Llega a la puerta del gimnasio y se cruza con David que abre la puerta.
-¿Qué?- Pregunta Lavith al ver que le mira.
Pero David jadeando aparta la mirada.
-Parece un tío peligroso, pero se nota que viene de una familia muy rica. Debería hacer caso a Yuta y no acercarme a él.- Piensa mientras mira a David irse al edificio principal.
La puerta se vuelve abrir y el muchacho se gira para ver quien es. -¿Tommy?- Piensa.
Pero este no dice nada y sigue su camino. Cuando se ha alejado bastante, Lavith suspira. –Puedo sentir la tensión que hay entre estos dos. He oído que no se aguantan. Me pregunto de qué estarían hablando.-
Se va a la parte de atrás y encuentra a María que sigue jugando con Saburo. –Ire a ver qué pasa.-
María está al otro lado del campo, hay una valla rodeando el perímetro. –Sí, me meteré por ahí.- Piensa.
Rodea la valla y se coloca detrás. -¿Eh? ¿Pero qué coño está haciendo?- Piensa al ver a María estirar el cuello de la camiseta para sacar un colgante.
Asombrado el muchacho vuelve a pensar. –Te estoy viendo las tetas, María.-
-¿Ves? Es un amuleto de la suerte.- Dice María sacando el colgante de una piedra negra tallada y pulida.
Saburo ladra mientras mira el colgante de ella.
-No lleva ni sujetador y sus pezones están duros…- Vuelve a pensar él.
-Me dieron esta reliquia aquí.- Sigue hablando María.
-Guf.- Ladra Saburo.
-Pero, míralo. Es precioso, ¿eh? Y me refiero a que es algo más que un viejo colgante.- Dice María en tono bajo recordando algo o alguien.
Lavith sigue viéndola a escondidas sin decir nada.
-A veces me pregunto qué estará haciendo él. Me agobio un montón… ¿Estás pasando por un mal momento?- Dice ella.
-Guf, guf.- Vuelve a ladrar.
-Ah, tú también. Entonces los dos estamos tristes.- Dice María.
-¿Se supone que está en una sesión de terapia con Saburo? Será mejor que me largue antes de que me pille.- Piensa mientras retrocede por la valla hasta llegar a la otra punta, consiguiendo rodear las pistas sin que le vean.
-No creo que haya llamado demasiado la atención… veamos, ¿qué hago ahora? Porque mejor que no sospechen de mí si me han visto ir detrás.-
Se dirige al Pabellón alfa a ver si encuentra Yuta por el camino. Al llegar a la puerta ve a Yuta entrar en la biblioteca a lo lejos.
Entra dentro y escucha a su derecha. -¡Ah! ¡Bienvenido!- Una voz femenina saluda.
Se gira para ver quien es y ve a Sonia. –Hola.- Devuelve el saludo.
-Ya sé que no has venido a leer los libros.-
-Bueno, sí…-
Gime diciendo con una sonrisa pícara. –No tienes remedio.-
Mirándola piensa él. –No sé qué ve Yuta de malo en ella.-
-Pues yo estoy sorprendida. No sabía que fueras pariente del decano.-
-Pues sí.- Afirma el muchacho.
-Probablemente uno lejano.-
-Sí. ¿Te puedo hacer una pregunta?-
-¿Qué?-
-Es sobre el incidente de esta mañana. Fuiste tú quién habló con la policía, ¿no?-
El rostro de ella vuelve a ser serio. –S…Sí. Es posible…-
-¿Es posible?- Pregunta entrecerrando los ojos
-Quiero decir… En realidad fue Roberto.- Responde Sonia.
-¿A qué hora?-
-Mmm… Justo después de verte por la mañana.-
-¿En serio?- Pregunta Lavith. Cierra los ojos pensando. –Lo que significa que fue antes del mediodía. Y no le puedo pedir a Roberto más detalles…-
Sonríe de nuevo Sonia despidiéndose. –Tengo que seguir con mis cosas.-
-¿Relacionadas con la biblioteca o no?-
Le pone el índice en los labios del muchacho, y con una voz suave responde. –Otras cosas.- Aparta el dedo.
-Vale, buena suerte.-
-Gracias. Ah, por cierto…-
-¿Sí?- Pregunta él.
-¿Puedes venir esta noche cuando vaya a cerrar la biblioteca?-
-¿Por qué?-
Sonia no responde y pregunta. -¿Vendrás?-
-De acuerdo, de acuerdo. Aquí estaré.- Responde Lavith.
-Menos mal. Necesito que me ayudes a organizar los libros de las estanterías.-
Dando un suspiro y con los ojos cerrados piensa. –Tal y como pensaba.-
-Vale pues, nos vemos luego.-
Sonia se despide y entra al almacén.
-Joder… Ups. No me acordaba que tengo que ayudar a la señorita Leticia esta noche. ¡Mierda! ¿Qué debería hacer?-
Recorre toda la biblioteca en busca de Yuta y para a descansar en la sala de lectura. Apoya las manos a modo de almohada y la cabeza sobre ellos cerrando los ojos.
Al abrirlos pierde la noción del tiempo. Sale de la biblioteca y ve las farolas encendidas. El Sol casi oculto mostrando las estrellas en el cielo y una Luna acompañándolas.