pensando. –Un momento, si le pido eso sabrá que sigo sospechando algo. Es bastante inteligente… Si al final lo va a descubrir, casi mejor que se lo diga directamente.-

            Lucía le mira esperando que le dijera algo, pero pregunta. -¿Lavith?-

            -Me preguntaba si me dejarías ver el registro de los nuevos miembros.-

            -¿El registro?-

            -Sí.- Afirma él.

            -¿Incluyendo el de los miembros antiguos?-

            -No, con el de los últimos meses me vale.-

            Cierra ella los ojos. –De acuerdo.-

            -¿En serio?-

            -Claro. ¿Ocurre algo?- Pregunta ella.

            -Oh… Nada.-

            -Ahora te lo traigo.-

            -¿Estás segura?- Pregunta el muchacho aún confuso de que aceptara.

            -Sí, siempre y cuando me lo devuelvas hoy.-

            -De acuerdo.-

            -Por favor, espera.- Se despide Lucía.

            La ve entrar al club y entra. –Vaya, ha resultado más fácil de lo que creía… Todo ese interés en el “aroma” y la personalidad de Lucía… No lo acabo de entender.-

            -Gracias por esperar.- Dice Lucía a espaldas de Lavith.

            Se gira para mirarla y dice. –No pasa nada.-

            -Aquí está.-

            -¿Todo esto?- Pregunta al ver la carpeta llena que le ha pasado.

            -Va desde Septiembre hasta ahora.-

            El muchacho mira la carpeta pensando. –Es un tocho de cojones para ser solo de tres meses.-

            -¿Me lo podrás devolver hoy?- Pregunta Lucía.

            -Sí, por supuesto. Ah, y otra cosa.-

            -¿Sí?-

            -¿Cuándo robaron el incienso?-

            -Mmm.- Se queda ella pensando. –Creo que… hará cosa de un mes.-

            -Gracias.-

            -Me molesta tener que pedirte que me lo devuelvas tan pronto.-

            -Nah, no te preocupes.-

            Lucía sonríe y vuelve a entrar al club de la ceremonia del té.

            -Joder, tiene una sonrisa preciosa… Ahora iré a algún sitio donde pueda pensar. Mmm… Ya sé.-

            Sube a la azotea.

            -Hace un día genial. Y no hay nadie aquí.- Piensa mirando alrededor. -Empecemos.-

            Se sienta en un banco y comienza a leer. Los párpados comienza a pesarles cada vez más. Los cierra y al rato los abre.

            -Joder…- Observa el cielo mientras reúne las hojas del registro diseminadas por el banco. –Creo que he pasado demasiado tiempo junto a la señorita Leticia. Ahora soy capaz de sobarme en casi cualquier sitio. Supongo que me he quedado dormido…-

            Comienza a leer y con un suspiro comienza a hablar. –Ahora lo veo claro. Hay dos tipos de personas interesadas en el “aroma”. Las clasificaré como a tipo A y tipo B. las del tipo A son los estudiantes que vienen todos los días, o casi todos y son bastantes constantes, la mayoría pertenecen a este tipo. Luego está el tipo B. De esas hay pocas. Conforme pasa el tiempo, acuden cada vez más frecuentemente al club de la ceremonia del té. Lo que quiere decir que empiezan a necesitar más y más “aroma”. Es como una especie de droga; son auténticos adictos a él. Tommy está entre los del tipo B… Pero desde hace un mes apenas va, y tampoco encaja entre los del tipo A. Es una teoría simple… Siempre lleva aroma con él, pero cada vez acude menos… Es bastante obvio, seguro que Lucía lo sabe también. ¿Por qué no hace nada al respecto?... Anotaré los nombres de los estudiantes del Tipo B.-

            Tras terminar de anotar mira al cielo y se relaja un poco. –Le devolveré a Lucía el registro lo antes posible.-

            Vuelve al segundo piso y se acerca a la puerta del club de la ceremonia del té. El club sigue tan saturado como de costumbre. Los miembros parecen muy ocupados…

            -Aquí está Lucía.- Piensa cuando la encuentre ente tanta gente. Se acerca a ella y la saluda. -Hola.-

            -Ah, hola.-

            -Gracias por la lista de nombres.- Dice él devolviendo la carpeta.

            -No hay de qué. Lo siento pero…-

            -Ya, sé que estás ocupada. Ahora me voy.-

            -Lo siento.-

            -No te preocupes. Adiós.-

            Sin decir nada más, abandona el club. Al salir al pasillo respira hondo pensando. –Joder, mira que había gente.- Baja a la planta baja y por el pasillo piensa. –Y ahora…-

            Dentro del despacho del decano se escucha discutir un poco alto. Se acerca a la puerta lentamente. –Escucho varias voces.- Piensa.

            -No confío en usted.-

            -No se preocupe, todo irá bien.-

            Entrecierra los ojos para concentrarse más pensando. –Es mi tío y Roberto.-

            Con tono serio dice el decano. –Eso espero.-

            -A día de hoy, todo va según lo previsto.-

            -De acuerdo, pero me da la impresión de que últimamente ha sufrido algún que otro problema.-

            -Bueno, debo admitir que tuve unos pequeños contratiempos pero…- Dice Roberto, pero le interrumpe el decano.

            -¿Contratiempo? Oh, ya veo. Lo comprendo.-

            Roberto se queda en silencio, y vuelve a hablar el decano. –En cualquier caso, tenga cuidado.-

            -De acuerdo.- Dice Roberto.

            Se escucha pasos de alguien acercarse a la puerta, por lo que Lavith se retira y ve como se abre. Roberto aparece y cierra la puerta esbozando una sonrisa. –Joder…- Dice Roberto bajo.

            El muchacho se queda quieto mirándolo. Roberto mira al muchacho y vuelve a ponerse serio. –Eh, Lavith.-

            -Hola.-

            -Tenemos nuestras diferencias, pero creo que podemos ser amigos. Cuento contigo.- Tras decirlo abandona el edificio.

            -Imagino que ya sabe que soy el sobrino del decano. Intentando ser majo conmigo, lamiéndole el culo a mi tío… Me pone enfermo, es una rata sin orgullo.-

            Se acerca a la puerta del decano y golpea.

            Toc, toc.

            -Adelante.-