Comienza
a mirar alrededor y ve a Laura entrar en la biblioteca, pero la ve entrar con
prisas.
-Qué
raro parece… Iré a ver.-
Al
llegar a la entrada de la biblioteca, el viento que sopla congela al muchacho
produciéndole un escalofrío.
Cuando
entra, ve que las luces están apagadas. Las enciende y se da cuenta que está
todo vacío. Un silencio atronador envuelve el lugar.
-¿Qué?
Me ha parecido oír algo.
Se
escucha un ruido extraño.
-Lo
oigo de nuevo. ¿Qué será?-
El
muchacho cierra los ojos para centrarse en el ruido extraño…
-Nada;
ni una pisada, ni nadie pasando las hojas de un libro… Ah, ya veo.- Mira al
techo y encuentra de donde proviene el ruido. Es el sonido del vaivén de la
lámpara de araña que apenas se puede distinguir. -Me ha asustado… Espero que no
se me caiga encima.-
Sube
a la sala de lectura y la encuentra totalmente oscura. –Las luces están
apagadas, así que tendré que ir con cuidado hasta que se me acostumbren los
ojos. No han encendido el aire acondicionado; puedo sentir la sequedad del
ambiente… -
Camina
con cuidado mientras piensa. –No hay nadie en la habitación, la gente que había
ayer ahora no está. Estaba seguro de que hoy volvería a verlos… Han debido
pasar un montón de cosas en un edificio tan viejo como este. Estaba aquí antes
de que construyesen la escuela. He oído que perteneció originariamente a la
familia An… no recuerdo bien el nombre ahora… De todas formas el fundador de la
escuela se encargó de remodelarlo más tarde. En otras palabras, se desconoce el
origen de los cimientos del edificio. Por eso ha pasado de todo…-
Choca
con una silla y se sienta un rato, mira alrededor y con dificultad solo ve
estanterías llenas de libros y mesas. –Nunca he vivido en un sitio tan antiguo.
Pero cuando era pequeño, solía ver cosas extrañas. No me acuerdo demasiado,
pero sabía que no tenían nada que ver con las drogas que me hacían tomar. De
todas formas, siempre pasan cosas raras en las bibliotecas… No hay nada de aquí
que realmente me asuste. Quizá sea cuestión de tiempo, cuando se acerca la
noche… Puede que Sara haya visto algo, ya que trabaja aquí… Espera un momento,
ahora que lo pienso, no tiene por qué haber un fantasma vagando por el lugar.
Sí… Sara estaba allí en aquel momento… Sí, podría ser eso. Esa extraña
sensación que sentí cuando estuve cerca de ella. Si no hubiese sido Sara, lo
entendería, pero… ¿De verdad puede pasar algo así? ¿Qué un fantasma tome el
control del cuerpo de alguien?-
Baja
a recepción y apaga las luces antes de irse. Al salir mira a la Luna, suspira y
comienza a caminar para la residencia masculina.
Al
llegar al aseo escucha un ruido extraño de atrás. -¿Qué ha sido eso?- Piensa
Lavith mientras busca con la mirada. Se acerca al aseo y lo rodea para
encontrar el ruido… pero no encuentra nada fuera de lo normal. –Noto algo
extraño… ¿Estaré paranoico? Sí, seguro que es eso.- Piensa cada vez más
nervioso.
Prosigue
la marcha a paso ligero hasta su dormitorio. –Todavía falta para el toque de
queda, pero no me he cruzado con nadie en los pasillos.-
Entra
al dormitorio y nota que el aire acondicionado está encendido, así que la
habitación está muy calentita.
-Oohh…-
Se queja el muchacho colocándose la mano en la frente. –El contraste de
temperaturas ha hecho que me dé dolor de cabeza.-
Sin
quitarse el uniforme escolar se tumba en la cama. Cierra los ojos y suspira. –El
incidente en la sala de arte… Casi me matan esos malnacidos que violaban a
Laura. Por eso la sala está hecha un desastre. No tengo ni idea de por qué la
defendí… La verdad es que ya me había pasado algo similar en el pasada… Fue
secundaria… Aquella vez también vi a una chica que estaba siendo atacada… Este
incidente hizo que lo recodara todo…-
Se
quita las gafas y se tumba de lado. –Mi vida como estudiante de secundaria no
fue precisamente un camino de rosas. Hasta entonces, la gente que no encajaba
con las masas acababa aislada y excluida. Al recodarlo ahora, no es de extrañar
que no consiga mezclarme con los demás… Aún me sigue doliendo la cabeza del
golpe.-
Da
un suspiro y piensa. –Laura… Solo un deseo… Parecía incluso que le gustaba ser
violada. ¿De verdad podría quererlo?-
El
muchacho respira hondo y se levanta de la cama. El suelo sigue estando frío. –Si
Laura ha pasado por semejantes experiencias, eso podría explicar las barreras
que se ha auto impuesto… Es un poco pronto para sacar conclusiones, en
cualquier caso, Laura está herida.-
Sale
al balcón para despejarse. –Que frío… Respeto a lo de la enfermería… Creo que
le he hecho algo malo a María. Al principio no quería presionarla. Pero pasó…
Bah, que mas da… estaba temblando, bastante afectada, justo antes de que
ocurriese. Empecé a perder los estribos. Bueno, y también está lo de Laura.-
De
repente la imagen de María en la enfermería casi desnuda aparece en la mente
del muchacho. -¡No! ¡No te acerques a mí!-
-Fiu.-
Resopla el muchacho. –Quizá… eso ha sido lo peor, no puedo imaginar el porqué.
Pero me ha afectado bastante oír esas palabras. Quizá porque me lo ha dicho una
amiga de la infancia. Al menos la historia permanece consistente. Estando
enfermo en cama, pierdes la posibilidad de tener un solo amigo para jugar… y
eso puede herir mucho… Pero, nah. Ya han pasado cinco años desde entonces. No
quiero recordar la época en la que me pasaba todo el día en cama.-
Suspira
el muchacho y descarga una gran bocanada de aire. –No hace demasiado frío aquí
fuera, pero el viento helado arremete contra mi cara sin piedad. Especialmente
en el balcón, donde sopla desde todo el campo principal… Voy a volver a la
habitación. Ah, sí. Miriam dijo que vendría… Sin ninguna duda, tengo la
sensación de que me estaba tomando el pelo. Pero… No, definitivamente ella…-
Los
árboles que hay detrás de los servicios masculinos comienzan a moverse por un
instante llamando la atención del muchacho. -¿Eh? ¿Qué ha sido eso? Ahora mismo
ha ocurrido algo muy extraño… ¿Será todo imaginaciones mías? En fin… volveré
dentro.-
Entra
en la habitación y se estira un poco. Sale a la calle para despejarse y
comprobar por qué se han movido esos árboles. El frío viento sopla contra su
cuerpo, reduciendo gradualmente su temperatura corporal. Está bastante oscuro;
el brillo de las farolas laterales que rodean la valla es tenue y solitarias.
Mirando
a la valla, la imagen de Saburo le viene a la mente. –Y pensar que fue ayer
cuando vi a Saburo corretear por la valla. Me pregunto si Yuta lo sabrá…
Posiblemente no. Se enterará algún día de estos, pero no tiene por qué saber
cómo pasó… Será mejor volver, no encuentro nada y hace mucho frío.-
Vuelve
a la residencia masculina y entra en su habitación. Se quita la chaqueta
pensando. –Miriam no va a venir. ¿Y qué esperaba? No hay ningún motivo para que
quisiera hacerlo. Pero más que eso, sigo pensando en lo que me dijo María, eso
de que averiguarían un montón de cosas esta noche. Además, me dijo que no
saliera de mi habitación. Espero que María le falte poco para acabar su
investigación. Es una persona imprescindible… Ya me encargaré de este asunto
más tarde.-
De
repente le comienza a doler mucho la cabeza y estornuda. -¿Eh? ¿Un resfriado?
Que extraño… me pitan los oídos.- Las luces se apagan. -¿Eh? ¿Qué?- El corazón
se le acelera tanto que cae desmayado.-